Con las tarifas de los servicios públicos y un dólar
atrasados, la inflación de marzo se disparó a 6,7% -la más elevada desde abril
de 2002- en el marco de la falta de anclas nominales para las expectativas
privadas sobre el rumbo económico -una carencia fogoneada por las crecientes
tensiones entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner-, y como consecuencia del
avance internacional de los precios de los alimentos y la energía debido al
conflicto en Europa del Este.
En el primer trimestre del año, la suba de los precios
acumuló un 16,1% (el peor dato desde 1991), mientras que en doce meses sumó
55,1%. La inflación núcleo, que elimina precios regulados y estacionales, llegó
a 6,4%. El capítulo de Alimentos y bebidas, el que más pesa en el índice de
precios al consumidor (IPC), avanzó un 7,2%.
El número conocido hoy, anticipado horas atrás por el
oficialismo, no sólo es el más alto en lo que va del año, sino que fue más
elevado que el previsto por el mercado. El Relevamiento de Expectativas del
Mercado (REM), que consulta a consultoras privadas, estimaba un 5,5% para el
mes pasado. Antes de conocerse el número de hoy, los privados ya habían
ajustado su estimación para el año -por séptima vez consecutiva- hasta un 60,9%
(top ten de los pronosticadores). El Gobierno estimó en el acuerdo con el Fondo
Monetario Internacional (FMI) que espera un alza en una franja de entre 38% y
48%.
El avance de los precios de marzo superó además los peores
registros en los tiempos del gobierno de Mauricio Macri. Estos fueron, en medio
de una corrida del dólar, en septiembre (6,5%) y octubre (5,4%) de 2018 y en
septiembre de 2019 (5,9%). Por otro lado, según señaló el economista Federico
González Rouco, ya con una inflación de 6% de marzo (fue 6,7%), “se cierra el
primer trimestre de 2022 con la mayor inflación desde 1991″. Atrás de este
récord bajo la gestión de Alberto Fernández estuvieron el del 13,8%, de Axel
Kicillof (Cristina Kirchner) en 2014, y el 13% del año pasado.
Apenas conocido el dato oficial, el Ministerio de Economía
difundió una inusual -por lo escueta- interpretación. “La inflación de marzo se
aceleró impulsado también por el contexto internacional”, indicó. Remarcó
además la suba en los precios regulados (8,4%), donde impactaron las alzas
tarifarias. “Aportó 1,5 puntos entre las regiones”, analizó.
El mes pasado, el rubro Educación mostró el principal
avance, por arranque de las clases y las alzas en la canasta escolar. El
aumento fue de 23,6%. Detrás vinieron la ropa (10,9%), por el cambio de
temporada; Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles, por los
incrementos de tarifas de la luz, el gas, y la nafta (7,7%), y los alimentos
(7,2%).
La mirada de los analistas
“Es un número muy elevado. Marzo tuvo distintos factores que
se suman a la inercia, que ya era muy significativa”, afirmó a este medio el
economista de Anker Latinoamerica Martín Vauthier. “En el mes pasado se
conjugaron el efecto pleno del shock que generó en los precios la guerra en
Ucrania, la suba de los regulados [tarifas] y el hecho de que marzo es un mes
con alta estacionalidad. Probablemente, abril sea más bajo, pero va a ser alto
por el arrastre estadístico”, aseguró Vauthier.
“Hacia adelante hay un enorme desafío teniendo en cuenta que
las anclas tradicionales no funcionan, que el tipo de cambio acelera su
crawling peg [mini depreciaciones], que las tarifas se van a seguir moviendo en
el marco del acuerdo con el Fondo, que se reabren las paritarias y que los
márgenes empresarios van a tratar de recuperar el alza de costos; todo en un
contexto de expectativas desancladas”, afirmó el experto, que agregó además que
las trabas a las importaciones generan fuertes dudas en los costos reales de
reposición y que el Banco Central (BCRA) tiene poco margen para subir sus tasas
por la enorme bola de pasivos remunerados (ya llega a los $5 billones). “Se va
a necesitar un programa de estabilización que sea creíble para el mercado y que
esté respaldado por la política”, concluyó.
“En los últimos tres meses, la inflación navegó en un 5%
mensual promedio, lo que equivale a una tasa anualizada del 81%”, afirmó, la
economista jefe de LCG, Melisa Sala. “Habiendo acumulado una suba del 16% en el
primer trimestre, la proyección plasmada en el acuerdo con el FMI queda
desvirtuada. Alcanzar la banda superior (38%-48%) demandaría una desaceleración
a 2,7% mensual en los meses que restan del año. Esto hace pensar que en mayo
las previsiones del FMI serán corregidas. Habrá que ver la proyección que el
Gobierno especifica en el presupuesto que deben presentar este viernes”, estimó
la especialista, que dijo que con una desaceleración a niveles del 4% en los
próximos nueve meses que restan del año, la inflación de diciembre llegaría a
65% anual.
Un informe del Ieral estimó que es posible que un punto
porcentual del 6,7% de la inflación mensual de marzo pueda ser atribuido al
impacto que tuvo la guerra de Ucrania. “Los 5,7 puntos restantes pueden ser
explicados por la brutal emisión monetaria del segundo semestre de 2021, a lo
que se suma la crisis política del oficialismo, que está provocando que los
pesos están circulando a mayor velocidad (cae la demanda de dinero), junto con
una marginal recomposición de precios regulados que se vienen atrasando desde
2019”, estimó el documento, que concluyó que el Gobierno deberá ser “muy
cuidadoso” para evitar un Rodrigazo, que la dolarización “no es una opción”
como tampoco el gradualismo y que afirma que la solución más potable para la
suba de precios será un plan de shock secuenciado, similar al “Plan Real” de
Brasil.

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