Entre otras muchas cosas que ocasionó la pandemia del coronavirus en la Argentina, no poder concurrir a la escuela fue una de ellas.
El ciclo lectivo 2020 en el país se realizó de manera virtual, lo que significó todo un desafío tanto para los docentes, como para los alumnos y sus familias. La virtualidad desnudó que la conexión a internet no es accesible en todos los sitios del país.
La falta de conexión a internet también dejó ver que cuando se quiere, se puede. La pandemia construyó cientos de historias en las que tanto docentes como alumnos hicieron lo imposible para poder estudiar.
Maestras caminando kilómetros a pie para acercar la tarea a los estudiantes o clases a través de la radio del pueblo, son algunas de ellas.
Ésta es la historia de Gualterio, un nene de 13 años de la provincia de Entre Ríos, para quien no poder ir a la escuela no fue un impedimento para estudiar. Como tampoco no tener internet en su casa. Lejos de quedarse quieto, resolvió el problema y durante todo el año se subió a un molino donde tenía señal para recibir y mandar la tarea.
Vive en una zona rural, por eso no sorprende que tenga un molino cerca de su casa, y cursa primer año en la Escuela Agrotécnica N° 2 Justo José de Urquiza. Su historia se conoció a través de Arturo Barhich, el profesor de historia y geografía.
“A mis alumnos los pude ver solo cuatro días. Con muchos hicimos videollamadas, pero como Gualterio no tiene internet, solo nos comunicábamos por WhatsApp. Es un chico especial, con unas ganas enormes de estudiar y progresar”.
Contó el docente.
A pesar de las dificultades que le generó la conexión a internet, Gualterio se subía al molino para lograr conexión, por lo que nunca se atrasó con la tarea y la entregó siempre a tiempo. Se subía al molino para recibirla, se bajaba, hacía los deberes, y volvía a subirse para entregarla. Así todo el año con todas las materias. Al adolescente le encanta cantar y tocar el bombo y la guitarra, esos fueron sus aportes para los actos escolares virtuales.
“Es muy buen recitador”.
Contó el profesor del joven.
Gualterio vive a 60 kilómetros de la escuela, por eso, al igual que muchos de sus compañeros, cuando vuelvan al colegio tendrá que quedarse a dormir allí.
“Hay un internado para chicas y otro para chicos. Vienen los domingos a la noche y se quedan hasta el viernes a la tarde. Por eso, además de profesores, muchas veces hacemos de papás. Hay que acompañarlos, contenerlos y escucharlos porque están lejos de sus familias”.
Dijo Arturo quien es maestro hace 25 años y en la escuela Agrotécnica hace 11.
Para este docente, Gualterio es un ejemplo.
“Nos enseña el camino a los grandes. Y nos demostró que todo se puede”.
Al finalizar la charla, Arturo contó que recibió el llamado de un legislador, quien le pidió todos los datos de la familia para conseguir que el servicio de internet llegue a la casa del estudiante.
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo
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