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Una argentina lleva 18 días confinada en Shanghai: “Me dejaron tres zanahorias para comer una semana”


Solitaria y autosuficiente, enfocada en su carrera de modelo desde hace cuatro años, Micaela Tosi flaquea, se emociona, pero se esfuerza por evitar lagrimear. Dice que es fuerte, que no quiere "dar una imagen de debilidad", ni tampoco preocupar a su familia, pero la incertidumbre, ansiedad y la propia situación de encierro la tienen contra las cuerdas. "Desde el 1° de abril que estoy encerrada en la habitación y no hay perspectivas de salir de aquí".

Micaela tiene 21 años, es mendocina, y desde Shanghai, donde es de madrugada, le cuenta a Clarín su cuadro de angustia. Llegó a China en noviembre por su trabajo de modelo de alta costura, con un contrato de tres meses y le pidieron extender el vínculo laboral hasta el 31 de marzo. "Me pareció que era una buena oportunidad, en Asia se paga muy bien, así que no lo dudé. Pude acomodar mi pasaje para el 5 de abril". Pero nunca imaginó la joven "el tan repentino rebrote de coronavirus" que azota a la gran ciudad industrial.

A pesar de la política de "tolerancia cero" que dejó confinadas a los 25 millones de personas que habitan en Shanghai, las autoridades advierten un repunte de casos de la variante Ómicron. "Los contagios en los últimos pasaron de 25 mil a 30 mil por día y en el barrio donde yo vivo ascendieron de 400 a 1.000, lo que me lleva a pensar que esto va para largo, lo cual me tiene loca, con una ansiedad que me como las paredes, pero bueno, trato de pasar los días como puedo".



Sin hablar más que tres palabras en chino, la fuente de información y la que le indica los pasos a seguir a Tosi es la agencia de modelos a la que pertenece. "Yo reporto a la agencia, que es la que me pasa un parte diario y me dice cuándo tengo que bajar a hacerme un PCR, test que se repite cada 48 horas. Me da miedo contagiarme, porque en caso de dar positivo me mandarían a un centro de aislamiento y no me gusta nada ese lugar por las imágenes que vi. Imaginate que venía una chica a hacer la limpieza y pedí por favor que no me la mandaran más".

Micaela vive en una habitación de un hotel céntrico en el noveno piso. Allí estuvo conviviendo con seis colegas que "tuvieron el instinto y la intuición de salir a fines de marzo, justo a tiempo de la ciudad. Me da bronca no haber percibido lo que se venía, pero teniendo mi vuelo para la Argentina tan cercano en cuanto a la fecha, tampoco quería alejarme de Shanghai. Es el destino, estaba señalada y debería estar más canchera, porque ya pasé otros confinamientos en Tokio y Milán, pero éste es el más desconcertante, porque no sabés con qué se desayunará el gobierno al día siguiente".

Los primeros días de encierro la mendocina los fue "surfeando", ilustra. Describe una rutina que intenta mantener, aunque ahora un poco más desordenada. "Limpio la habitación, lavo y plancho mi ropa, curso de manera online el segundo año de Gestión de Moda, hago una hora de gimnasia con mi personal trainer virtual, hablo con mis padres a diario y veo series en Netflix. Ahora estoy muy enganchada con 'Inventando a Anna'. Pero a veces el estado de ánimo me juega en contra y me viene el desgano".

Debido a su colon irritable, Micaela está de capa caída por estas horas. "La comida aquí está muy condimentada, todo tiene carne y yo soy vegana. Hace unos días que me arreglo con arroz y zanahoria... ¿Cómo es el tema de la comida? Abastecen con bolsas de verduras, legumbres, algo de carne, y el recepcionista del edificio hace el reparto. Lo más loco fue que el sábado me dejaron mi ración semanal pero cuando vi que sólo había tres zanahorias, no lo podía creer, pensé que me habían robado, pero me explicaron que no había más comida. Por suerte entre los vecinos comprobé que solidaridad y pude conseguir fruta y verdura". 



Gracias a una aplicación estadounidense, Micaela puede acceder a Whatsapp y a Instagram, prohibidos en China. "Es un país difícil, el comunismo tiene sus leyes y hay que respetarlas. Hoy estoy enojada y veo todo negro y no sé si volvería, aunque este país tiene cosas increíbles, hay mucha seguridad, pero estos encierros son insoportables y ellos son excesivamente rigurosos. ¿Te imaginás estoy en Argentina? -se ríe con ganas-. Ni en pedo pasaría esto después de lo vivido, te meten un piquete y se terminó el confinamiento".

Comenta Tosi que "el pueblo chino en general es muy obediente, hasta sumiso, con las leyes que impone el gobierno. Pasan cosas muy duras y difíciles de digerir en otros lados, como que separan a los hijos contagiados de sus padres y, no importa la edad, se los llevan para aislarlos. Después de varios meses aquí, me di cuenta que el chino tiene esa forma brutal de hablar, pero no están enojados, son así, pero remarco su respeto hacia la otra persona".

Hace saber que pidió ayuda al consulado argentino, "pero me ignoraron, me dijeron que no podían hacer nada cuando les pedí un transporte que me lleve al aeropuerto. Y como tengo pasaporte italiano, también llamé al consulado y me respondieron rápido pero me explicaron que yo aquí en China figuro como ciudadana argentina y no pueden trasladarme, pero me ofrecieron traerme agua y comida. Me sentí mucho más contenida".

El movimiento aéreo de Shanghai es limitado aunque salen algunos vuelos hacia Europa. "Estoy buscando la manera de irme, como sea. No importa si no viajo a la Argentina, quisiera ir a Italia o España y en todo caso desde allí me saco otro pasaje, pero bueno, no es sencillo conseguir pasajes y los que aparecen por ahora cuestan fortuna".

Autosuficiente, Micaela reconoce estar con la guardia baja. "Sola se me está haciendo pesado, quizás con alguna colega la hubiera piloteado un poco mejor... Y mirá que yo soy una chica desenvuelta, desapegada, hace cuatro años que viajo por el mundo y dejé familia, amigos y hasta posibles parejas por mi trabajo, que lo es todo... Pero confieso no veo la hora de estar con mis madres y con Manuel, mi novio, que me hace el aguante".

Admite que hace catarsis haciendo gimnasia pero también "llorando mucho". Dice que un pico de ansiedad, un ataque de nervios que la llevaron a pedir ayuda al seguro médico. "Expliqué los síntomas que padecía y me respondieron que se debe al estrés y la acumulación de tensión, que provocaron esta irritación gástrica. Pero más allá de estos contratiempos, estoy bien, quiero mostrarme positiva".





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