Las dos mujeres le ofrecieron a la empleada la recarga del matafuego a un precio muy conveniente y le aseguraron que siempre hacían esa tarea para el dueño del local, Blas Guevara.
La joven fue a consultarle al dueño y esos segundos en donde el local quedó sólo ambas mecheras aprovecharon para alzarse con plata y productos para escapar en una Fiorino roja con capot negro.




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