Este miércoles, Italia anunció que ahora acepta actas
digitales emitidas a partir de abril de 2019 para avanzar más rápido con el
trámite de argentinos que quieran obtener la ciudadanía italiana. La noticia se
viralizó por un tuit del embajador argentino y generó una confusión que él
mismo salió a aclarar.
"Esto resuelve los problemas de quienes están en Italia
tramitando su ciudadanía. Sobre la atención de los consulados italianos (en
Argentina), más que señalar lo que ocurre y nuestra preocupación por ello (cosa
que hemos hecho reiteradamente) no podemos hacer", escribió en Twitter
Roberto Carlés.
La novedad, que es consecuencia de una reunión en abril
entre el ministro del Interior, Wado de Pedro, y su par italiana en Roma, es
que uno de los documentos a presentar se puede entregar en formato digital en ese
país. No cambia nada para quienes presentan los papeles en Argentina.
¿Por qué un tuit elevó tanto las ansiedades? Porque hay una
ola de solicitudes desde Argentina por este aspiracional puntual: “Tener la
ciudadanía”. No es una cuestión cultural, es un termómetro social muy marcado
en los que tienen entre 20 y treintipico. Todo arrancó en 2020, se instaló el
año pasado y explotó ahora.
Durante ese eterno encierro argentino por el Covid, a
quienes alguna vez lo habían tenido en mente o incluso a quienes nunca se les
había cruzado por la cabeza, les picó este bichito del passaporto rojo. Los que
pudieron, se fueron a tramitarlo a Italia; el resto, la mayoría, empezó a
buscar los documentos.
La era pospandemia encuentra a las nueve sedes consulares de
Argentina “cortas” de turnos y a las y los gestores "tapados" de
carpetas.
Además, desde la Cámara Nacional Electoral, pasando por el
Registro Nacional de las Personas (RENAPER), hasta el Archivo del Ejército,
todas puntas desde donde obtener algún acta necesaria confirmaron a Clarín que
nunca hubo tantos pedidos de datos de italianos como ahora.
"Acá el consulado de Morón no te da turnos para sacar
la ciudadanía. Realmente es agotador que funcione tan mal", dice Branko
Silva, que tiene la carpeta lista hace dos años y no puede acceder a un turno.
"Es imposible conseguir turnos en los consulados… para mí se los dan a los
gestores privados. Si no no hay explicación para que en un minuto se agoten y
hagan caer la página", dice Cecilia Rosito.
En medio de este fervor por ser tano y de noticias sobre el
tema, las quejas se unifican en los problemas para conseguir esa cita consular.
La sede depende de dónde se tenga residencia en los últimos seis meses.
Si ya antes había problemas para sacar turnos --demoras de hasta
dos años-- hay que sumarle el año y medio que en el país estuvo cerrada la
posibilidad de presentar carpetas para obtenerla por reconstrucción, es decir,
no por hijos directos sino por antepasados italianos. Y la mayoría de las
solicitudes son por bisabuelos o abuelos.
Desde octubre, se rehabilitaron los turnos en el portal
Prenot@mi, cinco días por semana, a las 19 horas de Argentina. Quienes en
Capital están consiguiendo turnos hoy, los tienen para enero o febrero.
¿Qué hay detrás del boom? Muchas personas la quieren
"por las dudas", mientras que para otras es casi una urgencia, por la
crisis económica que los expulsa a emigrar a Europa. Casi siempre, la
ciudadanía italiana es tomada como un "puente" que les permitirá
vivir, trabajar y estudiar en muchos países de ese continente. Todo legal.
La ciudadanía italiana es la más deseada en Argentina porque
no tiene restricción en cuanto a generaciones. Puede ser, por ejemplo, tanto
por un padre como por un chozno, el hijo de un tataranieto. Si se cumple con lo
que dice la norma italiana, toda persona que tiene ese linaje sanguíneo de
parentesco puede recibir la ciudadanía. Pero hay que resaltar las primeras 10
letras de la oración anterior. Si se cumple con lo que dice la norma italiana.
“La cantidad de consultas creció entre un 400% y 500% desde
2020. Una cosa es la consulta. Otra es que se pueda efectivamente iniciar la
carpeta. Que la persona sea elegible”, arranca Claudia G. Latrecchiana, asesora
en la Casa del Trámite. Oficinas como desde la que ella habla con Clarín se
dedican a ser una suerte de "corresponsales" en Italia para encontrar
actas de nacimiento, por ejemplo, entre unas 8.000 comunas italianas.
