Lo que comenzó como un rumor con varios nombres en danza,
pronto se transformó en una realidad que fue difícil mantener en secreto.
Evangelina Anderson y Martín Denichelis se divorciaban tras una relación que ya
había cumplido 18 años.
Las razones y especulaciones al respecto están a la orden
del día, y en medio de ese panorama es que la modelo decidió emprender un viaje
insólito a Cancún para celebrar, de una vez y para siempre, su regreso a la
soltería. Frente a las cámaras de SQP fue Majo Martino quien no dudó en soltar
la bomba: “Evangelina va a hacer un viaje de despedida de casada. Se va a
Cancún con su hermana y una amiga para celebrar su vuelta a la soltería. Se van
sin un chongo”.
La frase retumbó entre los presentes. Evangelina, casi dos
décadas junto al exfutbolista, hoy director técnico, rompía filas con el pasado
y apostaba a un futuro propio, bajo el sol mexicano y lejos del ruido
mediático. “Lo hace porque el marido era un lastre”, lanzó la panelista al
acelerar la marea de comentarios dentro y fuera del set. ¿Quién podría imaginar
que esa familia consolidada, ese largo recorrido juntos, se fragmentaría justo
ahora?
La grieta se ensanchó tras el estallido de versiones: la
supuesta infidelidad con una azafata habría sido el detonante, ese límite
tácito que nadie suele admitir en público, pero que agita conversaciones en voz
baja. El ambiente del espectáculo se sacudió: después de dieciocho años, la
relación que muchos observaron como inquebrantable llegaba a su fin.
Ante la prensa, Evangelina mostró una sonrisa. Respondió a
las preguntas con firmeza, esquivando lo dañino, casi como si quisiera blindar
a los suyos de la intemperie. “Estoy muy bien. Muy contenta, trabajando mucho”,
repitió más de una vez frente a las cámaras de América, en “A la tarde”. El
tema del divorcio y la resistencia de Demichelis ante ciertos acuerdos
económicos desfiló por la conversación, pero la modelo se mantuvo
inclaudicable: “Está todo superbien, en buenos términos”.
¿El proceso de divorcio ya había comenzado? “No, no, no.
Estamos separados, pero estamos en proceso de... Todavía ni lo empezamos porque
llegamos hace poquito a Argentina”, fue su respuesta, al desactivar rumores y
mostrando el costado más humano de la ruptura. Nadie parecía dispuesto a creer
que, en el fondo, esto también podía pasar puertas adentro: el final de una
historia larga, compartida y expuesta ante la opinión pública.
Las preguntas sobre la azafata y modelo fitness, Tania
González Ledesma, irrumpieron con fuerza. La versión de un romance clandestino
con el ex DT de River circuló por los pasillos y los sets, y Evangelina alzó un
muro, esta vez en nombre de sus hijos. “Nadie piensa en mis hijos y yo, sí. Si
yo no protejo a mis hijos, ni ustedes ni los periodistas van a pensar en ellos.
Yo no hablo de nada que les pueda hacer daño a ellos”, soltó, cortante, casi
dolida, cada vez que el tema regresaba.
Le consultaron una y otra vez: “¡Preguntale a los demás! ¿Pero
yo qué tengo que ver? ¿Por qué me vienen a preguntar a mí? Yo protejo a mis
hijos. No voy a hablar de nada ni de nadie que a mis hijos les pueda llegar a
hacer daño”. Su defensa resultó inamovible, incluso cuando desde el otro lado
crecía la expectativa por una réplica o una confesión.
Así, en medio del escándalo, Eva eligió armar la valija y
mirar menos hacia atrás. La playa de Cancún, la compañía de su hermana y una
amiga —sin “chongos”, sin preguntas, sin flashes— se convierte en el escenario
de su renacimiento. ¿Será posible encontrar la calma lejos del bullicio? ¿O el
eco de la separación seguirá viajando a su lado por un tiempo más?



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