Nina Tavera (30) ya había experimentado la sensación de volar hace tres años, cuando tuvo su bautismo en paracaídas en Chascomús.
Sedienta de otra experiencia que avivara sus días luego de los meses de cuarentena, se cruzó con una publicidad que promocionaba un vuelo en parapente con el seductor cartel: “2x1 ¡Bingo!”, pensó. Otra vez podría compartir con su novio la osadía de saberse tan libres como el aire lo permitiera.
No hubo dudas. La publicidad que le ofreció Instagram parecía de lo más confiable y compró la promoción para realizar el vuelo en noviembre, pero las inclemencias del clima hicieron que fuera postergado hasta el sábado 2 de enero cuando con su pareja emprendieron camino a San Vicente para vivir un día distinto sin imaginar lo que estaba por suceder.
“El vuelo duró dos minutos y cuando estábamos haciendo el aterrizaje esperé a que el instructor me indicará cómo colocarme y no dijo nada, apenas llegué a preguntar ‘¿Estiro las piernas?’ (porque ya estábamos llegando al piso y no sabía qué debía hacer), no contestó y al segundo inició la caída... Por el propio impulso de mi cuerpo estiré la pierna derecha para amortiguar el golpe, pero fue tal la velocidad y la brutalidad del impacto que me fracturé, caímos como piedras... Él cayó encima mío, giramos y de los nervios tuve un ataque de pánico y comencé a llorar. Le pedí a Alfredo que me desenganchara todo, lo hizo y se quedó en posición fetal. Intenté pararme. No pude. Empecé a gritar por el dolor y se acercaron mi novio y otras personas para ayudarme, apenas me levantaron me desmayé”.
Así relata Nina el momento que pudo terminar en una tragedia. Después del golpe sufrió tres desmayos y una crisis nerviosa. Como pudieron, quienes estaban con ella la ayudaron a llegar hasta el auto que la llevaría desde el lugar donde acaba de caer hasta la tranquera de ingreso al predio donde se realiza la actividad en San Vicente. Era el mismo auto que minutos antes la había enganchado para tomar impulso y volar con Alfredo, el supuesto instructor de parapente.
Su indignación la llevó a grabar un video en Instagram TV que se hizo viral: cuenta los detalles de su accidente, alerta sobre las negligencias que notó cuando hizo el vuelo, asegura que nadie de la empresa Parapente Center la asistió y detalla por qué concluye que no estarían registrados para desarrollar la actividad que ofrecen.
“Sólo me dieron agua y un poco de hielo, una chica me dio un diclofenac, pero no llamaron a una ambulancia y eso fue, dijo el instructor, porque según él, me vio salir caminando y la asistencia es para quienes no pueden hacerlo... Le recordé que entre dos personas me llevaron hasta el auto saltando en un pie y le dije que era imposible que caminara con cuatro fracturas en un pie”.
Consternada por esa mala experiencia, agregó:
“Nadie de la supuesta empresa me ayudó, tuvieron cero solidaridad y empatía”.
Lamentó la colombiana, que hace 11 años llegó a Buenos Aires para estudiar licenciatura en Publicidad en la Universidad de Lomas de Zamora, pero “me enamoré de Argentina y no me fui más”.
Al salir de la guardia -a la que la llevó su novio-, supo la gravedad de la fractura en su pie derecho: debían operarla, la recuperación demandará más de dos meses y eso, ahora, le significa perder el viaje para recorrer el Sur argentino programado para febrero.
Pese al mal momento, Nina se quedó preocupada por Alfredo, cuyo nombre no figura en el listado de la Federación Argentina de Vuelo Libre (FAVL). La última imagen que tenía de él en su mente era la de un hombre tendido en el piso en posición fetal:
“Escribí al número de WhatsApp con el que contraté la promo para contar cómo estaba yo y preguntar por él, pero respondió una chica diciendo que no sabía lo que había pasado y que ese número era de una empresa. Le pedí el CUIL de quienes contraté para iniciar los reclamos por el seguro que creí tenían y la misma chica dijo que no lo tenían y que no eran una escuela de parapente sino un grupo de pilotos que hacían esos vuelos”.
