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Horror en la fiesta de egresados: Quiso salvar a su hermano y murió asfixiado en el baño junto a su primo



“Cuando vi todos los zapatos de los chicos desparramados en el piso, tomé conciencia de que podía estar muerto”, contó a TN Mercedes Bonomi, la madrastra de Nicolás, al recordar el momento en que asomaban las primeras luces de aquel trágico 20 de diciembre de 1993.

Nicolás Bonomi junto a su hermanastro Ezequiel De María (15), su primo Maximiliano Tejedor (18) y un grupo de amigos fueron a la fiesta de egresados del colegio La Salle de Florida, en la provincia de Buenos Aires. La celebración era en la discoteca Kheyvis ubicada en Avenida del Libertador al 1900, en Olivos. A las 02:50 el lugar ardió en llamas y se convirtió en una trampa mortal.

La precuela de Cromañon. Las similitudes entre ambas tragedias, duele. Once inspectores sin condenas, once también son los años que separan a Kheyvis de Cromañon. Inoperancia y la corrupción como combustible.



“Mi hijo Ezequiel estaba en los reservados con una chica y vio cuando un joven -que estuvo detenido durante 45 días, pero salió en libertad por falta de pruebas- tenía una petaca de alcohol, roció las butacas y las prendió fuego”, detalló Mercedes.

A la izquierda de ambas imágenes, se lo ve a Ezequiel De María con remera negra y, en la otra, roja. A la derecha, Nicolás Bonomi siempre sonriente, con el pelo corto y enrulado. No eran hermanos de sangre, pero sí del corazón. Nicolás murió buscando a su "hermanazo". Ezequiel sobrevivió, pero cargó con la culpa durante muchos años. (Fotos: Capturas Facebook Ezequiel De María).

Nunca se terminó de probar quiénes fueron los culpables del incendio y cómo lo iniciaron. Sí se comprobó que en el boliche, que tenía capacidad para 150 personas, esa noche había unas 600. No hubo salida de emergencia ni milagro que alcanzara. Lo cierto es que la noche terminó en tragedia: el brutal incendio se llevó la vida de 17 adolescentes y otros 24 quedaron heridos.

“Éramos una familia ensamblada. Cuando nos casamos hace 35 años con Roberto (Bonomi), él ya tenía cuatro hijos de un matrimonio anterior, y yo tres. En total, criamos siete chicos. Pero Nico y Eze se llevaban tan bien que compartían habitación, tenían un grupo de amigos en común y hacían planes para salir a bailar juntos todos los fines de semana”, explicó Mercedes.



Tanto ella como Roberto coincidieron en que Nicolás y Ezequiel no eran hermanos de sangre, pero eran como “hermanazos”.

Durante la tarde del 19 de diciembre de 1993, Nicolás le pidió una corbata a su papá porque quería ir elegante esa noche a la fiesta. “También me sacó un chaleco de gamuza. Quería estar lindo porque iba a estar una chica que le gustaba mucho”, relató Mercedes a TN. Hasta que, cerca de las 22:00, partió junto a Ezequiel, su grupo de amigos y su primo, Maximiliano Tejedor, en colectivo hacia el que sería su destino final.

“Iban siempre a Kheyvis. Era su lugar de encuentro”, agregó María José Caimi, la mamá de Maxi y prima de Roberto Bonomi. Sus hijos murieron juntos cuando explotó el bar del boliche: se habían metido en el baño para refugiarse de las llamas. Pero se asfixiaron y perdieron la vida con tan solo 17 y 18 años.

Las imágenes de los adolescentes fallecidos en la tragedia de Kheyvis. De arriba hacia abajo, de izquierda a derecha: Maximiliano Tejedor, Sebastián Simonini, Cristian Enrique Gutiérrez, Diego Pablo García, Rolando Broda, Nicolás Bonomi, Javier Manteiga, Hernán Grosso, Francisco Gaeta, Mariano Bravo, Fernando Tablada, Pablo Petralli, Erica Gori, Leandro Buganem y Rodolfo Unold. Faltan Nicolás Blanc y Jorge Luis Falardo. (Fotos: Captura Grupo de Padres de Kheyvis).

