Pablo Cortese, presidente del Servicio Nacional de Sanidad Agroalimentaria (Senasa), presentó su renuncia tras menos de ocho meses en el cargo, en el contexto de al disputa desatada por la importación de la vacuna contra la fiebre aftosa. Voceros de Agricultura confirmaron a este medio el paso al costado por “motivos personales”.
Aún así, en el entorno la pulseada por las vacunas
importadas pesaba como explicación de la renuncia. La controversia se originó
cuando, bajo la gestión de Cortese, Senasa facilitó la importación de productos
veterinarios, una política impulsada por el gobierno de Javier Milei para
reducir los costos en el sector agropecuario. Esta decisión provocó el rechazo
de los laboratorios nacionales, que consideraron amenazada su posición en el
mercado.
La tensión escaló cuando uno de los laboratorios más grandes
del país envió una carta documento a Senasa por un lote de vacunas importado
por una empresa competidora. Aunque Cortese calificó la acusación como
“totalmente improcedente”, la polémica ya había tomado estado público.
El respaldo explícito de Javier Milei y del ministro de
Desregulación, Federico Sturzenegger, a la apertura del mercado profundizó el
aislamiento del funcionario.
Durante la Expo Rural, Milei afirmó: “Vamos a tener vacunas
a mitad de precio”, mientras Sturzenegger sostuvo: “Nos están estafando”.
La Cámara de laboratorios (Caprove) advirtió que la
liberalización de las importaciones pone en riesgo a una industria que emplea a
más de 8.000 personas y exporta por más de 100 millones de dólares anuales.
Cortese, de perfil técnico y bajo perfil público, optó por
dejar su puesto en un organismo considerado estratégico en medio de una disputa
política, sanitaria y comercial.
La controversia tuvo su origen en abril, cuando el Senasa
autorizó la entrada al país de un lote de vacunas importadas desde Brasil. Si
bien el ingreso había sido aprobado por el organismo, un laboratorio local
denunció presuntas irregularidades y reclamó una investigación interna. El
episodio tensó aún más la relación entre el sector privado y el ente regulador,
que ya enfrentaba críticas por parte de las principales cámaras de la
industria.
La salida de Cortese también estuvo precedida por una auditoría
interna ordenada para revisar los procesos de ingreso de productos veterinarios
importados. Aunque no trascendieron públicamente los resultados, fuentes del
sector interpretaron la medida como un intento de descomprimir el conflicto sin
dar marcha atrás con la política de apertura.
A lo largo de su gestión, Cortese sostuvo que las medidas
implementadas buscaban aumentar la competencia y bajar los costos para el
productor, en línea con los lineamientos del Gobierno. Sin embargo, la presión
política y empresarial fue en aumento y, según trascendió, el funcionario había
manifestado su malestar por la falta de respaldo institucional en los últimos
meses.
La renuncia se formalizó con una carta presentada el domingo
y aceptada de inmediato por las autoridades del Ministerio de Economía, de
quien depende el Senasa desde la reorganización administrativa. El organismo
había quedado en el centro de una disputa que involucra no sólo intereses
económicos, sino también aspectos vinculados a la sanidad animal y a las
relaciones comerciales con países vecinos.
Cortese había sido designado en diciembre de 2024 y contaba
con experiencia previa en el organismo, donde había trabajado en distintas
áreas técnicas. Su perfil técnico y su bajo nivel de exposición pública contrastaban
con el alto impacto político de las decisiones tomadas durante su breve
gestión.
Por ahora no se designó un reemplazante, pero trascendió que
se barajan nombres ligados al ala más liberal del Gobierno. El organismo
continuará operando bajo la conducción interina de funcionarios de segunda
línea hasta que se confirme una nueva autoridad.




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