En el año 1987 un medio local reflotaba parte de la historia
en una especie de manual que quedó guardado en pocas viviendas de nuestro
partido. Nueva Jornada editó un periódico de unas 80 páginas con un trabajo de
interconsulta sobre historias muy interesantes para festejar los 80 años de la
ciudad.
Una de ellas, que posiblemente hoy pueda pasar desapercibida
es la que involucra a laguna “El Rosario” y habla de la posibilidad de la
existencia de un tesoro en esa zona.
La leyenda habla de cientos de relatos confusos e inconclusos
que fueron pasando de boca en boca y deformándose sobre la presencia de un
tesoro escondido entre pajonales de la laguna.
A principios de siglo los herederos de Álzaga escucharon de
los labios de un pariente que, en un paraje denominado Los Talas, junto a una
laguna se había escondido un tesoro que contenía joyas, platería, recuerdos de
familia, marfiles y porcelanas virreinales.
Los cofres habían sido enterrados bajo un tala, del cual
habían colgado un rosario de dimensiones medianas, como fijador del lugar del
tesoro.
Los enterradores pertenecientes –probablemente- a un grupo
de fugados de un ataque indio, murieron sin poder recuperar los objetos pero
transmitieron antes la ubicación del mismo a miembros de la familia Álzaga.
Muchos años después, cuando varios de los Álzaga paseaban
por el lugar, una de las niñas que había salido a dar una vuelta a caballo,
regresó “a las casas” con un rosario entre sus manos. Tenía moho y polvo. Allí,
los conocedores de la historia que habían pensado que el cuento había partido
de algún anciano fantasioso, comprendieron que la historia podía ser real y que
el rosario podría ser el que marcase el lugar del tesoro.
En vano hicieron cientos de preguntas a la pequeña para
obtener el lugar exacto del cuál había sacado el rosario y durante meses –según
cuenta la historia- hubo cientos de excavaciones en los montes de la zona sin
obtener el resultado buscado, ya que los miles de talas de la región aún
ocultan este secreto.
Desde entonces, la laguna cercana lleva el nombre de El
Rosario, como un símbolo al secreto que esconde en sus terrenos, pajonales o
debajo de un tala.
(Datos extraídos de manuscritos y cartas de don Rubustiano Unzué. Archivo Provincial)




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