A las 12.30, Santiago Gerardi, de 18 años, estaba tomando un helado con amigos en vez de hacer la previa para ir al boliche Boutique, en Pinamar.
"Heladito y a jugar al truco, no hay mucho más para hacer".
Dijo mientras sus amigos asentían con la cabeza y alzaban los hombros, un poco resignados. Sabían que media hora después se apagarían las luces de los locales comerciales, bares y discotecas por las nuevas restricciones recomendadas por el gobierno nacional, impuestas por el gobierno de la provincia de Buenos Aires y acatadas por los municipios.
A la 1 en punto, las terrazas de muchos bares quedaron a oscuras, se escucharon algunos silbidos y murmullos.
"Hoy es lunes, pero si fuera viernes encaro para otro lado".
Aseguraba Ignacio Torres, de 20 años, que tomaba una cerveza en El Bar, un local ubicado en una de las esquinas de Avenida Bunge y Libertador.
El dueño de El Bar, Felipe Saint Jean, miraba como sus clientes se iban cuando en condiciones normales sus mesas hubieran estado ocupadas hasta las 4.30.
"No sé qué tengo que hacer. Deje de servir a las 12.30, ahora no sé si los tengo que echar o no. Vamos a facturar un 30 por ciento menos. Acá la gente no se contagiaba, mira lo que es esto, aire libre, distancia. La gente se contagia en otro lado, una lástima".
A pocas cuadras de ahí, Matías, que prefirió resguardar su apellido, guarda las mesas de su bar, Mama Kocha, también sobre la Bunge. Mientras levantaba la pizarra donde había escrito las promociones de la noche, lanzó un pronóstico oscuro:
"Tengo que echar a 14 personas mañana, así de simple. Se va a fundir el pueblo entero"
Asegura que se quedó hasta último momento con las luces encendidas a ver si sus colegas comenzaban una especie de rebelión contra las restricciones, pero al ver que eso no sucedió no le quedó otra que adherir y enfrentarse a una situación compleja.
"El 50 por ciento de mi facturación es después de la 1. Las autoridades no toman magnitud del daño. Tenemos 50 días de temporada, no mucho más, pero si esto sigue así no abro en febrero. Supuestamente nos vamos a juntar con otros comerciantes en la semana a ver qué hacemos. Encima quieren que a la 1 el bar esté vacío, porque yo había pensado que les podía vender hasta la 1 y que se podían quedar tomando lo que compraron, pero no, se tienen que ir todos. Está complicado porque ya de entrada es un verano malo".
Si bien el decreto provincial que restringió el horario de los comercios empezó a regir ayer a la 1, y tanto Mar del Plata como Villa Gesell lo pusieron en práctica en ese momento, Pinamar se demoró un día más. Eso le valió fuertes críticas a Martín Yeza, el intendente del municipio, quién expresó que "en términos prácticos" fue lo mismo implementarlo un día después.
"Adherimos al mismo tiempo que casi todos los municipios".
Aseguró. El funcionario de Juntos por el Cambio fue uno de los que más se opuso a estas restricciones porque, argumentaba, van a tener un fuerte impacto económico y van a fomentar las fiestas clandestinas.
Para controlar que se cerraran todos los locales después de la 1 de hoy, Alberto Lamarque, secretario de gobierno de Pinamar, que desplegaron un gran operativo y que las multas dispuestas para casos de desacato son muy elevadas.
"Los comercios no deben tener actividad a la 1, por lo tanto, deben ir previendo con anticipación a esa hora la descongestión de sus asistentes. Tenemos operativos conjuntos en espacios públicos en general, comercios y playa con gente municipal perteneciente a la Dirección de Fiscalización, organismos de control provincial (REBA) y fuerzas de seguridad. Las sanciones, además de las penalidades establecidas por los artículos 205 y 239 del Código Penal, establecen según el decreto 8841/77 un monto de hasta $ 3.364.000 para asistentes, organizadores y propietarios, dependiendo en cada caso de los antecedentes del infractor".
"Por ahora los bares y boliches cumplieron y hay varios que ni abrieron. Muchos la quieren estirar, tuvimos varias consultas de si el personal se puede quedar limpiando, cosas así. Lo que no se puede es seguir vendiendo, vamos a tener una tolerancia de hasta 10 minutos. Muchos protestan, pero luego acatan, acá siempre se acataron las reglas, pero siempre bajo protesta. Y nosotros también sentimos que este no es el foco del problema, un problema mayor son las fiestas clandestinas. Sentimos que esto es más que nada un tirón de orejas para la gente".
Dijo una fuente municipal de Pinamar.
Manuel Pastor de 50 años, es taxista y, según aseguró, será uno de los más perjudicados por estos toques sanitarios. Estaba en una parada esperando para conseguir algún pasajero.
"Acá en la segunda quincena se llena de pibes que viven de noche, y ahora se bajaron todos porque si no pueden salir no vienen, entonces nosotros nos quedamos sin laburo. Después vos te vas a las casas del norte de Pinamar, que son mansiones enormes, y escuchas como la música suena a todo lo que da porque hay una fiesta adentro. Ahí tienen que ir".
Se lamentaba.
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo
Redes