El dueño de un taller de Colombia y Portugal denunció el hurto de dos amoladoras y una agujereadora que estaban en el interior del comercio.
En horas de la tarde el comerciante cerró con una reja el lugar y colocó un palo de madera para trabarla. Minutos después se dio cuenta que alguien había abierto el sitio. Al entrar se dio cuenta de los faltantes.

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