Son lajas o baldosones de piedra trabajados a mano que
tienen unos 100 años y que aún conviven con las nuevas veredas de la ciudad en
el casco céntrico. No quedan muchos tramos, pero los que están parecen recién
colocados a pesar del paso de los años.
Fueron picadas a fuerza de formón y maza una por una y
colocadas en aquella configuración que supo tener la ciudad.
Aún se las puede ver en "la bajada" de Mitre hacia Yrigoyen, en Moreno entre Avellaneda y
Carlos Madariaga. Éste último tramo es, tal vez, el más largo que aún persista.
Y también hay algunas zonas de Avellaneda
en donde aún existen.
Siempre hacia la zona de las vías del tren en es donde más
elementos históricos se pueden encontrar. Es que la ciudad nacía desde la
estación de tren hacia el centro.
Las baldosas eran tan resbaladizas y peligrosas que debieron
dibujarle –a fuerza de martillazos- marcas internas para evitar que los
transeúntes se caigan al piso.
Son un elemento patrimonial que, a diferencia de distintas
fachadas, no están protegidas por ninguna Ordenanza Municipal.




Redes