El cuadro Retrato de dama, perdido desde la Segunda Guerra Mundial y encontrado curiosamente en Mar del Plata por un aviso inmobiliario el mes pasado, fue trasladado ayer al Palacio de Tribunales de la ciudad de Buenos Aires, donde quedó bajo custodia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, informaron fuentes judiciales.
El juez federal Santiago Inchausti, a cargo de la causa en
la que se definirá el origen del cuadro y cuál será su futuro legal, había
decidido a principios de mes que la custodia de la obra quedara en manos de la
Corte, “en la medida en que se trata de un delicado bien de altísimo valor
histórico y cultural, que requiere especiales medidas de seguridad y
preservación y que se halla sujeto a un proceso judicial en el que se
entrelazan el derecho argentino y el derecho internacional, además de las
relaciones diplomáticas con los países involucrados”.
La justicia ahora tendrá que determinar fehacientemente que
la pieza secuestrada se trate del cuadro Retrato de Dama. Ya aparecieron
distintos especialistas de arte en Italia que aseguran que el cuadro
secuestrado no habría sido realizado por el pintor Giuseppe Ghislandi, entre
ellos, María Luisa Pacelli, directora de la Academia Carrara, en Bérgamo, quien
aseguró en el portal de noticias Bergamonews que la pintura “está presente en
el catálogo general del artista Giacomo Ceruti, creada por Mina Gregori en
1982″. Pacelli además aclaró que el título de la obra no se trata, en realidad
de Retrato de una dama (que representa a la condesa Colleoni), sino de Retrato
de una dama con guantes y un libro.
ayer una comisión encabezada por el comisario Roberto
Varela, director de seguridad del máximo tribunal, viajó hasta Mar del Plata
para retirar la obra en un procedimiento que contó con el asesoramiento de
expertos para la correcta conservación de la pieza, que viajó embalada en
materiales neutros y protectores, dentro de una caja resistente de madera. Precisaron,
además, que el traslado se hizo a baja velocidad, con controles de temperatura
y humedad, y que la obra fue examinada antes y después de su llegada para
verificar su estado óptimo. Sobre el final de la tarde del lunes, llegó al
Palacio de Justicia, y se alojó en el cuarto piso del edificio.
El camión que transportó la obra, custodiado por un vehículo
de la Policía Federal, ingresó al Palacio de Justicia por la calle Tucumán y
llegó al cuarto piso, donde lo aguardaban la directora de Bibliotecas de la
Corte, Jessica Susco; la licenciada en conservación María de la Paz Podestá y
el director de Gestión Interna e Infraestructura Sergio Romero, entre otros
funcionarios. El cuadro quedó alojado en un salón con medidas de seguridad
especiales. Allí, el acceso es biométrico, hay cámaras y custodia permanente.
Un caso de película
El Retrato de Dama, del maestro italiano Giuseppe Ghislandi
(1655-1743), se encontraba desaparecido desde hace más de 80 años, y era
buscado como parte de las fortunas que robaron los nazis a familias judías
durante la Segunda Guerra Mundial. La Agencia de Patrimonio Cultural de Países
Bajos lo incluyó en un amplio listado de obras de arte expoliadas en aquel
período.
El pintor italiano Giuseppe Ghislandi (1655-1743), nacido en
Bérgamo y procedente de una familia de artistas, también conocido como Fra
Galgario, es uno de los mejores retratistas de la última etapa del movimiento
barroco. Su formación estuvo a cargo de Giacomo Cotta y, después, de Bartolomeo
Bianchini, con quien permaneció cuatro años. En 1675, tras viajar a Venecia, se
ordenó como fraile en el convento de San Francesco di Paola. Salvo una breve
temporada en Bérgamo, permaneció en Venecia hasta 1701.
En este caso, Retrato de dama era parte de la colección del
marchante judío neerlandés Jacques Goudstikker, uno de los principales
galeristas de Ámsterdam. Tras la invasión alemana de 1940, Goudstikker intentó
huir con su familia a Nueva York, pero murió como consecuencia de un golpe en
la cabeza durante el viaje en barco. En su galería quedaron más de 1.100 obras,
documentadas en un inventario. Esa colección fue liquidada a precios irrisorios
entre altos jerarcas del Tercer Reich.
Una investigación del medio neerlandés AD realizó una
investigación sobre documentos de la época de la guerra que sugerían que el
cuadro buscado podía estar en manos de Friedrich Kadgien, quien era considerado
como la mano derecha y asesor financiero de Hermann Göring, un alto jefe de la
SS y procesado como criminal de guerra por el Tribunal Militar Internacional en
Núremberg. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, Kadgien huyó a Suiza y
luego viajó a Sudamerica: tras un paso por Brasil, se radicó en Buenos Aires
hasta su muerte, en 1978.
Peter Schouten, corresponsal en Argentina del diario
neerlandés, intentó contactar a su familia en Mar del Plata para consultarla
por el cuadro, pero sus herederas no lo atendieron. Sin embargo, notó que había
un cartel de una inmobiliaria que anunciaba la venta de la casa. Cuando buscó
la vivienda, se encontró con una foto que mostraba el cuadro sobre un sofá del
living. La noticia tuvo repercusión de inmediato.
Cuando Interpol fue alertada sobre la existencia de esa
pieza en la casa de Patricia Kadgien, una de las hijas del jerarca nazi, el
fiscal de Mar del Plata Carlos Martínez y el juez Santiago Inchausti ordenaron
un procedimiento en la casa, pero el cuadro ya no estaba: sobre el sillón,
había un tapiz. Hubo más operativos y la detención preventiva por 72 horas de
la mujer y su esposo, Juan Carlos Cortegoso, en el marco de una causa por
encubrimiento agravado. En ese contexto, el abogado de la familia Kadgien
entregó al Ministerio Público Fiscal la pintura el 3 de septiembre. Y al día
siguiente, el juez dispuso que la obra quedara en custodia de la Corte Suprema.
Mientras tanto, el juez sigue al frente de la causa en donde
la fiscalía acusó a la hija del financista nazi y su marido de “encubrimiento
imputado, debe ser entendido como conexo a delitos de lesa humanidad”.
La pareja, sin embargo, rechazó la imputación: sostuvo la
obra habría sido “legítimamente” adquirida por una cuñada de su padre y su
defensa planteó que el delito, de haberlo, estaba prescripto. De acuerdo a la
hija del financista alemán, para ella el cuadro se llamaba “El Monje”. En
tanto, los herederos del marchante judío neerlandés hicieron saber que reclaman
la devolución de la obra.
Recientemente, la Justicia autorizó al matrimonio Kadgien a
viajar a Bariloche por una cuestión familiar. Hicieron el pedido ante el juez
Inchausti, se establecieron plazos y condiciones y pudieron viajar por dos
semanas.



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