Más indignada aún, decidió dejar que pasara la cirugía en la que le cortaron parte de un hueso astillado para comenzar a investigar dónde se había metido y qué había detrás. Hasta dónde sabe, no se trata de una escuela registrada ni habilitada y ninguno de los hombres que allí volaban figuraban como instructores habilitados por la FAVL.
Desde esa federación explicaron lo que se debe tener en cuenta a la hora de contratar actividades “biplaza” (parapente, paramotor o aladelta) que se ofrecen en varias páginas de cupones de descuentos y que los compradores adquieren confiados en que todo está en regla.
“Quienes deseen contratar una experiencia de vuelo biplaza pueden entrar a la página de la Federación Argentina de Vuelo Libre y ahí encontrará el listado de todos los instructores, de todos los pilotos biplaza y toda la información reglamentaria que deben cumplir. También hay una aplicación para usar en el teléfono (puede ser descargada desde Playstore). Y algo importante: adonde sea que vayan pueden requerir el número de licencia que tiene y chequear qué tipo posee, para qué lo habilita y si la tiene al día o no porque tener una licencia al día significa tener un seguro al día”.
Aconsejó Pablo Jaraba, presidente de la FAVL.
En caso de no chequear los datos antes, agrega, que cuando se llega al lugar donde se pretende practicar la actividad, la persona que contrata “debe pedir la licencia” allí mismo y corroborar los datos antes de arriesgarse; y asegura que pidiendo el nombre completo del piloto debe verlo en el listado online de la Federación donde además están todos los reglamentos a cumplir. Si no figura, no está habilitado para ejercer esa tarea.
En la página de la Federación Argentina de Vuelo Libre se puede chequear el listado de instructores y pilotos biplaza autorizados como las escuelas habilitadas para practicar parapente, paramotor y aladelta.
Anoticiado por la situación que vivió Nina, Jaraba dice que hace tiempo que desde la federación que preside intentan reunirse con distintas provincias y organismos a fin de regular la actividad y darle el marco legal que requiere, considerando que ponen en riesgo la integridad física de quienes la practican.
“Pero no hubo respuestas”.
Lamentó.
“La idea que planteamos es para controlar que las personas que estén trabajando lo hagan estando habilitadas mínimamente con los conocimientos que exige la federación, porque es una práctica de riesgo y estos se deben eliminar para disminuir la posibilidad de que ocurra algo”.
Agregó.
Respecto al caso de Nina, desde la Federación explicaron que ”no tenemos poder de policía y no podemos hacer algo por ella”.
“Hemos escrito cartas a las autoridades, a los municipios, pero no nos llevan el apunte. La gente que la mujer denuncia ha estado trabajando en un aeroclub ¿y ahí no hay una comisión directiva que controle? Tampoco tienen poder de policía para hacerlo, eso le corresponde a las autoridades. A nosotros nos convocan cuando ocurre un accidente y no cuando advertimos o proponemos algo para prevenirlos”.
Recalcó.
Jaraba también explica que antes de cada vuelo de ese tipo, los pilotos deben tener una charla explicativa de unos cinco minutos con las personas que van a volar para contarles qué vivirán: desde cómo le pondrán el equipo, cómo será el despegue, qué pasará durante el vuelo y sobre todo explicar bien claro de qué manera se debe acomodar el cuerpo para aterrizar sin inconvenientes.
“No me explicaron nada. Sólo nos llamaban por orden de llegada y todo era subir y bajar, uno tras otro. Es más, ni siquiera cumplieron los protocolos contra la COVID-19 porque nunca desinfectaron los equipos que usaban unos y se lo ponían a otros. Sólo busco que nadie mas se arriesgue, que la gente sepa que quienes se promocionan como escuela no están habilitados y que nadie más tenga que pasar por lo que yo pasé”.
Concluyó.
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo
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