Mientras realizaban obras para poner en funcionamiento el
Museo de la Corte Suprema de Justicia en el subsuelo del palacio de Tribunales
a funcionarios judiciales les llamó la atención 12 cajas de madera de champagne
Crillón. Enorme fue la sorpresa cuando las abrieron y encontraron centenares de
carnés del partido nazi de Argentina, pasaportes y otros documentos que había
llegado al país en 1941 en un barco japonés, revelaron a Clarín en exclusiva
fuentes judiciales.
.De una primera observación, surgió que -además- había
material de propaganda que buscaba consolidar y expandir las ideas de Adolf
Hitler en la Argentina, cuando ya había estallado la Segunda Guerra Mundial. En
esa fecha hacía dos años y había comenzado la invasión nazi a la Unión
Soviética. En este hallazgo histórico con trascendencia mundial había también
postales, fotos en blanco y negro y proclamas del régimen nazi.
Pero lo más importante son cientos de libretas: algunas de
la Organización del Partido Nacional Socialista en el exterior y otras de color
rojo de la llamada Unión Alemana de Gremios escritas en alemán y con una
esvástica rodeada de un engranaje. Otras libretas de color marrón oscuro
parecerían pasaportes. Otros documentos contendrían firmas de Hitler. También
hay sobres de color rojo con documentos con ese mismo logotipo y fichas con
nombres, apellidos y números de afiliación.
La seccional argentina del partido Nazi llegó a tener unos
12 mil afiliados, de éstos 8 llegaron a tener cuentas en el antecesor del banco
Credit Suisse, según descubrió el Centro Simon Wiesenthal y ahora se investiga
si sirvieron para financiar la llegada de nazis a la Argentina.
Las cajas con estos documentos fueron encontradas casi por
casualidad la semana pasada en el subsuelo del Palacio de Justicia de la calle
Talcahuano 550. Allí funciona el archivo de la justicia nacional y federal
argentina se encuentra que se parece las catacumbas romanas por sus largos
pasillos. Conserva miles de expedientes de papel.
Ante el descubrimiento, el director de la Oficina de
Servicios Auxiliares Marcelo Valente comenzó a investigar el origen de esos
documentos nazis y detectó que se trataba de efectos vinculados a una vieja
causa judicial. La información fue elevada al director del Centro de Asistencia
Judicial Federal Pablo Lamounan, quien dispuso la inmediata preservación del
material.
Poco después, se ordenó que el material fuera trasladado a
una sala del cuarto piso de los tribunales, especialmente acondicionada, con
cámaras de seguridad y custodia policial. De inmediato, se formó un equipo de
investigación que comenzó a evaluar la documentación priorizando su cuidado.
Realizar el inventario llevará semanas, estimaron las fuentes.
“El objetivo será un minucioso relevamiento de todo lo
encontrado a los fines de evaluar, en el contexto de relevancia histórica y
saber si contiene información crucial para esclarecer sucesos vinculados con el
Holocausto”, explicaron las fuentes. Durante el Holocausto los nazis asesinaron
6 millones de judíos.
Y, al mismo, “permitirá establecer si las pistas que aporten
las piezas halladas pueden ser útiles para echar luz sobre aspectos aún
desconocidos como la ruta del dinero nazi en el mundo”, agregaron.
¿Por qué colabora el Museo del Holocausto con el inventario?
Sucede que el 26 de diciembre de 2024, los jueces Horacio Rosatti, Carlos
Rosenkrantz y Juan Carlos Maqueda, aprobaron la firma de un convenio de
cooperación y colaboración con la Asociación de Abogados Judíos de la República
Argentina y la Fundación Memoria del Holocausto. El objetivo de “desarrollar y
promover de manera conjunta actividades de cooperación, de capacitación, de
investigación y de difusión”. La firma tuvo lugar el 25 de marzo último. En ese
marco, el Museo del Holocausto fue convocado a trabajar en la investigación del
material hallado y determinar su relevancia histórica.
Enterado del hallazgo en el palacio de Tribunales, el
presidente de la Corte Suprema, Rosatti, ordenó la semana pasada medidas de
preservación y custodia y “un relevamiento de todo por la importancia histórica
del hallazgo y la posibilidad de que contenga información crucial para
esclarecer la presencia de nazis en el país y sucesos vinculados con el
Holocausto”, contaron las fuentes.
El hallazgo fue casi en paralelo a que Clarín revelara el
hallazgo de actas de Fabricaciones Militares autorizando gastos por 8 millones
de dólares durante el gobierno de Perón y que podrían estar relacionadas con la
llegada de criminales de guerra, jerarcas y científicos nazis.
Luego de las primeras medidas de preservación, en unos de
los despachos del cuarto piso del Palacio de Tribunales, Rosatti encabezó el
viernes pasado un acto de apertura de las cajas en el que participaron el Gran
Rabino de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), Eliahu Hamra; el
director Ejecutivo del Museo del Holocausto de Buenos Aires, Jonathan
Karszenbaum; y la investigadora del Museo del Holocausto de Buenos Aires,
Profesora Marcia Ras. Estuvieron presentes, además, el titular del Centro de
Asistencia Judicial Federal (CAJF), Pablo Lamounan; la directora de Bibliotecas
de la Corte, Jessica Susco; el director de la Oficina de Servicios Auxiliares,
Marcelo Valente y la licenciada en conservación y restauración de bienes
culturales María de la Paz Podestá.
