Un misterioso pero al mismo tiempo conveniente episodio de
inseguridad se habría registrado en una de las firmas farmacéuticas
involucradas en el escándalo del fentanilo contaminado, que provocó la muerte
de -se presume- 15 pacientes internados en hospitales de La Plata y Rosario.
Según pudo fuentes judiciales y policiales, contaron que el
11 de mayo de este año, cuando la ANMAT ya tenía indicios de una grave
contaminación entre enfermos tratados con este fuerte anestésico, un empleado
de seguridad del laboratorio HLB Pharma -que proveyó el insumo a los centros de
salud afectados- denunció un acto de “intrusismo” en una oficina clave de esa
compañía.
A las 17.30 de ese día, un llamado al 911 alertó sobre una
“vandalización” ocurrida en un sector del complejo ubicado en la calle
Tomkinson al 2054, en San Isidro. Personal de la comisaría 7ma. de Las Lomas,
en ese distrito del norte del conurbano, se presentó en el lugar y constató
“gran desorden y roturas de equipos, materiales y objetos”. Los oficiales
instruyeron un acta y elevaron el expediente a la Justicia. Ingresó a una
fiscalía dedicada a delitos cometidos por “autores ignorados”. Y no tuvo
demasiado movimiento.
Pero resultó un ataque quirúrgico. En un sector clave del
edificio que contiene las oficinas administrativas y técnicas de esa empresa
que produce medicamentos y que ahora está suspendida por ANMAT.
Parece demasiado preciso para ser una casualidad. El 2 de
mayo pasado El Hospital Italiano platense, advirtió a la ANMAT sobre el brote
de neumonía por posible “contaminación cruzada” con una partida de fentanilo.
Detectó que tenían las bacterias Klebsiella pneumoniae y Ralstonia pickettii,
que no formaban parte de las colonias habituales contra las que luchaba ese
centro asistencial.
La sospecha era que podría haber sido consecuencia de un mal
manejo en la elaboración del medicamento a base del opiáceo sintético.
Apuntaron contra los proveedores de ese fármaco. La lupa cayó en HBL Pharma y
en el laboratorio Ramallo, asociados en la fabricación de fentanilo hospitalario.
HLB pertenece al empresario Ariel García Furfaro, actual
socio del sindicalista Víctor Santa María. Ramallo es propiedad de Ariel
Salinas, cuestionado por su presunta participación en el caso que se conoció
como "la mafia de los medicamentos". También fue dueño del
laboratorio Apolo, una empresa rosarina en la que ocurrió una explosión hace
casi 10 años, atribuida a las malas condiciones del lugar.
La ANMAT primero ordenó retirar los lotes donde se detectó
la anomalía y luego -el 13 de mayo- suspendió la habilitación de los
laboratorios. Dos días después, la Justicia Federal de La Plata ordenó
allanamientos en los establecimientos cuestionados y en la droguería Nueva Era,
encargada de la distribución del producto medicinal.
Pero antes de esas acciones habría ocurrido el extraño
episodio que ahora se conoce, lo que podría resultar un elemento trascendente
para la investigación que intenta dilucidar la secuencia de irregularidades.
De acuerdo con la información a la que accedió Clarín, en
ese episodio de “robo” y “vandalización” los intrusos destruyeron el área de
Garantía de Calidad de HLB. Es donde se asienta la documentación relacionada
con la elaboración de los lotes de productos fabricados y otros procedimientos
de resguardo que son exigidos por los organismos de control.
Además, según constaría en el expediente que tiene a su
cargo el juez Ernesto Kreplak, desapareció la caja fuerte donde estaban las
copias de seguridad de las cámaras internas. Varias semanas de filmaciones de
todos los movimientos del laboratorio ahora ya no se pueden revisar.
El sitio atacado por desconocidos es la oficina de Garantía
de Calidad que está en el segundo piso del edificio de la calle Tomkinshon.
Allí también funciona el área de Informática. Ocupa unos 20 metros por 6 metros
con seis compartimentos que dividen varias oficinas. Además funciona el Archivo
de Garantías y trabaja el personal de esas áreas con sus respectivas máquinas y
equipos.
Qué se llevaron en el "ataque"
Un informante que conoce el mecanismo de funcionamiento de
la compañía explicó a Clarín que en las cajas de seguridad que desaparecieron
se guardan -además de las filmaciones- los archivos del “batch record”, de HLB.
Se llama así al registro de lote, que es una documentación protocolizada que
detalla cada paso de la fabricación, envasado y pruebas de un lote específico
de medicamento. Esos reportes perdidos podrían corresponder a los de los lotes
contaminados. El experto consultado explicó que el laboratorio asociado,
Ramallo, debería tener otro “batch record” porque la elaboración era conjunta.
Para llegar a ese sitio, los “ladrones” tuvieron que
atravesar el portón principal de la entrada que da a la calle Tompkinson y
recorrer varios metros hasta alcanzar la escalera que los llevó a la planta
superior.
Fuentes del caso aseguraron que además de las
irregularidades en la manipulación de drogas y compuestos -constatados por
ANMAT- este laboratorio tendría ciertas “filtraciones” en seguridad. Hasta
diciembre de 2024, la firma contrataba personal de la Policía Bonaerense (a
través de las denominadas Polad -policía adicional) para vigilar el predio.
Pero en diciembre habrían asignado a un grupo de agentes de
la misma firma como “custodios”. Estas compañías “están obligadas a tener
seguridad privada o estatal porque en su interior hay anestésicos y
psicotrópicos. Es una exigencia de la ANMAT para su funcionamiento”,
explicaron.
La causa por el fentanilo adulterado aún está en pleno
proceso de recolección de pruebas. Esta semana el Boletín Epidemiológico
Nacional que elabora el Ministerio de Salud de la Nación informó que, al 16 de
mayo, contabilizan 66 pacientes con presunta infección por fentanilo no
estéril: 55 están confirmados y 12 clasifican como "sospechosos".
"El grupo más afectado fue el de sexo masculino, de 45 a 64 años de
edad", aclara el informe.
Por último, cabe recordar que en el hospital Italiano de La
Plata murieron 14 personas y no 9 como se creía en un principio. Y que las víctimas
fatales serían 15, si se confirma que la muerte de una persona que, como las
anteriores, estaba internada en terapia intensiva pero en Rosario, Santa Fe.
Murió por una o las dos bacterias detectadas en las ampollas de fentanilo.




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