El diseñador gráfico, ilustrador y fotógrafo bahiense por
adopción (nació en Ensenada pero a los 9 años se radicó en Bahía), Gonzalo
Angueira, se encuentra en Europa atravesando uno de los mejores momentos de su
carrera ya que tiene la posibilidad de dedicarse con exclusividad a la
fotografía de eventos, especialmente de bodas, algo que le encanta y en lo que fue
sumando cada vez más experiencia.
Si bien en las primeras bodas en las que trabajó como
fotógrafo, allá por 2006, lo pasó muy mal (era principiante y sentía mucha
presión) con el tiempo todo fue encontrando su lugar y descubrió una pasión.
“Para lo que más me
contratan y lo que más me gusta son las bodas. Tienen de todo: momentos de
acción, de amor, románticos, gastronómicos y momentos épicos, situaciones en
lugares hermosos, sobre todo acá en Europa en donde me ha tocado estar en
castillos, palacios y en bodas en playas del Mar Mediterráneo”, dijo.
“En Bahía y en la
zona también estuve en lugares muy lindos, bodas hermosas en Coronel Suárez, en
Guatraché, en lagunas, en iglesias muy antiguas. En Buenos Aires, Córdoba y
Mendoza también hice bodas en lugares épicos, de cuento”, resaltó.
“Muchas veces me emociona pensar lo que está pasando. Que
las personas te elijan para ser responsable de llevar un registro del día más
importante de sus vidas, del legado que van a mostrar a sus hijos y sus
nietos”, señaló.
“Pensar que esas
fotos van a trascender mucho más que ellos y que yo, van a pasar de generación
en generación. Y cada una de esas personas tiene un pedacito de mí, por las
decisiones que uno toma, lo que se dijo, como se vivió, la anécdota, el momento
compartido”, dijo.
“Significa que cumplimos con la idea de ganar su confianza y
que se pudieran abrir, disfrutar ese día y estar como si yo fuera un amigo mas
sin tener que fingir o posar para las fotos”, destacó.
De setiembre a marzo Gonzalo realiza fotografía de bodas en
Argentina y de mayo a agosto se establece en Europa, donde es temporada alta.
Allí le tocó cubrir bodas en Barcelona, en París, en Roma y en la romántica
Venecia, entre otros sitios de ensueño.
“Es una experiencia
increíble por todo lo que uno aprende, conoce, las comidas que prueba, las
personas con las que habla, los idiomas que escucha, los lugares, costumbres y
tradiciones, las emociones y medios de transporte”, dijo.
“Me ha tocado dormir
tanto en palacios y castillos con habitaciones gigantes con un jacuzzi en el
medio como dormir en un sillón. Y en algunos casos me ha pasado que, hasta
último momento, no he sabido donde iba a dormir”, dijo.
Solo en julio pasado realizó cuatro bodas en España y una en
Francia. Y en medio de estos eventos recorrió el continente.
“Esto te permite viajar conoce y hasta vacacionar. Es el
segundo año que lo hago y es una experiencia increíble”, sostuvo.
En la tierra de sus abuelos también puede vivir de hacer
fotografía de retratos ya sea para artistas y famosos como para personas
particulares.
“En Argentina no está muy valorado. ¿Quién contrataría a un
fotógrafo para tener un lindo retrato? Acá si está la costumbre y la
posibilidad de contratar fotógrafos para viajes, retratos familiares e
individuales”, remarcó.
Gonzalo se lanzó a
ser fotógrafo freelance en 2019 cuando dejó su trabajo en la Editorial Ediba,
en la cual se desempeñó como Diseñador Gráfico e Ilustrador durante 10 años. Al
poco tiempo se declaró la pandemia. Fueron tiempos difíciles, pero no bajó los
brazos.
“Para mí la fotografía no es solo un trabajo. Puedo estar
horas charlando de fotografía, mostrando mi trabajo o compartiendo el trabajo
de otros. Es mi pasión y una parte de mi vida”, dijo.
“He hablado con muchos colegas fotógrafos que me dicen que
ni locos se casarían, que viajarían, que no harían fiesta. En eso soy la oveja
negra, no estoy casado y me encantaría casarme. Me gustaría hacer una fiesta
como esas a las que voy, ser el protagonista y disfrutar como veo que lo
disfruta la gente”, confió.
“Es fascinante disfrutar de las imágenes y de la luz, ya sea
de la luz que pasa a través de las persianas y permite ver la forma de las
hendijas o de aquella otra, en el recuerdo, de cuando mi mamá barría y, a
contraluz, podía ver las partículas flotando en el aire”, expresó.
“Del mismo modo, los
rayos que atraviesan las hojas de los árboles son hermosos. Son momentos dignos
de que nos quedemos horas mirándolos”, destacó.
La oportunidad de viajar a Europa el año pasado le permitió
ampliar sus horizontes y ahora planea tramitar la ciudadanía y llevar a su hija
Valentina, de 13 años, a vivir con él. Ella ha sido musa inspiradora de algunos
de sus trabajos, como la portada del libro del escritor bahiense Patricio
Chaija.
“Mi hija me apoya en
todo, me acompaña y me incentiva a perseguir mis sueños. Es la primera vez que
estamos tanto tiempo separados y nos mantuvimos en contacto por videollamada,
audios y fotos. Si todo sale bien, podría venir conmigo”, señaló.
“Me siento muy feliz haciendo lo que me gusta, las fiestas
con preciosas y la gente me trata muy bien. Son muy agradecidos y se paga muy
distinto también. Pero el desarraigo y la cuestión de extrañar es algo que pesa
un montón”, sostuvo.
Este año volvió a trabajar con el fotógrafo –también
bahiense- Mariano Hotto. Realizó
sesiones de fotos de embarazo en Barcelona y en Tarragona y una sesión pre boda
en París para una pareja de Bahía que vive en Holanda.
En Argentina asistió a seis congresos de fotografía. En el
último FDF, en Rosario, tuvo el honor de ser elegido como el fotógrafo
encargado de registrar el evento durante 5 días.
“Era fotógrafo de los
fotógrafos, un acontecimiento muy importante y que nunca voy a olvidar”,
destacó.
Su infancia y una familia que lo motivó a progresar
Tiene 36 años, nació en Ensenada y vive en Bahía desde los 9
años.
“Si voy a Ensenada no conozco ni una sola calle. Bahía es el
lugar donde me crié, crecí, estudié y es mi hogar. La conozco con los ojos
cerrados”, dijo.
“Cuando doy talleres les digo a mis alumnos que tienen que
luchar por sus sueños. Que tengan cuidado con lo que sueñan porque se les puede
cumplir No hay que nacer en cuna de oro ni tener la mejor cámara. Todo lo que
importa está detrás de la cámara: es uno, la cabeza, el ojo, las decisiones y
la actitud”, concluyó.




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