Se llama Athina Escudero, tiene 14 años de edad y su crianza
fue en Mar del Plata a pesar de haber nacido en San Bernando.
Gracias a Instagram su música ya traspasó las fronteras del
país y se prepara para ser una estrella internacional.
Su registro vocal va de Amy Winehouse a Adele y es capaz de
llegar a tonos de soul, de jazz o de rhythm and blues.
Desde hace pocas semanas, junto a su mamá se instaló en el
barrio de Recoleta, en la ciudad de Buenos Aires. Allí, a cuatroscientos cuatro
kilómetros del mar en el que surfea cada verano, buscará cumplir su sueño, o
empezar a hacerlo. Cantar en festivales, grabar su primer disco, realizar
entrevistas para que la conozcan, reunirse con productores que estén dispuestos
a escucharla. Por el momento, tiene un aval nada menor: su manager es Martín
Páez, el hijo de Fito.
“A Martín lo conocí el año pasado -cuenta-. El me escribió
porque me vio en Instagram, empezamos charlar, me pasó su número, fuimos
hablando y organizando todo. El año pasado vino a Mar del Plata a conocerme y a
visitarme y me cayó re bien, es un pibe re bueno, es sincero”.
No fue el único que se detuvo en su potencial artístico. El
Berklee College of Music, ubicado en Boston, Estados Unidos, y uno de los
centros musicales más importante del mundo, decidió becarla -de manera
excepcional por su edad- para que inicie cuanto antes los estudios en sus aulas.
Pero Athina postergó ese ingreso para más adelante: ahora urge otra cosa.
Instalarse musicalmente en la capital del país, trabar contactos, demostrar que
no tiene techo. Por eso armó su banda con músicos de Capital y así desembarcó
en el Hard Rock. También estudia en un conservatorio capitalino.
“Sentí que Mar del Plata había colmado mis expectativas,
quise venir a Buenos Aires para buscar oportunidades. La semana pasada me
llamaron de la radio Metro para hacer una nota y pude hablar de mi música. Estoy
feliz porque estoy llegando a más gente, que es a lo que aspiro”, aseguró.
El Bruder Beer and Music Festival, realizado en febrero del
año pasado, fue el evento más grande en el que participó en Mar del Plata. Se
hizo en un aras y congregó a cerca de cinco mil personas. “Necesito llegar a
Capital, buscar shows, ir más arriba de lo que logré en Mar del Plata”, repite,
convencida del cambio de ciudad.
Y aunque aún no hay disco a la vista, sí están las
plataformas musicales como Spotify y Youtube donde se puede escuchar sus
canciones compuestas en inglés y traducidas y las versiones que hace de grandes
temas.
Cerca de trescientas canciones están guardadas en su celular
esperando el momento de salir al mundo. Solo ocho están grabadas y masterizadas
de manera profesional. Werewolf, por ejemplo, tuvo el trabajo de los
productores de Shakira, Paulina Rubio y Ricky Martín.
“Agarraba la guitarra, se me ocurría una progresión de
acordes, después me ponía a hacer una melodía sobre eso y le ponía una letra”,
dice sobre el proceso de composición. “Cuando escribís puede ser que escribas
sobre cosas que te hayan pasado o que no, o podés ponerte en la piel de otra
persona, básicamente es contar historias”.
Athina es casi autodidacta. Tomó algunas clases en un
instituto local y aprendió guitarra con el músico Ramiro Romairone. Todo lo
demás: el teclado, la técnica vocal, la composición apareció tras ver videos y
probar y probar y seguir probando.
“En mi familia no hay nadie al que le guste la música,
empecé a cantar desde muy chiquita y mi mamá se dio cuenta de que cantaba. Un
día le dije que quería ir a canto. Fui a un instituto, después empecé a tomar
clases online y a ver videos, necesitaba acompañar la voz con algo. Mi mamá me
compró un ukelele y después me regaló una guitarra. La primera canción la
escribí a los diez años”.
“Lo mío va entre el rock y el pop, pero tampoco me gusta
encasillarme en algún género porque siempre se me ocurren nuevas ideas, quiero
probar y hacer un poco de todo, no quiero ser de esos artistas que pegan un
tema, me gustaría perdurar en el tiempo y dejar una marca”, desliza Athina, la
joven que tiene nombre de diosa griega, tan precoz, inquieta, desenfadada y
capaz.




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