Cuando apenas acababa de ingresar a su trabajo, una mujer fue sorprendida dentro del negocio por un ladrón que le exigió la recaudación de la caja. La vendedora le suplicó que no le robara el celular: “Te lo ruego, lo necesito para trabajar”.
El delincuente en un principio se había hecho pasar por un cliente y le pidió algunos productos. Cuando la empleada le cobró, le dijo que se quede quieta y se agarró la cintura presumiendo una supuesta arma.
Ante el asalto, la empleada le insistió al ladrón que recién abría el comercio por lo que no había recaudación. Tras darle algunas monedas de la caja registradora, el ladrón le exigió el celular.
La mujer le entregó su celular y el asaltante se dirigió hacia la puerta pero antes de que llegara a irse, ella lo interceptó suplicándole: “¿Te pido un favor? ¿No me podés dejar el celular?”.
El delincuente intentó volver a salir y la empleada le insistió nuevamente por su celular: “Tengo una empresa, estoy trabajando con eso. Te lo ruego”.
Al ver que no retrocedía en su postura, la mujer le ofreció que tome lo que quiera del lugar. Fue allí cuando el ladrón la obligó a ponerse de rodillas mientras ella suplicaba que le devolviera el celular.
Sin atender a su pedido, el delincuente siguió amenazándola para que se quedara en el piso y salió del negocio con el celular de la víctima.
El delincuente en un principio se había hecho pasar por un cliente y le pidió algunos productos. Cuando la empleada le cobró, le dijo que se quede quieta y se agarró la cintura presumiendo una supuesta arma.
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo
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