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Dijo que su ex pareja se fue de la casa, pero la había matado y prendido fuego el cuerpo

La desesperada búsqueda de Eugenia Olivera, de 37 años, terminó en la tarde de este martes con el peor final. Sus restos óseos fueron encontrados en el kilómetro 33 de la Ruta Provincial 46 que une los departamentos catamarqueños de Andalgalá y Belén, en la zona conocida como Amanao. Estaban en un pozo y habían sido quemados.

Olivera fue denunciada como desaparecida el pasado 16 de julio por una amiga que aseguró que no sabía nada de ella desde hace varios días. La mujer era madre de tres hijos y tenía una relación conflictiva con su ex pareja Eliseo Guerrero.

Al ser consultado por el paradero de la mujer, el hombre dijo que ella se había ido a Tucumán a visitar a familiar y los había abandonado. Luego, cambió su versión y aseguró que estaba internada con coronavirus en un hospital de la ciudad de Buenos Aires. En una tercera versión que dio a los investigadores, afirmó que él la había llevado a la localidad de Belén. Todas esas posibilidades fueron descartadas.

Tras casi dos meses de intensa búsqueda, Guerrero confesó que la había asesinado y reveló dónde había dejado los restos de su ex pareja. Allí llegaron los efectivos cerca de las 16 de este martes, mientras la fiscal Soledad Rodríguez, a cargo de la causa, ordenó la inmediata detención del femicida.

Olivera era oriunda de Tucumán, y tras conocer a Guerrero se mudó con él a Andalgalá, donde alquilaban una casa en el barrio La Florida. Trabajaba como secretaria en una clínica privada y estaba estudiando enfermería. Estaba en pareja desde hace 10 años que estaban juntos y tenían tres hijos de 8, 6 y 3 años.

Horas después de conocerse el femicidio, las madres de los compañeros de colegio de sus hijos, sus amigas, vecinas y familiares exigieron justicia en una marcha hasta la comisaría local donde está detenido el asesino.





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