Dana Desimone es el objetivo y principal incógnita desde ayer por la tarde para los rescatistas que siguen perforando losas, retirando escombros, apuntalando vigas que generan riesgo. Ya encontraron siete cuerpos entre los restos de hormigón del Apart Hotel Dubrovnik, pero no logran dar con la joven de 28 años, que colaboraba en gestiones administrativas y vivía en ese edificio que se derrumbó hace ocho días, en horas de la madrugada.
Ampliaron el radio de búsqueda luego de llegar hasta la
habitación que, según testigos, ella ocupaba. Allí no estaba, aunque sí varias
de sus pertenencias, que pudieron ser recuperadas.
Así es que se extendió el radio de búsqueda bajo la
presunción de que pudo estar en otro ambiente al momento en que la estructura
se vino abajo, sea porque allí la sorprendió o porque advirtió alguna situación
de riesgo y se desplazó de su lugar habitual de descanso, en un sector en
altura similar a la planta baja de la torre de diez pisos donde también habitaban
Rosa y Nahuel Stefanic, la exdueña del apart y su sobrino, ambos ya hallados
allí sin vida.
Sus familiares aguardan novedades desde hace más de ocho
días. Solos, ya, luego de que se fueran confirmando otras muertes y retirando
los restos de los fallecidos: Federico Ciochini, los dos Stefanic, el
carpintero Fabián Javier Gutiérrez y los plomeros Mariano Troiano, Ezequiel
Matu y Matías Chapsman. A estos últimos cuatro los encontraron recién ayer,
cuando se había superado el umbral de siete días de ocurrido el derrumbe.
La otra gran duda pasa por la investigación, que intenta
determinar por qué colapsó la estructura y quiénes fueron los responsables. En
ese sentido esperan avances de peritajes, en particular del teléfono celular de
un contratista que sigue detenido: aseguró a los investigadores que no solo hay
imágenes de trabajos realizados para instalar un nuevo ascensor, sino de quienes
les daban órdenes en la obra. Señala a tres arquitectos: uno ya detenido y
otras dos a las que la Justicia allanó pero no citó, aunque les prohibió salir
del país.
Uno de esos registros, incorporado al expediente y al que
accedió LA NACION, circuló en las últimas horas y muestra los trabajos que se
realizaban en un sector con recambio de aberturas, lo que implicó dejar casi al
desnudo las vigas y columnas de ese cuerpo.
Con dos grúas se siguen retirando volúmenes importantes de
restos de paredes, losas y todos los artefactos propios del equipamiento de un
establecimiento hotelero. Desde sus instalaciones de servicios hasta el
mobiliario. Todo se acopia en un corralón municipal, con custodia, ya que queda
a disposición de la Justicia, como parte de la pesquisa que comanda la fiscal
Verónica Zamboni.
Los testimonios
Seis imputados, pero ahora solo dos de ellos detenidos,
tiene la causa. Quedaron excarcelados los primeros cuatro acusados –dos
capataces y dos albañiles– y permanecen privados de la libertad el arquitecto
Jorge Bonavita y el contratista Rubén Taquichiri.
Este último, a diferencia del profesional, aceptó declarar.
La obra que le habían encargado estaba relacionada con la instalación de un
nuevo ascensor, que llegaría desde las cocheras del subsuelo hasta el lobby del
hotel. Hay sospechas de que esos movimientos pudieron haber tenido algún tipo
de relación con el desplome del edificio principal del apart hotel, inaugurado
en 1986 y que ahora, con nuevo dueño, estaba en instancia de refacciones y
cambios.
“Yo solo seguí órdenes de los arquitectos, mi única participación
fue hacer los tabiques que siguen en pie”, advirtió pronto, para aclarar sobre
su responsabilidad en los trabajos ejecutados. Hacía referencia a Bonavita y a
otra colega, que en esa declaración identificó como Marta Schneider.
En cuanto al detalle de lo realizado, dejó constancia: “No
tocamos ninguna estructura del edificio, no tocamos ninguna columna ni zapata”,
aclaró sobre elementos sensibles y parte del sostén de vigas para grandes
construcciones. “Encontramos una zapata, pero no la tocamos para nada”,
reconoció, y especificó que la base que construyeron “trabaja en forma
individual con los tabiques”. “Lo que nosotros hicimos quedó intacto”, apuntó
sobre la supervivencia de la obra a su cargo frente al derrumbe de la torre de
diez pisos y algo más.
Taquichiri fue amplio con su testimonio e hizo hincapié en
el traspaso que vivió de responder primero a Bonavita y luego a la colega que
este acercó porque, según aclaró, “no se justificaban dos arquitectos para un
hueco de ascensor”. “Martha me contactó y me dijo que ya estaba todo aprobado,
que podíamos avanzar. Todo esto fue por WhatsApp, en mi teléfono celular”,
declaró en sede judicial.
Según describió, el encargo que le hicieron y por el que le
aprobaron presupuesto era la construcción de tabiques de hormigón en el sector
de entrada de la cochera. “Íbamos a hacer el hueco y los tabiques que eran para
la instalación de un ascensor”, puntualizó.
Avanzó con la obra después de las vacaciones de invierno, a
la que sumó cuatro operarios, hasta que llegó la muy mencionada orden de la
municipalidad de frenar todo por falta de permiso. “Hicimos el hueco de las
tres losas del primer piso, la cochera y el subsuelo de la estructura que
permaneció en pie”, dijo en referencia a la única parte de la edificación que no
se derrumbó, donde funcionaba el comedor.
Tres semanas después llegó aquella intimación y se retiraron
del lugar. La orden de pausa, reconoció, se la dio Bonavita. Le aclaró que
reanudarían tras la presentación de planos de esa obra y otra que se realizaba
en el sector delantero. Apareció entonces una segunda arquitecta, a quien
reconoció como Paula, y sugirió tapiar con madera y media sombra la zona donde
habían trabajado.
Semanas después, relató, otra vez Bonavita lo convocó y lo
derivó con su colega Schneider, que sería quien se encargaría –así le precisó–
de la obra del ascensor y de presentar los papeles en la municipalidad.
Citó una posterior reunión con la arquitecta. “Martha me
contactó y me dijo que ya estaba todo aprobado, que podíamos avanzar”, afirmó
Taquichiri y aportó como prueba el historial de mensajes con ella en su
teléfono celular. “Cuando vio la obra dijo que lo armado hasta el momento
estaba bien”, recordó y, señaló que iba a controlar cada vez que se llenaba una
planta. Esos pasos, insistió, los registró en video que dijo tener archivados
en su teléfono personal. Y consideró finalizados sus trabajos que, remarcó,
eran hacer esos nuevos tabiques.
Volvió a hablar de la arquitecta cuando recordó el contacto
que tuvieron una vez que ya se había producido el derrumbe del Dubrovnik. “Me
dijo ‘Quedate tranquilo que nuestra participación de hacer los tabiques estaba
presentaba en la municipalidad’”, contó Taquichiri. Y amplió que le mandó un
audio donde ella aclaraba que su responsabilidad era “con los tabiques” del
proyectado ascensor y que “en la obra de atrás [la torre de 10 pisos que se
vino abajo] estaba otra arquitecta y con otro contratista”.
Por Darío Palavecino
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo
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