Han pasado
28 años de aquella vez en que Madariaga llegó a las tapas de los diarios
nacionales y apertura de los noticieros. Fue en 1993 que el nombre de nuestra
ciudad se asoció con lo paranormal y, el uso de nueva e incipiente tecnología, permitió
emisiones en vivo desde un punto lejano a la Capital federal para mostrar en
directo lo que antes José de Zer debía mostrar editado en el viejo Nuevediario
de Canal 9.
Una “Casa
Embrujada” en pleno pueblo, con movimiento de objetos extraños sin ningún tipo
de explicación y con una sociedad sacudida entre la incredulidad y la necesidad
de saber que pasaba realmente.
En las
últimas 72 horas medios nacionales volvieron sobre el tema y realizan informes
especiales sobre el caso. En el año 2018 Clarín habló del asunto y fue luego de
la aparición de material fílmico en el Facebook Madariaguenses Fuera de Casa.
Después los seguidores del blog: fenómeno ovni se dedicaron a buscar recortes de
la época y los consiguieron. Pero el impulso máximo se logró con el video del
youtuber Damian Kuc el año pasado que ya cosecha casi 1,3 millones de
reproducciones y ahora se sumaron La100 y el Diario La Nación.
Lo
presentan como el último fenómeno poltergeist del que se tenga conocimiento
mediático de magnitud en el país. Comenzó en abril de ese año cuando la familia
que vivía en la casa de Urrutia al 500 se presentó en la comisaría para
denunciar que las cosas se movían.
Era obvio
que los policías no creían pero los mitos de campo, sin embargo, seguían
calando hondo todavía en aquella época y dos uniformados fueron a corroborar
que pasaba. La precaria vivienda no tenía luz –detalle no menor en esta
historia- y verdaderamente hubo objetos que se movieron y asustaron a los
uniformados. Uno de ellos relató que una panera de chapa voló, el otro que los
repasadores o silla se movían como locos y salieron corriendo.
Llamaron a
Mar del Plata para consulta acerca de qué hacer. No sabían que poner en la
denuncia mientras la redactaban en la máquina de escribir. En aquella época no
había internet, no había teléfonos celulares ni cobertura, sólo existían dos
diarios, algunas radios y los canales 4 y 3 que recientemente había comenzado
con sus emisiones. Para las dos señales fue un golazo de media cancha la
historia porque fueron los primeros en entrar, en grabar, en hablar con los
habitantes del lugar: María Ferreyra, por entonces de 68 años; su hija, Julia
Ramona, de 36; y su nieto, Julio Nazareno Nahuel, de 10.
Si la
pregunta del lector es si se movían las cosas… lo cierto es que sí. Una de las
cámaras del Canal 4 captó un fuentón y una mesa de luz moviéndose. Pero siempre
tengan en cuenta esta salvaguarda: en la casa no había luz y las cámaras no
eran como las de hoy.
Todos los
que entraban ya estaban bajo tensión y con una superstición de que algo allí
iba pasar. Por más que pareciera un ruido normal ahí era paranormal.
Canal 8 de
Mar del Plata y el Diario La Capital llegaron para su cobertura. Estuvieron un
día y las notas impactaron. Lo que había comenzado un sábado, para el martes ya
repercutía en una ciudad de más de 500.000 habitantes. Jorge Alfieri, uno de
los periodistas más reconocidos de Mar del Plata y con lazos con Canal 13 de
Buenos Aires llegó para registrar notas. Ya el miércoles, en Capital, se empezó
a hablar del tema.
Para el
jueves o viernes en la ruta ya era una caravana de móviles hacia Madariaga. Todos
venían con grupo electrógeno y un carro para montar la antena satelital. Eran los
nuevos chiches de la época y no había muchos antecedentes de viajes para
usarlos en vivo para aquel entonces. Madariaga fue un experimento en ese
sentido y la calle Urrutia alojó a esa caravana de camionetas de los canales
13, 11, 2, Crónica y CVN.
En la
puerta no sólo era la familia hablando sino también vecinos y especialistas. Parapsicólogos,
videntes y vaya a saber uno cuantas cosas más hablaban de la “Casa Embrujada”.
Lo más llamativo es que los programas políticos de la época armaban una mesa
redonda para hablar de esto. Síntoma de que la política nacional algo cocinaba
y que no quería que nos enteremos.
La primera
en aparecer fue Susy López, que jugaba de local. Presentada como quiromántica,
psicografóloga y tarotista local, advirtió que se trataba de un fenómeno
poltergeist y que a instancias de María Ferreyra había expulsado al espíritu
burlón de la casa.
Desde otro
lado, y blandiendo una Biblia, el pastor evangelista pentecostal Pedro
Istillarte pronosticaba que el espíritu iba a regresar “siete veces más
fuerte”. Don Pedro, como lo llamaban en el pueblo, metía miedo y decía que la
presencia era el mismo Demonio. Recordaba que dos años antes la familia lo
había visitado preocupada por visiones extrañas.
María y
Julia Ferreyra tenían otra explicación. Para ellas se trataba del abuelo
Timoteo, que había muerto un año atrás y no había sido “enterrado como Dios
manda”.
El dueño de la rotisería que sostenía que todo era mentira
Cuando todo
el mundo estaba expectante de ver que nuevo capítulo diario entregaba esta
novela que se escribía en Madariaga apareció Mario Carolio, el dueño de una
rotisería ubicada a metros de la casa. El comerciante aseguraba que entró el
primer día junto a los policías, que era de noche, que estaba lloviendo y todo
eso daba un aspecto más tenebroso.
Reiteró que
la casa no tenía luz, que se iluminaban con una vela y que recién al salir
empezaron a caer objetos del techo. Objetos que no tenían explicación alguna
como para estar ahí. Si bien nadie creía todos tenían algo de miedo e
intentaban procesar lo que sucedía.
Fue Carolio
quién asegura que pudo ver al nene Julio Nazareno arrojando cosas sobre el
techo para que cayeran en el frente de la casa. Siempre lo repitió pero eran
más los que precisaban creer en que algo paranormal pasaba.
Eran tantas
las historias que todos los días surgía una nueva. Por ejemplo Carolio arrojó
papas en el terreno de la casa una noche y enseguida se armaba una nueva
historia sobre el espíritu que estaba en ese lugar. Se decía que de noche un
árbol llegaba a darse vuelta unos 100 grados o que tal vez había arrojado algo
de un fallecido de la clínica contigua. Si alguien lo contaba y medía en la
pantalla todo servía.
Con el paso
de las semanas el caso se diluyó fue cayendo en el olvido aunque siempre, al
pasar por ese lugar, la gente le dice a sus hijos y nietos que “esa es la Casa
Embrujada”.
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo
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