La afamada carpeta concentra a veces hasta tres generaciones
de una misma familia. Es la que se presenta en el consulado, tiene documentos
con datos que muchas veces son manuscritos y por la que se teme que tenga
“inconsistencias”.
"No es para necesariamente irse ahora. Es más un 'por
si lo necesitan'. También para entrar a Estados Unidos sin visa, sólo con el
permiso ESTA. Los más grandes (más de 60) la quieren para dejar como una
herencia para hijos y nietos. Los de 30 en realidad se quieren ir a trabajar a
España. Hay muchos médicos que nos llaman a la vez para homologar los
títulos", sigue la asesora.
Desde la sede consular de Lomas Zamora, que ya no es el
paraíso de turnos casi exprés que solía ser, marcan otro cambio. "Se acercan
más con veintipico, que se reciben y trabajan en una multinacional y quieren la
ciudadanía para trabajar en la misma empresa pero en Europa".
¿Cuáles son las principales trabas para obtenerla?
“Conseguir la documentación. Muchos no tienen ni idea de dónde nació el abuelo
o bisabuelo. Saben que ‘en Italia’. Si es dato muy antiguo, puede ser previo a
la formación del Registro Civil y ahí hay que pasar a los registros de las
parroquias italianas, que muchas se destruyeron con la guerra o se perdieron
por el paso del tiempo en sí”, describe.
Por eso, recomienda "empezar por casa": preguntar
a primos lejanos y buscar en cajas de viejos papeles.
¿Qué hay que presentar? Todo lo que certifica el linaje
italiano: desde el antepasado de la persona que solicite la ciudadanía, todas
las partidas de nacimiento de los familiares de esa persona, así como también,
si es el caso, las de matrimonio, divorcio y defunción.
Otro paso clave es obtener el Certificado de la Cámara
Nacional Electoral que muestra que el antepasado no se naturalizó argentino. Si
lo hubiese hecho antes de tener hijos, habría perdido la ciudadanía italiana y
sus descendientes ya no podrían sacarla.
Desde la Cámara Electoral dijeron que sólo en mayo ya hubo
6.109 solicitudes para acreditar la no naturalización de un italiano. En abril
fueron 5.466. Y en marzo, 5.415. Vienen en alza.
Toda la documentación debe ser oficial. Y no importa si los
familiares en el medio del linaje tienen la ciudadanía o no. Lo importante es
que no se haya cortado el derecho de sangre (ius sanguinis).
"En pandemia explotaron las solicitudes. Me había
pasado lo mismo en 2001. En crisis, se activa la idea de tramitarla",
explica Viviana, una reconocida gestora de Mataderos que pide anonimato.
¿Por qué es tan difícil conseguir un turno para presentar la
carpeta? "El principal motivo es que los consulados más importantes, el de
Buenos Aires, La Plata, Morón, tienen muy poco personal para la alta demanda.
El sistema de la web colapsa siempre", puntúa.
Clarín intentó comunicarse en reiteradas ocasiones con el
Consulado General de Italia para consultar por las demoras y la cantidad de
solicitudes, pero no obtuvo respuesta.
En Argentina hay nueve sedes consulares: Buenos Aires, Lomas
de Zamora, Morón, La Plata, Bahía Blanca, Mar del Plata, Córdoba, Mendoza y
Rosario. Todas exigen que no sean gestores quienes ingresen a los portales
virtuales y, de hecho, el IP de usuarios se bloquea a una determinada cantidad
de entradas.
Una vez que se consigue el turno, hay un primer filtro que
descarta a quienes no cumplan los requisitos para solicitar la ciudadanía. Sin
contar las traducciones --desde $ 3.500 por partida-- los impuestos consulares
son equivalentes a € 300.
Una vez presentada la carpeta, el consulado comenzará el
período de análisis de la solicitud, que suele llevar hasta 2 años. Como estima
Latrecchiana, puede demorar unos tres años pasar por todas las instancias hasta
obtener la ciudadanía italiana por reconstrucción. Después de eso, se destraba
el camino hacia el passaporto rojo. Otra odisea italiana.

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