La investigación judicial por la producción y distribución de fentanilo contaminado sumó una nueva prueba clave: mensajes de WhatsApp entre empleados y autoridades del Laboratorio Ramallo que exponen un cuadro de desidia, irregularidades en la fabricación y falsificación sistemática de registros. El material ya forma parte del expediente y fue citado por la fiscal Laura Roteta en el dictamen con el que imputó al empresario Ariel García Furfaro —dueño de HLB Pharma— y a sus presuntos cómplices, delitos que prevén penas de hasta 25 años de prisión.
Según los investigadores, hay indicios de que Laboratorio Ramallo, que producía para HLB Pharma, también era parte del grupo empresarial de García Furfaro. Los chats no solo describen problemas estructurales y de higiene, sino también fallas concretas en la producción del fentanilo, con mediciones anómalas y controles de calidad deficientes.
Uno de los mensajes más contundentes, escrito en mayo de 2024, siete meses antes de la salida de los lotes adulterados, afirma: “La verdad que es lamentable lo de producción, hasta que no pase algo grave, parece que no van a escarmentar”. Otros diálogos dan cuenta de diferencias en la potencia del fentanilo y del uso de equipos sin calibrar ni mantenimiento. En un intercambio del 6 de mayo de 2025 —cuando la Anmat ya había prohibido su producción— un empleado ordena repetir un ensayo y utilizar “el último registro que ingresó”, lo que abre la sospecha de que se manipulaban datos.
La falsificación de registros era práctica habitual. En diciembre de 2024, días antes de que saliera el fentanilo contaminado, un superior pidió a trabajadoras que “no fueran tan repetitivas en las horas y analistas” y ellas respondieron que comenzarían a poner “todas horas reales”. Semanas después, el mismo responsable reclamó porque detectó datos de partículas repetidos en idéntico orden, lo que obligaba a rehacer la documentación.
Los llamados “batch records” —registros clave para la trazabilidad— muchas veces no existían y se reconstruían a posteriori. En un grupo, una empleada advirtió que había que armar el “batch” del lote 60000 para presentarlo a la Anmat, pero otro respondió: “Todos sabíamos que esa producción se hizo en el aire con respecto a la documentación”. Un tercero pidió: “Por favor no dibujemos más y aseguremos tener la información mínima necesaria”.
Tras las inspecciones de noviembre y diciembre de 2024, la Anmat intimó al laboratorio por irregularidades. En ese contexto, un mensaje reveló la precariedad y el riesgo: “Escondieron todos los reactivos vencidos… dejaron reactivos afuera, bajo la lluvia y el sol. Pudo haber explotado eso tranquilamente”.
También hubo referencias a suciedad y problemas edilicios. Un mensaje dirigido al personal relató que Damián García Furfaro —miembro del directorio de HLB— llamó para quejarse por el mal estado de áreas de producción, pisos despintados, chapas sueltas y un depósito con “más de 20 palomas”.
El conjunto de chats refuerza la hipótesis de la fiscal Roteta sobre un manejo negligente y deliberadamente irregular en la fabricación, en un caso que ya provocó más de cien muertes por intoxicación y que podría derivar en penas severas para los responsables.



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