Un trabajador rural de Gualeguay, Entre Ríos, se volvió en las últimas semanas un fenómeno en redes sociales por su notable parecido físico y gestual con el presidente Javier Milei. Los clips del joven —que publica mostrando tareas de campo, mates, caballos y escenas cotidianas del trabajo rural— acumulan reproducciones y cientos de comentarios que mezclan humor, política y asombro por la semejanza.
Los videos breves muestran a Diego Barreto (apareciendo en
redes como @mileiii.gualeyo040) haciendo tareas de campo, riéndose y
compartiendo momentos simples: mate en la camioneta, arreglos con animales y
bromas con amigos. Esa combinación de tono humilde y rasgos faciales que muchos
usuarios comparan con los del mandatario generó una lluvia de memes, reposts y
comparaciones en cadena. Las reacciones oscilan entre la burla festiva (“se ríe
igual”, “hasta el peinado es el mismo”) y la sorpresa más benigna, que lo
presenta como una suerte de “doble” espontáneo del Presidente.
El fenómeno del “lookalike” —o doble accidental— no es nuevo, pero vive un momento de auge gracias a la velocidad de TikTok y a la polarización política. Cuando la figura imitada es un político que despierta pasiones, la viralidad se potencia: el contenido es fácil de consumir, fácil de parodiar y sirve tanto como entretenimiento como comentario político indirecto. En este caso, el contraste entre la vida rural y la figura urbana y mediática de Milei contribuye al efecto cómico: el “presidente del campo” es, en apariencia, una ficción que resulta simpática a buena parte del público.
A los clásicos chistes y comparaciones se sumaron interpretaciones más políticas: algunos usuarios relativizan la figura pública comparándola con un trabajador común; otros ven en la viralidad la prueba de que la imagen presidencial tiene una presencia cultural que trasciende discursos. Medios locales y nacionales recogieron la historia como ejemplo del fenómeno viral y la transformaron en nota con distintas claves: social, política y cultural.
El interés por un “Milei rural” tiene además otra lectura: no es secreto que el propio Javier Milei ha manifestado en entrevistas su deseo de, eventualmente, retirarse a la vida rural. En declaraciones públicas y entrevistas difundidas en programas nacionales, el presidente habló de su intención de “irse” a vivir en un campo, rodeado de naturaleza y mascotas, y de su afición por el polo —incluso celebró encuentros con figuras del deporte como Adolfo Cambiaso—, lo que alimenta la idea de una vida pospolítica alejada de la City. Esos trazos biográficos ayudan a que la figura del “mini Milei” sea más verosímil y simpática para una audiencia amplia.
En las publicaciones públicas no hay declaraciones políticas explícitas de Barreto: su éxito se explica por la naturalidad de los videos y por la llegada inmediata al público. No obstante, su caso abre la puerta a debates que exceden la anécdota: la construcción de identidad mediática, la economía de la atención en redes y la manera en que la política se mezcla con el entretenimiento digital.
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo
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