“¡Mamá, mamá!, ¡Se incendió Kheyvis!”

“¡Mamá, mamá!, ¡se incendió Kheyvis! No encuentro a Nico ni a Maxi”, fueron las palabras de Ezequiel cuando llamó desesperado a Mercedes. Eran las 06:00 de aquel fatídico 20 de diciembre, el día que marcó un antes y un después en la vida de 17 familias.

“Según me contaron los amigos que sobrevivieron, Nicolás y Maxi estaban jugando al metegol en el patio cuando vieron que se incendiaban los reservados y se acordaron que Ezequiel estaba ahí”. En la desesperación por ir a buscar a su “hermanazo”, encontró personas desmayadas por la asfixia y pisoteadas por el malón. En total, Nicolás rescató a seis chicas mientras entraba y salía de ese infierno.

En sólo 13 minutos, el boliche ardió y se convirtió en cenizas. Una avalancha de chicas y chicos salían como podían de Kheyvis en llamas e invadieron la avenida Libertador al 19OO. “Había un grupo de cinco que rescataban a otros que habían quedado atrapados. Entre ellos estaban mi hijo Maxi y Nicolás que se adueñaron de la situación porque era su lugar de encuentro de siempre”, contó María José a TN. Mientras ambos salvaban a otros adolescentes como ellos, se encontraban y desencontraban en las idas y vueltas.

“Cuando sacó a la sexta chica y volvió a entrar para buscar a su hermano junto con Maximiliano, el bar del boliche explotó y lograron refugiarse en el baño que estaba al costado de la puerta de entrada. Pero el fuego se había acercado y ya no pudieron salir más. Murieron asfixiados allí junto a Leandro Buganem y Erica Sorio, otras dos víctimas”, relató Roberto.

Nicolás murió sin saber que su hermano menor de 15 años se había salvado. Según explicó Mercedes, “al ver la puerta de atrás de emergencia cerrada con candado, Ezequiel empezó a correr para adelante con el malón y se cayó. No sabe quién lo levantó y salió corriendo a buscar a Nico, mientras éste lo seguía buscando adentro junto con Maxi”, explicó Mercedes, siempre de acuerdo al relato de los amigos que sobrevivieron.

Mariana Rossetto, que tenía 23 años al momento de la tragedia y fue una de las sobrevivientes, confirmó a TN lo que relataron los tres padres de las víctimas entrevistados. “Estuve dos horas afuera de Kheyvis desesperada porque una amiga se había desmayado adentro y no la encontrábamos. Mientras tanto, veíamos cómo un grupo de chicos entraban y salían permanentemente para rescatar gente. Hasta que, en un momento, encontramos a mi amiga Paula arriba de un auto. Seguro fue uno de estos chicos que la rescató y la dejó allí”.

Tanto Mercedes, Roberto y su prima María José recordaron que, al momento del entierro de Maxi y Nicolás -como así también en las misas- se les acercaron muchos jóvenes para agradecerles que sus hijos les habían salvado la vida al rescatarlos del incendio.

La búsqueda desesperada y un dolor eterno

Tras el llamado desesperado de Ezequiel, Roberto y Mercedes fueron de inmediato en auto hacia la puerta de Kheyvis. Eran cerca de las 07:00 cuando llegaron. “Habían cortado todo Libertador, un montón de padres amontonados y era desesperante no saber con quién hablar, ni poder entrar porque estaban los bomberos. Cuando amaneció y vi los zapatos dispersados por todos lados, ahí tomamos conciencia de que Nicolás podía estar muerto”, confesó Mercedes, con mucho dolor, casi 30 años después de aquella fatídica noche.

