La ola de frío polar golpea con fuerza y expone la cara más cruda del invierno. Este miércoles, la Ciudad de Buenos Aires registró una mínima de -1,9°C, la más baja en 34 años. En este contexto, se conoció un hecho trágico: cinco personas murieron intoxicadas con monóxido de carbono en Villa Devoto, mientras que otras tres personas en situación de calle fallecieron en distintos puntos de la ciudad.
Pero no se trata de casos aislados. Según el último boletín epidemiológico del Ministerio de Salud, hasta el 21 de junio se registraron 473 casos de intoxicación por monóxido en todo el país, un 57% más que el promedio histórico (301 casos) en el mismo período entre 2020 y 2024.
¿Por qué crecen los casos de intoxicación?
Especialistas coinciden en que el aumento tiene relación directa con la crisis económica. Muchos hogares postergan la revisión, mantenimiento o recambio de artefactos de gas por no poder afrontar los costos. Esta situación, sumada al uso intensivo de estufas y calefones durante los días más fríos, puede derivar en tragedias evitables.
El gasista matriculado Ulises Covarrubias, con 25 años de experiencia, asegura que el panorama cambió: “Antes del invierno hacías service de dos o tres estufas por día. Ahora te llaman solo cuando el artefacto ya no da más. Y muchas veces lo tocaron antes, lo parcharon mal, lo forzaron. Es peligroso”.
Covarrubias lidera el Círculo Argentino de Gasistas y Plomeros, donde se comparten precios mínimos para reparaciones. Una detección de fuga ronda los $88.000, y un cambio de válvula, los $135.000. Montos que muchas familias no pueden afrontar.
Para Fabián Gómez, presidente de Aigasra (Asociación de Instaladores de Gas, Agua y Sanitarios), “la gente destina lo poco que tiene a necesidades urgentes. Cambiar un calefón o hacer mantenimiento pasa a segundo plano. Y los intereses para pagar en cuotas son altísimos”.
Gómez propone replicar un sistema similar al de las escuelas, que exigen certificaciones periódicas de las instalaciones: “En las casas, con una revisión cada tres o cuatro años, se podría prevenir mucho”.
Artefactos viejos y sin control
Muchos accidentes suceden porque la evacuación de gases de combustión está obstruida o mal diseñada. “Hay hogares donde los pájaros hacen nido en la chimenea, o el calefón tira los gases al baño sin ventilación. Eso mata”, explica Gómez.
Una limpieza básica de estufa o calefón puede costar entre $50.000 y $60.000, mientras que una prueba de ventilación se cobra desde $20.000. Montos que, en muchos casos, siguen siendo inaccesibles.
Una tragedia prevenible
Desde la salud pública, el médico toxicólogo Héctor Berzel lo resume con claridad: “Las intoxicaciones por monóxido son totalmente prevenibles”. Y aunque aclara que parte del aumento puede deberse a un mejor registro de casos, advierte que la combinación entre frío extremo, hogares mal calefaccionados y falta de controles es letal.
Berzel también señala que muy pocas personas invierten en detectores de monóxido, cuyo precio ronda los $80.000. Además, tienen vida útil limitada y requieren recambio, algo que pocas familias hacen.
Recomienda como medidas mínimas:
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Usar estufas de tiro balanceado, revisadas anualmente.
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Evitar calefaccionar con hornallas o braseros.
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No instalar calefones en baños o dormitorios.
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Ventilar siempre los ambientes, incluso en días fríos.
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Y ante cualquier síntoma o sospecha de intoxicación: abrir una ventana y llamar a emergencias.




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