El simpático mensaje del Papa fue enviado a un grupo de
monjas argentinas en España en noviembre de 2013.
«Soy el Papa Francisco…Quería saludarlas en este fin de año.
Voy a ver si más tarde las puedo llamar», dejó grabado el pontífice.
Con su estilo peculiar, descontracturado y ameno, Francisco
quiso enviarles un saludo por año nuevo, pero no obtuvo respuesta del otro lado
del teléfono. Así que no dudó en dejarles un mensaje en el contestador, como si
se tratara de un ciudadano más, común y corriente.
Una de las religiosas, que integra el grupo de monjas al que
estaba destinado el mensaje, declaró que ella y cuatro miembros más de la
comunidad participaban del rezo del mediodía cuando recibieron el llamado.
«Eran las 11.45 horas. Cuando pude acercarme al contestador literalmente «me
quería morir». Nuestra amistad es de hace quince años pero jamás pensamos que
el Papa se iba a acordar de nosotras».
La superiora reveló que a las 19.15 el Papa volvió a llamar.
«Le pedí permiso para hablar con el manos libres para que escucháramos todas.
Nos trasladó el mensaje de que no nos dejáramos robar la esperanza porque la
tristeza lleva a la pereza espiritual, a la desesperanza. Recordó su encíclica
en la que asegura que el alimento más sustancioso del demonio es la tristeza
del hombre».
Son cinco monjas las que viven en el convento, según la web
Lucena Hoy, tres de ellas argentinas, que son las que son conocidas del papa
Bergoglio. Para subsistir elaboran ropa de bebé, cuadros con telas y figuras
del niño Jesús.




Redes