Y agregó: “Recorrimos todo en la búsqueda de Nicolás: el Hospital de Vicente Lopez, clínicas de la zona y el Hospital de Quemados porque nos habían dicho que las ambulancias se habían llevado a chicos a centros de salud. Hasta que fuimos a una sala velatoria”. Entró Ezequiel y, al salir, nos dijo: “Está acá. Nicolás está muerto”. El matrimonio Bonomi aseguró que Ezequiel, desde ese día, sufrió fuertes traumas durante años por la muerte de su hermano. Sentía que Nicolás había fallecido por su culpa al querer rescatarlo. “Estuvo casi un año usando su ropa, como que no podía desprenderse”, expresó Mercedes.

Por su parte, en la familia Tejedor quedó también una cicatriz marcada para siempre. Una herida que volvió a sangrar cuando funcionarios de la Municipalidad de Vicente López de aquella época le dijeron a María José: “Su hijo Maxi fue la causal de su propia muerte. Porque se podía haber salvado, pero no lo hizo por rescatar gente”.

La causa penal prescribió en 2006

Los familiares de las víctimas iniciaron juicios civiles por 27 millones de pesos, pero, ante todo, reclamaron justicia y culpables. Hubo tres causas penales. Al dueño del local, Francisco de Jesús, lo sentenciaron a cinco años de prisión y diez de inhabilitación para el comercio, condena que cumplió.

Fue el único en ir preso. A la arquitecta que diseñó el boliche, Sandra Ponce de León, y a una funcionaria del municipio de Vicente López que intervino en la aprobación de los planos del local las condenaron a dos y tres años de cárcel, pero la pena no se efectivizó. Otra causa, contra once inspectores que deberían haber clausurado el boliche, finalmente terminó en la nada.

Cuando se cumplieron 25 años de la tragedia, Beatriz Tello, quien trabajaba todas las noches en Kheyvis como encargada de la limpieza y del guardarropa, brindó una entrevista a un medio televisivo. Allí contó que ese domingo le había pedido a su hija Erica Gori, de 15 años y embarazada de 6 meses, que la reemplazara porque Beatriz venía trabajando muchas noches seguidas y estaba muy cansada.

Tello hizo fuertes declaraciones: “Fueron 18 muertes. Mi hija Érica y mi nietito que estaba en su panza. Acá los inspectores venían y le sacaban toda la recaudación al dueño. Había días que a los empleados no nos pagaban porque ellos se llevaban toda la plata”.

Aunque en los expedientes se detectaron deficiencias en la estructura de la discoteca —que fueron ocultadas con documentación falsa—, irregularidades en los planos y varias fallas en la seguridad del local, de nada sirvieron las marchas y actos que organizaron los familiares de las víctimas. Pasaron casi tres décadas, y la segunda mayor tragedia en una disco que sufrió el país se quedó sin justicia.

Un adolescente llegó a pasar 45 días detenido, pero nunca se terminó de probar quiénes fueron los culpables del incendio y cómo lo iniciaron. Finalmente, la causa penal prescribió en 2006. “Todos los padres sabíamos que el juez estaba comprado”, declaró Roberto Bonomi.

“El boliche no estaba en condiciones de ser habilitado porque era un lugar sumamente inflamable, con techos de paja, los almohadones de plástico y la salida de emergencia cerrada con candado. Todas las semanas iba un funcionario de la municipalidad a cobrar para permitir que el lugar siguiera funcionando”, agregó Roberto ofuscado.

Recién 20 años después, luego de que Jorge Macri asumió la intendencia, los familiares tuvieron un mínimo resarcimiento. En el juicio civil que recibió sentencia en 2011, la comuna de Vicente López fue la única que resultó condenada a indemnizar a los padres de las víctimas en función del daño moral y psicológico que sufrieron.

Pero el resarcimiento económico se terminó concretando en cuotas y los familiares recibieron un monto bastante inferior a lo previsto.

La herida se reavivó once años después, en diciembre de 2004, con la tragedia de Cromañon.



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