Desde el viernes, día en el que se realizó la reconstrucción
del femicidio de Eugenia Montenegro, CNM contó detalles jamás revelados de la
causa y la declaración de los testigos que llevaron a que Javier Montenegro,
padre de los hijos de la víctima y ex pareja, y Damián Vega, novio de la mujer,
hayan quedo detenidos e imputados como coautores del hecho.
El viernes relatamos que fue necesario que dos personas fueron las necesarias para manipular el cuerpo y el somier para poder esconderlos restos de la mujer debajo de la cama. También que les costó nivelarlo y
tuvieron que ir a una obra cercana para hacer de un ladrillo que les permitiera
que la base queda fija. Durante el sábado dimos detalles de la declaración de
Javier Montenegro y el nerviosismo de un hombre que debía declarar días atrás
como testigo pero que terminó colocándose en la escena en su relato casi sin
darse cuenta. “Jamás habíamos visto un testigo que en vez de pedir justicia se tirara
de los pelos y le pegara con sus rodillas al escritorio”, dijo uno de
los investigadores a CNM.
En la nota que publicamos durante el sábado recordamos quelos tres estuvieron en la noche del jueves 11 tomando tragos en la precariacasa de la calle 2 de Abril casi Estados Unidos y que el ataque mortal fueperpetrado en las primeras 4 horas del día viernes 12. Esto se definió porque
una testigo de una casa contigua y hermana de la víctima, escuchó el ruido de
maderas impactando contra el piso y, ese sonido, se condice con la caída de la
base del somier cuando fue bajado.
Se cree que uno de ellos la apuñaló, pero requirió de la ayuda del otro para
montar la escena. El ataque fue en la cama y dieron vuelta el colchón para
despistar ya que la parte de abajo no estaba con manchas de sangre. Sacaron las
sábanas y la almohada. También tendieron prolijamente la cama con un cubrecama
cuando Eugenia no tenía la costumbre de hacerlo.
Antes de irse a uno se le ocurrió mover la heladera para
trabar la puerta y sólo dejaron una pequeña hendija. Salieron y se fueron. Oh,
casualidad, cuando toda la escena se reconstruye esa pequeña hendija es compatible
con la fisonomía de Vega y de Montenegro dado que ambos son muy flacos.
La causa tiene tantas aristas que rearmarla en la cabeza
lleva tiempo. Tal es así que cada testigo agrega un dato nuevo y, por eso, los
investigadores aún hoy no saben quién de los dos sospechosos empuñó el cuchillo que se
clavó 17 veces en la humanidad de Eugenia. Sí están convencidos, y por eso
trabajan en el procesamiento, de que ambos estuvieron ahí para ocultar el cadáver
y que Montenegro le ofreció dinero a Vega en una suma de casi 30.000 pesos para
que se fuera de la ciudad, aunque sólo le entregó unos 2.700 pesos y le
prometió el resto en el transcurso del fin de semana.
En la mañana del viernes Javier Montenegro estuvo en la
escena del crimen, o al menos lo intentó. Según él no pudo entrar porque la
puerta estaba trabada. Cerca del mediodía regresó y le pidió a la madre de
Eugenia que lo acompañe para sacar ropa de los nenes. Tampoco pudieron entrar
porque el acceso estaba trabado.
Cerca de las 3 de la tarde le pidió a la hermana de Eugenia
que lo acompañe para intentarlo nuevamente. Por esas horas el tema era que la
chica no aparecía y que ese día debía haber ido al banco a buscar dinero de la
Asignación. Pero habían contactado a Vega quién les confirmó que estaba con él
y que no tenían ganas de volver. Ésta débil excusa se mantuvo hasta el domingo
por parte de Vega quién siempre la reformuló ante los mensajes o llamados
en donde indicaba que la mujer no quería entablar contacto porque estaba
enojada o porque había salido a comprar.
Esa tarde de viernes Montenegro logró correr la heladera
haciendo fuerza con la puerta. ¿Por qué estaría la heladera bloqueando la
puerta? Nadie se lo preguntó. Tampoco nadie se preguntó porque la cama de la
víctima estaba tan prolijamente hecha.
Javier fue hasta el cesto de la ropa sucia y sacó prendas de
los nenes. Una pregunta fue: ¿Por qué
sucia? Y el hombre no supo responder. Un chaleco de su hijo fue una de las
ropas que se llevó y, en la noche en la que fue allanada su casa tras declarar,
esa ropa es una de las que tiene manchas de sangre. Así los peritos creen que
el hombre volvió, en realidad, a una escena ya montada en donde quería
verificar si de abajo de la cama había brotado sangre. En caso de detectar su
acompañante que allí había un cuerpo él posiblemente podría, al menos, victimizarse y colocarse en el momento del hallazgo. Pero eso no pasó y sólo
pudo retirar las prendas de manera rápida.
Tanto Eugenia, Javier y Damián tenían una relación
llamativa. Uno era el ex pero podía tener intimidad con la víctima. El otro era
el novio y lo permitía. Eso era conocido por las familias y allegados de ellos
a tal punto que Javier le facilitaba plata a Vega asiduamente para que compre
alcohol, comida o estupefacientes.
Tras el crimen Damián estuvo exaltado y drogado casi de
manera permanente. Cuando se intentó quitar la vida con el supuesto cuchillo
que se usó para apuñalar a la mujer debieron estabilizarlo por más de un día en
el Hospital. Al declarar ante el fiscal Juan Pablo Calderón le reconoció que “estuvo
perdido” por los estupefacientes. Reafirmaba
que hacía casi un año que no tenía teléfono celular, aunque los investigadores
le habían encontrado uno que había intentado romper. Ese aparato contiene
mensajes que deberá explicar porque lograron encenderlo y el informe pericial
llegará esta semana.




Redes