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Cumplía 38 años de cárcel por un femicidio y ahora lo condenaron por matar a una mujer y a su hija



Marisol Rearte, de 18 años, fue vista por última vez el 2 de febrero de 2014 a las 21.30, cuando salió de su casa en Los Pozos, en el noroeste provincial, con su hijita de dos años, Luz Oliva. En noviembre de 2018 se encontró el cráneo de la joven en el dique de la Viña, en el valle de Traslasierra. Por el asesinato de ambas, ayer fue condenado a prisión perpetua Juan José Murúa, que ya cumplía una condena de 38 años de cárcel por el femicidio de Brenda Jimena Arias, cometido en 2009 en la provincia de San Luis.

Un tribunal integrado por jurados populares, declaró a Murúa, de 35 años, culpable de homicidio calificado por el vínculo y por mediar violencia de género en perjuicio de Rearte, y del homicidio simple de la niña de 2 años, cuyos restos nunca fueron encontrados.



Murúa había sido procesado en 2017 por el asesinato de Brenda Arias, de 19 años, que desapareció el 11 de julio de 2009 y cuyo cuerpo, calcinado, apareció 17 días después en Villa Del Carmen, San Luis. Después de ese crimen, Murúa cambió de provincia y se fue a vivir a Los Hornillos, Córdoba, al otro lado del cordón serrano. Así, estuvo en la zona donde desaparecieron Marisol y su hija en 2014. Durante el juicio en Concarán, una sobrina de Murúa afirmó que todos en su familia sabían que “mató a Marisol y a Luz”.

La familia de Marisol nunca dejó de pedir por ella y su hija. En marzo de 2018, los investigadores secuestraron ropa de una mujer y de una niña en las cercanías del dique La Viña –a pocos kilómetros de Villa Dolores–, pero el ADN no coincidió con el de ellas. Ocho meses después apareció el cráneo de Rearte en la misma zona.

El fiscal de Cámara Sergio Cuello planteó que el Ministerio Público había llevado adelante “una intrincada y, por momentos, muy difícil investigación” hasta que lograron contar con “suficiente prueba” para elevar la causa a juicio. “Con indicios muy fuertes pudimos plantear las pruebas, ordenarlas, exponérselas a los jurados populares y al tribunal técnico”, señaló.

“Creo que de alguna manera las familias pueden llevar algo de paz y tranquilidad a sus hogares, sobre todo en la memoria de las dos personas que fueron las víctimas”, añadió.



El de Rearte es uno de los casos por los que se producen manifestaciones periódicas en Traslasierra, donde hay otras mujeres desaparecidas: el 18 de septiembre de 2018, fue la última vez que se la vio a Delia Gerónimo Polijo, de 14 años. También se pide por Silvia Gallardo, de 34 años, que desapareció el 12 de febrero de 2014; tenía conflictos con el novio de su hija, que vivía con ellas, y la hermana de la víctima sospecha de ese joven.

También continúa el reclamo por Leonardo Iudicello, que viajó a Brasil para festejar su cumpleaños y recorrer el nordeste del continente. El 17 de marzo de 2015, estaba en Jericoacoara, y el 9 de julio fue el último contacto con su familia. Desde entonces lo busca Interpol, sigue el aviso en la Cancillería argentina y hay causas judiciales iniciadas en el estado de Fortaleza y en Córdoba.




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