Cuanto más se sabe
de Tony Janzen Valverde Victoriano (20, alias "Pequeño J") más
desconcertante es el panorama. Apuntado –y con pedido de captura internacional–
por uno de los crímenes narco mas violentos y aberrantes de los últimos años,
su nombre no sonaba en el mundo del narcotráfico en el barrio donde vivía, la
Villa 21-24 de Barracas. Y este martes a la noche cayó en Perú, escapando casi
como un linyera: escondido en un camión Volvo y usando el mismo celular con el
que se movía en Argentina.
"Ni el chip
le había cambiado. Una cosa muy rudimentaria. El número era el mismo que un
testigo había aportado a la Justicia argentina. Algo muy poco profesional para
un narco", le dijo a Clarín, con asombro, la ministra de Seguridad de la
Nación Patricia Bullrich.
No bien tuvo el
número de línea en su poder, la Policía peruana comenzó a trackearlo y notó que
se movía en dirección Norte en el área de Pucusana, uno de los cuarenta y tres
distritos que conforman la provincia de Lima, ubicada sobre las costas del
Pacifico. Resultó que "Pequeño J" iba arriba de un camión Volvo al
que la policía interceptó.
Al parecer el
prófugo más buscado de la Argentina tenía planeado reunirse con su socio,
Matías Ozorio, en una pensión de Plaza Trujillo, en Parque Lima. Pero Ozorio
fue detenido pocas horas antes, obligándolo a seguir huyendo.
Al parecer Ozorio
se había escapado de Villazón cuando la Policía boliviana logró capturar ahí a
Lázaro Víctor Sotacuro, acusado e brindar apoyo logístico a los asesinos.
Juntos habían llegado desde Argentina en un micro de línea. Sotacuro con su
nombre y Ozorio con un nombre falso.
Tras llegar a
ellos, sorprender al "Pequeño J" era cuestión de tiempo.
La cantidad de
pistas y testimonios que fueron dejando tras de sí -al igual que lo burda y
carente de logística que fue su fuga- confirman el perfil que se tiene en la
causa por el triple crimen de Florencio Varela: se trata de una banda menor,
sin peso en la zona de la 21-24 y menos en la Villa 1-11-14 del Bajo Flores,
como se dijo en un principio.
Al menos por lo
que se sabe hasta ahora, la escala de sus crímenes de sangre está muy por
encima de se capacidad operativa como narcotraficantes.



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