El origen de las cajas nazis
La historia de esas cajas comenzó el 20 de junio de 1941. Habían
llegado 83 enviadas desde la embajada alemana en Tokio a bordo de un barco
japonés llamado “Nan-a-Maru”. La embajada alemana en Argentina los había
declarado “elementos de uso personal” para miembros de esa representación
diplomática y reclamaba su libre despacho a través de la Aduana por los
acuerdos internacionales de rigor.
Sin embargo, funcionarios de la Aduana resolvieron dejar
detenidas las cajas hasta consultar con sus superiores. Los representantes de
la embajada se abstuvieron de firmar el acta y se retiraron enojados. Y, días
después, solicitaron que se autorizara que esos paquetes volvieran entonces a
la embajada alemana en Tokio, desde donde había sido salido. Japón era, junto a
Italia, parte del Eje que se enfrentaba al bloque de los aliados integrado por
Gran Bretaña, Francia, Estados Unido y la Unión Soviética, entre otros. La
Argentina se había declarado neutral, igual que en la Primera Guerra Mundial.
Ocho días después, el director de Aduanas de entonces Carlos
Acevedo consultó al canciller Enrique Ruiz Guiñazú durante la presidencia de
Roberto Ortiz sobre cómo proceder ante el problema.
En una nota, escribió: “Teniendo en cuenta la elevada
cantidad de las remesas en cuestión y en previsión de que los temas abordados
en los referidos libros sean de una índole tal que puedan llegar a afectar la
posición de neutralidad que el país ha adoptado frente a los acontecimientos
europeos, me dirijo a V.E. solicitándole quiere servirse manifestar a este
Departamento si, en su opinión, existiría o no algún inconveniente en dar al
pedido de la Embajada de Alemania el trámite común a este tipo de solicitudes”.
Al conocerse el conflicto diplomático, de inmediato tomó
cartas en el asunto la entonces Comisión Especial Investigadora de las
Actividades Anti Argentina, que había sido creada en la órbita de la Cámara de
Diputados, para monitorear las actividades de individuos y organizaciones con
ideologías y métodos contrarios a las instituciones republicanas y la soberanía
argentina.
Parece un detalle del destino: el hallazgo había sido el 20
de junio de 1941, el mismo día en que llegaba ese barco japonés, cuando tras
cientos de horas de debates entre los diputados la comisión, que funcionó hasta
el golpe de 1943, quedó constituida oficialmente.
Enterado del hallazgo, el diputado radical Raúl Damonte
Taborda, que presidía esa comisión, le pidió a la Aduana que le remitiera la
información de las encomiendas que habían llegado en el vapor japonés. Los
bultos pensaban casi 700 kilos.
El 8 de agosto de 1941, representantes de la Aduana, del
Ministerio de Relaciones Exteriores y de la comisión eligieron cinco cajas al
azar y las abrieron: se trataba de diversas encomiendas junto a publicaciones
caratuladas como de “orden científico, literario y cultural" pero que
escondían "contenidos que encuadran en las limitaciones de propaganda
acordada con el Gobierno”.
“Como solamente han sido abiertos 5 de los 83 paquetes, la
comisión que presido considera indispensable para la mejor seriedad de estas
diligencias abrir los 78 paquetes restantes” escribió el diputado Damonte
Taborda al ministro de Hacienda Carlos Acevedo.
“Sirve de fundamentos de esta opinión antecedentes que el
señor ministro no podrá dejar de apreciar en todo su valor como ser, en primer
término, que el contenido de las encomiendas abiertas está constituido en gran
parte por material de propaganda antidemocrática y lesivo para las naciones con
las cuales mantiene normal relación la República Argentina”, agregó el
legislador del partido fundado por Hipólito Yrigoyen.
El legislador rechazó devolver el material a Alemania, por
“inconsistencias” por parte de la embajada en oportunidades anteriores, como
cuando declaró (antes de este episodio) como "correo diplomático"
bolsas que escondían, por ejemplo, un transmisor radiotelegráfico de gran
alcance.
“Buenos Aires parece ser la plaza elegida para concentración
del material de propaganda antidemocrática que luego se distribuye profusamente
en otros países de América Latina”, sostuvo en uno de sus informes la comisión
especial investigadora.
La comisión legislativa pidió el secuestro de los bultos
pero el Ministerio del Interior rechazó la solicitud y Cancillería lo respaldó.
Fue entonces que la comisión hizo una denuncia ante la Justicia: el 13 de
septiembre de 1941 le pidió al juez federal en lo Criminal y Correccional
Miguel Luciano Jantus que ordenara la incautación de las encomiendas. Se trata
del bisabuelo del actual juez de la Cámara Nacional de Casación Nacional Pablo
Jantus
El magistrado solicitó más informes, “debiendo ser mantenida
la mercadería” a disposición del juzgado durante el trámite, aclaró
expresamente ante las presiones de uno y otro lado de los que simpatizaban con
el Eje o con los Aliados. Luego las metió en cajas de champagne Crillón porque
eran de madera y más resistentes.
El 16 de septiembre de 1941, el juez remitió las actuaciones
a la Corte Suprema, por tratarse de un trámite que involucraba directamente a
un país extranjero y, por lo tanto, de competencia originaria del máximo
tribunal. Y allí quedaron guardadas durante 84 años hasta su descubrimiento de
la semana pasada.




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