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Detuvieron al jardinero y lo acusan del crimen de la psiquiatra de La Plata


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La Justicia logró un avance crucial en la investigación del brutal asesinato de Virginia Franco, la psiquiatra de City Bell apuñalada en el cuello hace diez días en su propia casa. En las últimas horas, fue capturado el principal sospechoso: Javier Echeverguren, de 38 años, quien se desempeñaba como jardinero de la víctima y estaba a punto de escapar con un pasaje a Tucumán.


Según fuentes del caso, la principal hipótesis que manejan los investigadores es que Franco habría descubierto que Echeverguren le estaba robando, y este la habría asesinado para encubrir sus actos. La lógica, aunque insensata, cierra un círculo de un crimen que conmocionó a la tranquila localidad. La detención se produjo horas antes de que Echeverguren tomara un micro hacia la provincia norteña este lunes a las 19 hs, con su bolso ya armado.



La investigación, llevada a cabo por la DDI de La Plata bajo la dirección del fiscal Álvaro Garganta, incluyó una serie de medidas contundentes. Entre ellas, se realizó una segunda autopsia, un extenso barrido de cámaras de seguridad en la zona del crimen y la toma de numerosos testimonios en el entorno de la psiquiatra. La prueba clave que incriminó a Echeverguren fue una filmación de cámaras de seguridad de la cuadra. En ella, se observa al sospechoso con una mochila cargada y una bicicleta que habría pertenecido al esposo fallecido de Franco.


El crimen fue de una brutalidad extrema. Además de la puñalada de seis centímetros en el cuello de la víctima, los forenses hallaron heridas cortantes en el mentón, ambos párpados, la muñeca y múltiples cortes en los dedos de una de sus manos, sumado a un golpe en la cabeza. Al comienzo, la hipótesis de un crimen en ocasión de robo no cerraba del todo, ya que el televisor y una caja con alhajas de la víctima fueron encontrados en el lugar. Se llegó a sospechar de un acosador, pero esa teoría no prosperó. Ahora, la pista del robo se retoma, aunque sin grandes objetos de valor monetario sustraídos.


Los investigadores descubrieron que Echeverguren no era el jardinero de toda la vida de Franco. Había comenzado a trabajar para ella hace relativamente poco tiempo, tras heredar la cartera de clientes del jardinero anterior, quien se había jubilado. El teléfono y la computadora de la psiquiatra fueron encendidos por última vez el día 13 de este mes, la misma fecha de las grabaciones que muestran al jardinero ir y venir, llevando no solo la bicicleta, sino también una escalera.


El comportamiento del presunto asesino en el barrio tampoco ayudó a su coartada. Los vecinos de Franco declararon que ninguno de ellos le había encargado trabajo a Echeverguren aquel jueves. Así, la línea investigativa se cerró sobre el jardinero. Cinco días antes de su captura, los detectives ya tenían su nombre y teléfono, sabían de su plan de huida a Tucumán y de la posibilidad de que tuviera parientes en una villa en Quilmes que podrían darle refugio. La detención se concretó sobre la calle 174.


Cabe recordar que Pablo B., de 45 años, amigo de Virginia Franco y quien reportó el hallazgo del cadáver, fue demorado al inicio de la investigación pero liberado en cuestión de horas tras declarar como testigo. Su aporte, incluyendo la clave de la computadora de la psiquiatra, resultó esencial para la resolución del caso.


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