
Absolutamente todos los días hay siniestros viales en la
zona de La Frontera en Pinamar en terrenos que son privados y en donde el
estado no tiene injerencia. Ya suman dos los muertos de la temporada en menos
de una semana: Agustina Queirel, de 33 años y oriunda de Corrientes, y Antonio
Emilio Salinas, de 31 años de edad y oriundo de Escobar. A ellos se le suman no
menos de una decena de heridos en distintos vuelcos que se producen en los
médanos.
Lucas Ventoso es el secretario de seguridad de Pinamar. Su
área coordina a los agentes de tránsito que, por ley, sólo regulan lo que pasa
en las calles. Por eso, tienen una posta en la última calle antes de entrar a
La Frontera.
Pinamar se va a convertir en la Capital Nacional de Donación de órganos
La frase de Ventoso no escapa a la realidad. Hubo ya varias
muertes en donde los familiares optaron por esta alternativa para salvar otras
vidas. El año pasado Matías Mares, de 24 años, viajaba en moto por los médanos
y fue chocado por un UTV en Ostende. Ocurrió en enero y a las pocas horas
ingresó en un estado irreversible con muerte cerebral. Sus familiares
habilitaron la donación de hígado, corazón y riñones.
Con la cantidad de vehículos que pasan el día en la zona y
sin más “apoyo policial” se vuelve “difícil” de controlar la vasta extensión de
playas para que nadie pase al sector privado, reconoció el miembro del
ejecutivo quien pidió presencia policial en esa zona.
Otro problema que advierte Ventoso es que este tipo de
vehículos no tienen identificación visible. "No hay ley provincial o
nacional que obligue a patentarlos, sí tienen número de motor, identificación
de Aduana, pero no patente. Entonces se hace muy difícil identificar a quién
pertenecen", explicó.
“Entran por Costa Esmeralda, o por la ruta, incluso a veces
por el corredor seguro de la playa. En todos lados hay carteles que indican que
no se puede pasar los 40 kilómetros y con casco. Y a los médanos no pueden
entrar, es terreno privado. Pero lo hacen igual”, contó.
La madre que se mató, de 33 años, no mató a sus hijos de casualidad. Hay que terminar con esta locura, con este delirio. Entran como si fuera el Sahara, y no saben o no toman conciencia de los peligros que corren
El verano recién comienza y todo parece indicar que esta
clase de noticias se repetirán.




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