Gustavo Giailevra, de 62 años, productor
ganadero, camina sin levantar la mirada para poder contener la emoción que le
genera la escalofriante escena que ha dejado la falta de lluvias. Lo rodean los
restos de al menos 60 de las 200 vacas que se le murieron en su campo ubicado
en Pozo Borrado, en el departamento Nueve de Julio en esta provincia. En medio
de lo que parece un cementerio de animales, hay un ejemplar que todavía agoniza.
“Esto no es cuestión de plata”, es la frase
que repite una y otra vez en medio de la conmoción. Para tratar de evitar los
efectos de la sequía, hizo una aguada cada 120 animales. De nueve que había hoy
le queda una sola. Las demás se secaron completamente porque en los últimos
seis meses solo llovió 40 milímetros y en todo el año pasado fueron 470
milímetros. La media suele ser de 850 milímetros en un año normal. A nivel
país, vale recordar, se atraviesa por tercer año consecutivo el fenómeno La Niña,
que genera lluvias por debajo de lo normal.
“Es la muerte anunciada porque de una sola
aguada están tomando agua 1700 cabezas entre grandes y chicas. El problema es
muy grave. Vinimos varias veces con las retroexcavadoras, pero ya no podemos ir
más abajo porque se va a echar a perder el agua al infiltrarse agua salada”,
explica. Al ver que hay una vaca que todavía está viva, la agarra de la cola y
la trata de ayudar a levantarse; el animal se arrodilla, pero no tiene fuerzas
para pararse y vuelve a desplomarse en el suelo.
Rendido, se aleja, se toma el pecho y rompe
en llantos. “Es desgarrador porque a la noche se escucha a los terneros que se
quedaron sin madre que balan hasta morir”, apunta.
Lo que vive el ruralista es parte de la
cruda realidad que enfrentan por los efectos de la sequía los departamentos del
norte de esta provincia, desde el límite sur que significa la ruta provincial
39 hasta las provincias de Chaco y Santiago del Estero. Esto abarca el
departamento de Vera, General Obligado, Nueve de julio y San Cristóbal. Allí
los ruralistas estiman que ya murieron 3000 animales y hay afectados más de
3500 productores.
En el partido de Nueve de Julio, donde está
el campo de Giailevra, los productores estiman que murieron unas 700 a 800
cabezas de un total de 600.000. Por la falta de precipitaciones y las altas
temperaturas, el presidente de la Sociedad Rural de Tostado, Jorge Mercau,
explica que se secaron las represas y aguadas dentro de casi todo el
departamento y se está salinizando todo.
A esto se agrega que, según denuncian, por
el único abastecimiento posible que es el que realiza el río Salado, que nace
en Salta y desemboca en el río Paraná, pasa menos agua que la que debería
porque las compuertas instaladas por las provincias de Santiago del Estero y de
Salta no se abren como deberían hacerlo pese a acuerdos firmados.
Situación extrema
Giailevra era uno de los que en una
situación extrema también sacaba agua del río Salado. Así lo hizo en 2008 con
otra sequía, pero este año no puede porque se encuentra totalmente seco. En
este contexto, relata, prácticamente todos los días levanta vacas muertas del
campo que tiene en las 1380 hectáreas; la mayoría murió en las últimas dos
semanas, muchas mientras intentaban dar a luz a sus terneros.
“La semana que viene voy a vender todo lo
que no sea cría, a pesar de que estamos con precios irrisorios. El animal que
hace seis meses lo vendíamos en $450 el kilo hoy está a $330″, dice. El
productor, que trabaja el campo junto con su hijo Pablo, estima que ya se
perdieron $20 millones en vientres, sin tener en cuenta las crías.
Sin embargo, Giailevra vuelve a repetir:
“No es la plata lo más grave, sino el sentimiento. Uno es criador y lo hace con
pasión por eso inseminamos, hacemos pasturas, buscamos agua. Dejamos todo en el
campo porque es lo que amamos y cuando te viene una cosa así es muy difícil”.
Las nueve aguadas que hizo para enfrentar
la sequía consisten en un pozo calzado, una represa donde tira agua con molino
y otra auxiliar únicamente para usar una motobomba. “Yo ya perdí un hijo que se
fue a Nueva Zelanda, no quiero perder el otro”, se lamenta.
Desesperación
Hace 20 días, el productor agropecuario
Matías Gallart, de 59, tuvo que sacar con una retroexcavadora a 60 de sus
búfalos que frente a un calor agobiante y en la desesperación de buscar un poco
agua se metieron en una de sus represas y quedaron empantanados. En ese hecho
murieron tres y luego perdió la vida uno más que hizo lo mismo en el bebedero.
Tampoco pudo salir.
“Estoy con graves problemas, ya se me han
vuelto incontrolables los búfalos que están desesperados en busca de agua”,
comenta el productor camino a su campo ubicado en la localidad de Tostado. Se
sorprende con que va encontrando algunos de sus animales que se escaparon.
Su establecimiento, que tiene 4050
hectáreas está sobre el Rio Salado. “Acá tendría que haber al menos cinco
metros de agua”, dice Gallart mientras camina por el cauce del río en donde
ahora solo queda tierra reseca y algunos peces muertos. “Desde los 40 que no
veo una situación similar de tener el río así de seco”, agrega.
Compró el campo en 2015 y empezó con ganado
vacuno. Luego pasó a criar búfalos por la longevidad, productividad y porque
aguantan más días sin tomar agua, pero en esta sequía se hizo difícil. Todavía
tiene algunas reservas de agua en la represa y con una bomba la extrae. Puede
aguantar un tiempo más con los animales en el campo porque tiene cuatro pozos
con un poco de agua.
Las 1800 hectáreas del campo lindero al de
Gallart se ven vacías. “Los dueños se llevaron todo el ganado porque no tenían
agua”, comenta. Esa escena se repite en muchos de los campos de la zona.
Mercau, en tanto, explica que los que pudieron se llevaron la hacienda a otras
zonas.
“Don Jorge, le pido por favor que usted
como presidente pueda intervenir con las demás autoridades para que larguen más
caudal de agua del río. Necesitamos por lo menos un poco más”. Suena el
teléfono de Mercau y ese es el mensaje de una productora de la zona que
desesperada le pide ayuda. Así como de ella llegan más mensajes.
El dirigente explica que, después de que
intensificaron los pedidos para que abran las compuertas instaladas de las
provincias de Santiago del Estero y de Salta, lograron que desde la vecina
Santiago del Estero dejen pasar “un poco más de agua”. No obstante, aclara que
todavía no alcanza. Deberían pasar tres metros cúbicos por segundo y solamente
pasa menos de uno.
“Es muy triste ver cómo día a día se va
apagando la vida de los animales y de lo que sembramos. Hay mucho esfuerzo por
detrás. Una inversión de trabajo y capital enorme”, comenta Gastón Zorraquín,
que hace agricultura y ganadería en un campo a pocos kilómetros de Gallart.
Se le murieron 10 animales que estaban
débiles. “En el norte los campos son bastante grandes en extensiones y con esta
sequía no es fácil que tengan agua disponible cerca; entonces, tienen que
caminar mucho para buscar el agua”, comenta el productor. Invirtió en represas
donde “cosecha” agua de lluvias. “Cuando llueve festejo más que el gol de Messi
en la final del Mundial”, cuenta. En ese sentido, señala que, además de
tristeza por la situación, sufre mucha ansiedad. “Vivo el día a día porque hoy
tengo reservas, pero son finitas, estoy rogando que llueva porque necesito que
se purifique el agua”, afirma.




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