Detrás del nombre de la avenida más céntrica de la ciudad
hay un hombre que fue valorado y reconocido a nivel local por sus acciones:
Guillermo Martínez Guerrero fue estanciero y hombre de campo que era ponderado
por las “gauchadas” que solía hacer entre los vecinos.
Hijo de Guillermo Martínez Ituño y Catalina Gerarda Guerrero
y Cueto se casó en 1918 con Ana Rosa Schlieper Zalabardo; quién adoptó su
apellido y se transformó en la dama que dio forma e impulsó el Hospital
Municipal.
Guillermo era integrante del partido radical y llegó a ser
diputado y senador. Su nombre era mencionado en épocas frías en donde la
comunidad precisaba de leña. En su estancia había frondosos montes de tala y
coronillo a los que permitía talar para acercar a la comunidad la leña. A eso
se le llamaba “carradas” dado que los troncos llegaban en carros.
A mediados de 1913, Guillermo Martínez Guerrero instaló el
obraje La Providencia en el campo homónimo de su familia. Incorporó máquinas
para la extracción de las plantas, como las enormes destroncadoras Hércules que
arrancaban los árboles y los trozaban. Además, se realizó el tendido de una vía
de trocha angosta, que comunicaba la Estación de Gral. Madariaga con los
obrajes. Esto permitió el traslado de enormes cantidades de leña hacia la
Estación Constitución.
En 1918, Martínez Guerrero comenzó con la explotación a gran
escala de los montes de su establecimiento Los Zorzales para lo cual se realizó
un desvío del ramal de la empresa Ferrocarril del Sud desde la estación Gral.
Madariaga hasta el campo.
“Don Guillermo”, como se lo conocía, era capaz de regalar
yeguarizos, lanares y vacas a vecinos para que se desarrollen en el mercado
ganadero o de campo. Toda la ciudad –prácticamente- vivía de la actividad
agropecuaria.
Martínez Guerrero era amigo personal de Hipólito Yrigoyen
quién lo acercó a la vida legislativa nacional.




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