Roberto
Franco, un profesor de tenis y productor de seguros, de 56 años, radicado en
Rosario, al sur de esta provincia, es el segundo argentino que denunció al
laboratorio AstraZeneca por efectos adversos de la vacuna contra el Covid-19. El primer caso adverso se
denunció en Córdoba y su autora solicitó una abultada indemnización por los daños
causados en su salud.
“Tuve una
trombosis. Se me tapó una arteria de las principales y las otras dos estaban
perfectas. Me salvé de casualidad. Estuve 15 horas con el infarto, hasta que no
sentí que me estaba muriendo no fui al médico”, señaló Roberto Franco.
De acuerdo
con el informe médico que trascendió, el paciente –que por entonces tenía 53
años- recibió en ese momento un stent. Ahora debe tomar medicación crónica de
por vida y someterse a controles cardiológicos periódicos. Al fundamentar su
demanda, Franco aseguró que la situación derivada de la vacuna le provocó la
pérdida de oportunidades para generar ingresos.
Ante
consultas periodísticas, Franco explicó que muchos profesionales de la salud le
deslizaron que su cuadro podría ser consecuencia de la aplicación de la inmunización
del laboratorio AstraZeneca. “Desde abril (de 2020, cuando se declaró la
pandemia) se sabía en Europa que esa vacuna traía problemas de trombosis y no
la administraban en gente menor de 55 años”, planteó el hombre.
La
denuncia, con el patrocinio de Carina Mazzeo y Julia Canet, del estudio
jurídico Mazzeo&Canet, que lleva el caso, se encuentra en la Cámara Federal
y es contra el Estado nacional, añadió.
“Jamás
había ido al médico ni había estado internado. Casi no había tenido ni
resfríos. El 17 de junio de 2021 me puse la vacuna y a la semana tuve un
infarto. Me salvé de milagro. Pasé 15 horas con el infarto. Ya en ese momento
se decía que a los siete días podía haber una trombosis”, aseguró el profesor
de tenis santafecino.
“Todos los
médicos decían que había muchos problemas con AstraZeneca. La médica que me dio
el alta me dijo que un pariente de ella había sufrido complicaciones”, recordó
Franco.
“No es un capricho”
Luego
amplió lo sucedido: “La trombosis se me hace en la arteria principal, las otras
dos estaban perfectas. Es que cuando tenés problemas en una, porque se tapa,
las otras están complicadas. Los exámenes que me hicieron daban perfectos, lo
único externo fue la vacuna. No es un capricho, en junio me la puse, en abril y
mayo habían prohibido la vacuna en otros países”, señaló.
Al
justificar la demanda al Estado argentino, indicó que fue porque “me obligó a
vacunarme” e incluyó en la demanda al Ministerio de Salud de la Nación, a la
Superintendencia de Riesgo de Trabajo, a la Dirección de Control de
Enfermedades Inmunoprevenibles (Dicei) y a la Comisión Nacional de Seguridad en
Vacunas (Conaseva). Sobre cómo es su salud actualmente, contó: “Tengo una vida
normal, pero un pedazo de mi corazón no se mueve. Todos los días tengo que tomar
cuatro pastillas. Esa no era mi vida anterior. Me tengo que hacer estudios. Y
cuando me infarté no querían atenderme hasta no saber si tenía Covid-19. Una
locura”.
En cuanto
al resarcimiento momentario por los perjuicios en su salud, las abogadas que lo
representan argumentaron: “Lo dejamos abierto a lo que resulten de las
pericias, partiendo de un dictamen que estableció un daño resarcible del 30%
del total vida”.
Esta
denuncia se suma a la ya realizada por Flavia Ochoa, una mujer cordobesa, que
fue diagnosticada de síndrome de Guillain-Barré con cuadriparesia tras la
aplicación de la tercera dosis contra el Covid-19, en 2022. El pasado 7 de
mayo, AstraZeneca anunció que retiraba su vacuna del mercado europeo “debido a
la caída de la demanda”, según afirmó ese laboratorio en un comunicado oficial.
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo
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