"Nosotros siempre mirábamos la película Búsqueda Implacable. Siempre les decía que, si pasaba algo mamá las iba a defender, las iba a ir a buscar, que siempre tenían que decir dónde van, nunca tomen nada de otra gente, lo que una mamá le dice a los chicos", confiesa a Clarín Paula Fabero (38), mamá de Brenda Del Castillo (20), una de las víctimas del triple crimen de Florencio Varela junto a Morena Verdi (20) y Lara Gutiérrez (15).
Esa escena en el sillón de su casa, hoy duele más que nunca.
Era su forma de cuidarla, de estar cerca, de ser mamá. Nunca imaginó vivir esta
pesadilla. "Sé que mi hija se defendió porque ella tenía un carácter muy
temperamental. Pido justicia, que paguen por lo que le hicieron", reclama
con fuerzas en la previa a la misa que organizaron junto a la familia de Morena
en La Tablada el domingo y en el primer Día de la Madre sin Brenda.
A la mamá de Brenda no le gusta hablar mucho, mantiene un
perfil bajo. Siente que, desde que pasó todo, se les reclama injustamente a las
madres de las víctimas y no se pone el foco en los asesinos.
"Yo trabajo y sé cómo fui como mamá. No tengo que dar
explicaciones. Mi barrio me muestra un montón, toda la gente me viene a apoyar,
me conocen", asegura. Paula trabaja como cajera de una carnicería y recibe
el afecto de los clientes del negocio que la ven a diario. "Eso a mí me
llena un montón. Ahora, afuera, no tengo que dar explicaciones", expresa.
Y agrega: "Siento que todo el tiempo se juzga a las
madres y, ¿quién pregunta por los padres de estos asesinos? No le preguntan a
estos padres qué le enseñaron porque acá supuestamente nosotros le enseñamos a
prostituirse… A ver, los padres, ¿les enseñaron a matar? ¿les enseñaron a
vender droga?".
Paula Fabero siempre trabajó y mantuvo a su familia. Además
de Brenda tiene otros tres hijos y un nieto. Todos los días sale de su casa
para ir a la carnicería, desde las 8 hasta las 13.30 y luego continúa por la
tarde, de 17.30 hasta las 21.15. Tiene muy presente la clase de madre que fue y
el esfuerzo que hizo para comprar su casa.
"Estoy todo el día para que a mis hijos no les falte
nada. Yo trabajo, tengo mi casa. Ella no tenía necesidad. Capaz que Brenda
sentía que era mucha carga para mí. No sé ni siquiera qué pensar. Pero,
¿explicarle a quién? Al juez y al abogado, saben donde vivo y tienen mi
teléfono", afirma.
A Paula le duele porque siente que no crio a Brenda para que
tuviese ese final. Siempre quiso lo mejor para su hija y luchó para
conseguirlo. Aunque vive en un barrio de La Tablada, sus hijos, incluida
Brenda, fueron desde chiquitos a un colegio de Aldo Bonzi. “Decidí hacer el
esfuerzo de llevarlos hasta allá”, dice.
Recuerda las madrugadas que pasó junto a otras mamás
esperando el colectivo. Brenda hizo jardín, primaria y secundaria en Aldo
Bonzi. “En el velorio estuvieron los profesores de primer grado, las
directoras, me conocen hace años”, cuenta la mamá de Brenda, con tristeza.
Paula no encuentra consuelo. Cada vez que llega la noche y
el silencio cubre todos los ambientes de su casa, el peso de haber perdido a su
hija se vuelve insoportable.
"No la traje al mundo y no la crié para esto, es lo que
más me duele. Hoy cuando fui al cementerio... yo no puedo tener a mi hija ahí,
es una pesadilla. Me pasa a la noche que me acuesto y me agarra desesperación a
las 3 o 4 de la mañana y quiero salir a correr, a gritar. Estoy destruida, por
eso tampoco salgo a hablar", revela.
Y agrega: "Mi hija hacía tres meses que estaba en esa y
yo me entero un mes y medio antes de que pase esto. Y me peleo, le digo de
todo, siempre tuve peleas con ella porque yo soy más...", dice y completa
la frase con la seña de mano dura.
Paula explica que puertas adentro, los hijos se comportan de
una manera y puertas afuera de otra: "Yo no voy a decir: 'Ay no, mi hija
era una carmelita descalza'". Sin embargo, confiesa que en el último
tiempo discutía mucho con Brenda por la actividad que llevaba adelante.
"Estábamos con esa pelea todo el tiempo. '¿A dónde
vas?', 'Fijate el frio'. Y ella tenía un carácter que se les plantaba a
todos", aclara.
Sobre la investigación
Desde que su hija fue asesinada, Paula Fabero se refugia en
su familia y deja que Fernando Burlando, su abogado, se ocupe de la causa
judicial. “No hablo con nadie, maneja todo Burlando. Cuando tuve que ir a
declarar, declaré. Eso fue todo. Pasa que ni siquiera tengo mucho que decir,
escucho todo el tiempo 'que (Matías) Osorio esto' y digo, ¿quiénes son? No te
puedo responder de dólares o de esa gente porque no los conozco”, dice.
Durante el pedido de justicia que se realizó ayer en la
rotonda de La Tablada había una bandera que decía: "Gobierno, jueces,
narcos, todos cómplices".
Sin embargo, Paula tiene sus propias ideas: “Me pasa que no
le puedo estar echando la culpa a todos. No sé si estoy de acuerdo (por la
bandera), pero para mí si está Milei, Cristina, quien esté, yo tengo que
trabajar igual. Quien esté, si tenía que pasar, iba a pasar igual. La droga
está hace años, esto no es de ahora. Me mataron a mi hija”, dice con mucha
bronca.
Entre el dolor y la ausencia de Brenda, su mamá saca fuerzas
de donde puede. “Siento que puedo llegar al final porque estoy limpia. Siento
que mi hija vale, no la traje al mundo para esto, le di todo. Obvio que (pienso
lo mismo) para las tres chicas que pasaron por lo mismo. Como mamá me sacaron
todo. Mi vida se fue con mi hija”, cierra.


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