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Sin luz, ni agua, ni baño: Una campaña busca ayudar a una familia que vive en un pueblo olvidado


Viven en medio de la nada. Alejados de todo y en un lugar detenido en el tiempo. No es exageración: en 2020 no tienen luz eléctrica, ni cloacas, ni agua potable. No tienen baños. No saben qué es internet, ni de qué tratan las redes sociales. 

Desde hace al menos siete décadas esa la única vida que conocen sus habitantes, que se sienten condenados al olvido. Sólo aquellos que se fueron a buscar un futuro mejor a otras ciudades saben que es posible vivir de otra manera y, por eso, regresan con donaciones. Aunque hacen lo que pueden, nada alcanza.

En la casa más lejana de la comunidad de Monte viven Luis y Débora Rojas junto a sus hijos Jordán, de 6 años, y Franchesca, de uno. 

“Son personas muy humildes, de muy escasos recursos. Luis tiene trabajos temporales con el envasado del carbón, y la falta de luz es muy crítica ya que en la zona donde viven hay víboras, arañas y escorpiones, que en la oscuridad no se ven”, detalla sobre ellos la campaña de la red Saun que inició Laura Montanile. El objetivo primero es construir un aljibe e instalar paneles solares, además de conseguir una batería para abastecerlos, camas y colchones, y construir un baño.
“Llegué a ellos a través de Rosalía, la señora que trabaja en casa. Ella nació allá en San Roque, tiene 22 años y llegó a Buenos Aires con su hijito de ocho. Al principio me comentaba que allí necesitaban ropa y me preguntaba si la ayudaba a conseguir para mandarles a sus conocidos. Primero conseguí ropa entre mis amigas, pero luego supe más sobre la realidad que viven en Monte y comencé a involucrarme con el deseo de ayudarlos a cambiar, aunque sea un poco, su calidad de vida”.

Contó Laura Montanile, líder de la campaña de Saun “Los Rojas x Laura #UnaViviendaDigna”.

Sus objetivos son conseguir empresas y personas que colaboren con la construcción del baño y el aljibe que la familia de cuatro necesita, comprarles un panel solar y una batería. Para ello, necesita recaudar $100.000, aproximadamente.

Además, Laura busca la donación de una cama con colchón de una plaza, una cuna con colchón, también mesa y sillas, y un cochecito de bebé.

La historia de una familia olvidada y de un pueblo detenido en el tiempo

Conocer la situación en la que Luis, Débora y su familia viven conmovió a Laura, líder de la campaña. Apenada por esa triste realidad, a modo de descarga lo habló con su madre también oriunda de San Roque. La mujer de 75 años dejó el lugar a los 15 y la respuesta que le dio ante su relato la petrificó.

“Cuando compartí con mi mamá lo que me había contado Rosalía, que llegó a casa por medio de una conocida de ella que es de ese pueblo, me dijo algo que me impactó: ‘¡Hace más de 70 años que allá viven sin agua ni luz!’. Quedé atónita. Desde que tengo memoria con mi familia hacemos donaciones para San Roque, pero recién cuando hablé con mi mamá sobre lo que me estaba enterando me dijo: ‘¡Pero lo que me estás contando pasa desde siempre! Cuando me fui, con 15 años, tampoco había agua ni luz’. ¡O sea que en más de medio siglo no cambió nada! Pensar en eso me impactó mucho y supe que tenía que hacer algo".

La joven cuenta que desde niña su madre le enseñó a donar sus muñecas y las ropas que le iban quedando chicas para poder mandar todo lo que recolectaban a quienes conocían, que a su vez se ocuparían de hacer el reparto. 

“Saber que en todo este tiempo no cambió nada significa que ya es hora de hacer algo de otra manera”.

Afirmó.

Actualmente, en San Roque viven 24 familias, son más de 100 personas, que no tienen tampoco una sala de primeros auxilios. Hay una escuela primaria, la número 830, que depende del pueblo de Lugones -el más cercano, a unos 12 kilómetros. Tampoco tienen una escuela secundaria, lo que se presenta como otra dificultad para quienes quisieron y quieren seguir estudiando y deben abandonar o están obligados a irse.

El pueblo fuera de tiempo no posee red de agua potable, algunas familias tienen aljibes y comparten el agua con las que no lo tienen. Ninguna casa tiene luz eléctrica, aunque unas pocas posee paneles solares. El lugar es desfavorable en todo sentido.

 

 

 “Para acceder a Lugones los habitantes dependen de un camino que va desde el llamado Camino Nacional hasta el fondo de San Roque. El estado de ese camino es tan malo que dificulta el ingreso de los camiones cisternas para que dejen el agua, impide el ingreso de ambulancias en caso de emergencia y dificulta que los niños accedan a la escuelita”.
“La deserción escolar es muy alta. El estado del camino perjudica a la comunidad y los niños que terminan la primaria difícilmente puedan continuar sus estudios ya que deben trasladarse diariamente a Lugones porque en San Roque no hay escuela secundaria. Eso les implica tener que acceder a una moto, porque no hay otra manera”.

Reveló.

“Tengo identificados a cuatro chicos que quisieran estudiar, pero por las condiciones del camino no pueden llegar al pueblo. Me gustaría también poder ayudarlos a que puedan cursar secundaria, yendo y viniendo todos los días o quedándose en la ciudad”.

Dijo sacando cuentas y pensando en voz alta.

Consternada por la situación que viven las personas a las que desea ayudar, Laura recuerda que cada vez que realizó sus donaciones recibía como devolución la alegría de quienes la recibían. 

“Se alegran mucho cuando llegan las donaciones, pero no les cambia la calidad de vida porque siguen sin agua, sin luz, sin baños, sin un buen camino, sin wi-fi... Sin nada de lo que todos los demás usamos a diario”.

Lamentó la voluntaria.

Hace unos meses, junto a unas amigas, envió productos sanitarios y elementos de farmacia. 

“Mandamos un botiquín de primeros auxilios con un termómetro y un estetoscopio, entre otras cosas. Cosas necesarias y que no tenían”.

Subrayó consternada y dice que gracias a una amiga que trabaja en una farmacia pudo conseguir esos objetos tan necesarios.

Fue en ese momento en que entendió que todo lo que llegaba eran cosas necesarias y útiles, pero que no cambiarían la calidad de vida de las personas. Buscando la manera de hacer su pedido de ayuda más extensivo supo de la red solidaria Saun, que nació en 2014 para ayudar a transformar realidades.


“Enterada de la situación de la familia Rojas, surgió la idea de hacer un video para difundirlo entre mis contactos y pedir ayuda. Buscando cómo llegar a más personas me crucé con Saun, que era lo que anhelaba: una organización que me ayude porque sabía que sola sería muy difícil. Presenté el caso de esta familia, que son los más necesitados del lugar porque no tienen nada”.

Agregó y apenada asume que:

 “Hay otras diez familias con muchas carencias. Ojalá se pueda ayudar también al resto”.
“Estamos muy entusiasmados por haber presentado este caso y poder ayudarlos. Tenemos la esperanza de que esto sea replicado y poder lograr los objetivos. Lo que más deseo es cambiarle la calidad de vida porque vienen de muchos años de abandono, muy alejados de la realidad, o de lo que conocemos como realidad. Ojalá entre todos formemos una cadena de voluntades para cambiarles la realidad, es lo que más anhelo”.

Finalizó.

*Para colaborar con esta campaña de Laura junto a Saun puede hacerlo ingresando a este enlace: https://www.saun.org/casos/caso/losrojasxlaura


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