Por el paso del tiempo o por la carga que ha pasado sobre ellos los reductores de velocidad de plástico se rompen, dejan de cumplir su función y pasan a otra que se vuelve aún más peligrosa para los autos: dañar las cubiertas.
Si bien se
colocan bulones que son redondeados en algunas oportunidades pueden encontrarse
algunos con tuercas que se vuelven más peligrosos.
Los reductores
plásticos son más rápidos de colocar pero sin el mantenimiento y reemplazo
anual pierde su efecto. Son soluciones transitorias para conseguir un objetivo
rápido sin la necesidad de encarar una obra que requeriría el corte de calle
para colocar allí un lomo de burro.
En las fotos
se ve el reductor que se encuentra justo en el ingreso de la Avenida Buenos Aires
frente al club Juventud Unida.




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