Una joven denunció al dueño del departamento que alquilaba tras descubrir cámaras ocultas en su habitación. Ana, la víctima, relató cómo fue el momento en el que detectó que estaba siendo espiada y cómo ese episodio dio inicio a una investigación judicial.
Todo ocurrió en la noche del 26 de noviembre, cuando la joven se disponía a descansar luego de una jornada de estudio. “Apagué las luces, me acosté y escuché mosquitos. Para no levantarme, encendí el flash del celular y noté un reflejo raro en la ventilación, justo arriba de la cama”, contó. Al acercarse, confirmó que se trataba del lente de una cámara.
En un principio dudó de lo que veía. “Pensé que era algo del sistema de ventilación o una pieza del ventiluz. No quería creer que fuera una cámara”, explicó. Sin embargo, al grabar un video y enviárselo a una amiga, pudo confirmar sus sospechas.
A la mañana siguiente, junto a esa amiga y con la ayuda de algunas herramientas, logró retirar el dispositivo. Dentro había una tarjeta de memoria con grabaciones recientes. “Cuando vi los videos me quedé helada. Se me bajó la presión. En ese momento entendí todo”, expresó.
Luego armó un grupo de WhatsApp con las demás inquilinas del complejo para alertarlas sobre lo ocurrido. Varias de ellas no se encontraban en sus casas en ese momento, lo que aumentó la preocupación por lo que podría estar ocurriendo en sus viviendas.
“El propietario tenía copia de todas las llaves y ese mismo día estaba en el edificio porque vivía ahí. Ahí pensé que se dio cuenta de que habíamos descubierto todo, porque la cámara dejó de transmitir cuando tapé el lente”, relató.
Una de las jóvenes regresó poco después y juntas revisaron su departamento. Allí también hallaron una cámara con una tarjeta de memoria. Más tarde, detectaron que en una tercera vivienda había restos de cableado y cinta aislante en la ventilación, aunque el dispositivo ya no estaba.
“Fue devastador. Sentimos que a todas nos había pasado lo mismo. Nos pusimos a pensar en todo lo que pudo haber grabado durante un año entero. Lloramos de la angustia y de los nervios”, contó Ana.
Las tres jóvenes realizaron la denuncia en la Comisaría VII, pero según relataron, la respuesta inicial fue limitada. “Pedí medidas de protección y que lo detuvieran de inmediato, pero me dijeron que había que esperar una orden judicial”, explicó.
Las denunciantes apuntaron directamente contra el dueño de los departamentos, no solo por el acceso que tenía a las viviendas, sino porque en las tarjetas de memoria hallaron imágenes antiguas del propio acusado.
Luego de varios días sin avances, Ana volvió a consultar en la fiscalía, pero tampoco obtuvo respuestas inmediatas. La causa avanzó recién después de que el caso tomara estado público.
Ante el miedo, la joven decidió mudarse de manera urgente y solicitó acompañamiento policial para retirar sus pertenencias. “Me dijeron que podía pedir un móvil, pero cuando fui me dijeron que no había disponibles. Les pregunté cómo pretendían que entrara sola”, relató.
Finalmente, fue acompañada por el padre de otra de las jóvenes afectadas. “Cuando llegamos, él ya no estaba. Después de que se conoció el caso, desapareció”, aseguró.
Ana sostuvo que jamás sospechó de él. “Nuestra relación era la normal entre inquilino y propietario. Nunca imaginamos algo así”, expresó.
La causa quedó a cargo de la jueza Gisella Flamini, quien días después ordenó un allanamiento en la vivienda del acusado. Este miércoles, finalmente, se le otorgó a la joven una medida perimetral contra el propietario.
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo
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