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(VIDEO) La historia de la enfermera que viaja de La Plata a San Clemente y la hacen caminar 10 km para llegar a su casa

Se trata de Yanina Marchesani, es una enfermera de San Clemente que desde abril vive en La Plata, donde “hace base” para desplazarse hacia una clínica privada de Ensenada y otra de la capital federal. Entre las tres ciudades, alterna su rutina y sus horarios de trabajo. Y Como otros tantos trabajadores de la salud, se encuentra en la primera “línea de fuego” en la lucha contra el Covid-19.

Días atrás, en su último regreso a San Clemente para visitar a sus dos hijos, a los que no veía desde hacía varias semanas por los problemas para desplazarse en el contexto de la pandemia, Marchesani atravesó una odisea terrible, en la que debió sortear numerosos escollos que asoció con impericias en los controles municipales y con algunas acciones inhumanas.

El primer gran inconveniente lo tuvo en General Lavalle, donde se topó con un retén y los agentes le impidieron seguir y la demoraron por más de cuatro horas con intensión de trasladarla a un hotel para que cumpliera con 14 días de aislamiento.

Consultada por este medio, la enfermera contó que se negó a los requerimientos de los inspectores porque los agentes estaban en falta con el decreto municipal 345, que establece que el personal de salud puede ingresar al Partido de la Costa sin guardar aislamiento.


La mujer relató tras ser retenida:
“Me amparé en el artículo 1 del decreto 345 y con toda la documentación en mano (Cuidar, acreditación de personal esencial, DNI con domicilio en La Costa, Matrícula Nacional de Enfermería, testeo de PCR para Covid-19 (-) a dos días anteriores) y empecé a caminar hacia San Clemente”.
Pero la pesadilla no terminaría allí, ya que ningún remís, ni de Lavalle ni del Partido de La Costa, se acercó a buscarla para llevarla hasta su casa a pesar de su condición de personal de salud y de acreditar resultados negativos del testeo.

Al respecto, explicó que los conductores tienen directivas de no trasladar a personas en trayectos interjurisdiccionales, y que en casos de personas que llegan desde Buenos Aires la decisión es que tanto los choferes como los pasajeros deben ser aislados por 14 días.

Luego de sortear los inconvenientes y en medio de la oscuridad, el frío intenso y el cansancio del viaje, la mujer no tuvo más alternativa de emprender el periplo a pie. Todavía se encontraba a más de 20 kilómetros de San Clemente.

Sin embargo, tras diez kilómetros de caminata "titánica", entró en la cuenta de que era seguida de cerca por una camioneta municipal. Y no sólo eso, sino que también la filmaron.

Según acusó, dichas imágenes, que se difundieron públicamente en el Partido de la Costa, fueron entregadas a un periodista local con acusaciones de que ella había sido trasladada a un centro de aislamiento y que se había escapado.

Marchesani contó que “se acercó un móvil municipal que intentó persuadirme de regresar al retén, a lo que me negué y me tuvieron como media hora esperando que me acerquen un permiso desde San Clemente, pero como ese permiso no llegaba y los agentes temblaban de frío porqué había viento y lloviznaba, finalmente continuó caminando”.

Iba por el kilómetro 296 y todavía restaban 9 para llegar a su hogar.
“Me dolían los brazos, iba con los bolsos, así que los chicos del móvil me ofrecieron transportar mi equipaje, pero no podían subirme para alcanzarme a mi casa”.
Explicó.

Según recordó:
“Cansados de verme caminar, me subieron en la parte trasera de la camioneta y me alcanzaron hasta la entrada a San Clemente”.
La pesadilla de la trabajadora continuó en los días siguientes con la difusión de las imágenes de ella caminando en la ruta y con acusaciones de haber escapado de un centro de aislamiento, lo cual -dijo- nunca ocurrió.

Marchasani afirmó que era la segunda vez se regresaba a San Clemente para encontrarse con sus hijos durante la cuarentena. Hasta antes de la pandemia viajaba semanalmente. Si bien viven en La Plata desde abril, solía viajar desde la capital federal, donde había trabajado durante seis años y luego tuvo que volver debido a la falta de oportunidades laborales en su ciudad.
“Intenté tener trabajo en San Clemente, pero no conseguí. El año pasado, no tenía para comer, mucha gente me conoce que iba a La Plata a realizar trámites para entrar en el hospital de San Clemente, pero nunca me han llamado”.
Dijo. En ese sentido, se mostró agradecida “con Claudia Ortega de Clínica de la Ribera de Ensenada por la oportunidad laboral y a Sergio Russo del sanatorio Julio Méndez que hizo posible que llegue a casa”.

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