En una audiencia que tuvo esta mañana con el prefecto del
Dicasterio para las Causas de los Santos, el cardenal italiano Marcello
Semeraro, el papa León XIV aprobó el decreto que certificó un milagro atribuido
a su intercesión, anunció este jueves el boletín diario del Vaticano.
El milagro que se le atribuye a Shaw —reconocido empresario
católico que ya era “venerable siervo de Dios”, nacido el 26 de febrero de 1921
en París y fallecido en Buenos Aires el 27 de agosto de 1962—, es una curación
científicamente inexplicable de un niño de seis años, golpeado por un caballo.
El chico sufrió un grave golpe en la cabeza. Quedó inconsciente y necesitó un
traslado aéreo y asistencia especializada.
Sus padres, vinculados con la Asociación Cristiana de
Dirigentes de Empresa (ACDE), creada por el futuro beato, rezaron
fervientemente a Shaw para pedir su intercesión. Y el niño se recuperó de
manera inesperada, sin explicación médica, y volvió a su vida normal
rápidamente, recordó la agencia AICA.
Fue poco después de la muerte de Shaw, a los 41 años, que
comenzó a trabajarse en su causa de canonización que, en sus tiempos de
arzobispo y cardenal de Buenos Aires, también impulsó Jorge Bergoglio. Fue él
quien en 2001 pidió y obtuvo el permiso para iniciar el proceso de parte de la
antes llamada Congregación de las Causas de los Santos.
Entre muchas otras actividades Shaw, apodado “el empresario
de Dios” fue el fundador, en 1952, y primer presidente de la ACDE. Y desde ese
rol concibió y empezó a desarrollar conceptos sobre el papel fundamental de las
empresas en la economía y la sociedad de un país.
Como director de una de las principales empresas
industriales del país hacia la década del 50 —la firma Cristalerías Rigolleau—,
se ocupó del bienestar de cada uno de sus más de 3000 trabajadores y de sus
familias. Asumió, además, el cuidado del ambiente como responsabilidad hacia la
sociedad y hacia las generaciones futuras y se preocupó para que las mejoras
implementadas en su empresa se plasmaran en políticas públicas —fue impulsor de
la ley de asignaciones familiares— y promovió decididamente el desarrollo de su
comunidad.
En 1943 se casó con Cecilia Bunge, con quien tuvo nueve
hijos. Fue activo en la Acción Católica y el Movimiento Familiar Cristiano y
junto a otros empresarios participó en la organización de ayuda a la Europa de
postguerra que en 1946 promovió el episcopado argentino, respondiendo al
llamado de Pío XII. De ahí, intentó crear una entidad para que los empresarios
“sean más cristianos”.
En 1957 se le detectó un cáncer incurable, que “aceptó con
cristiana serenidad”, pero sin bajar los brazos, según la biografía de la
página web de la ACDE. Siguió, en efecto, participando en congresos, dictando
conferencias, editando y escribiendo. En pequeñas libretas, cuadernos y papeles
sueltos, Shaw solía dejar plasmados sus pensamientos y reflexiones, que aún hoy
resultan actuales.
Su importancia en los tiempos actuales
“Más que nunca en los tiempos actuales, y a pesar de las
dificultades, tienen el deber los Dirigentes de Empresa, como intelectuales y
dirigentes, de aportar un mensaje y la luz de la fe al desarrollo de los
espíritus, de esforzarse por secundar, a la luz de los principios sociales
cristianos, la búsqueda de las soluciones adaptadas a las realidades siempre
mudables”, escribió.
“Debemos crear trabajo… y cuanto más eficiente sea nuestra
labor, más recursos tendrá la Providencia para repartir entre pobres y
necesitados”.
Poco antes de morir, el 9 de julio de 1962, se puso “en
conmovedora evidencia la relación de comunicación y afecto que mantenía con la
gente, cuando, en una reunión con el personal, agradece cálida y humildemente a
quienes donaron sangre para las intervenciones que prolongaron su vida”, puede
leerse en su biografía, que precisó que falleció el 27 de agosto de ese mismo
año en Buenos Aires, después de un breve viaje a Lourdes.
En abril de 2021, poco después de la celebración del
centenario de su nacimiento, el papa Francisco, que muchas veces mencionaba a
Shaw en discursos, aprobó el decreto que certificó las “virtudes heroicas” del
empresario.
Después de la aprobación ahora por parte de su sucesor, el
papa León XIV, de un milagro por su intercesión que lo convertirá en el primer
empresario beato, según los pasos de este proceso será necesario certificar la
existencia de un segundo milagro para alcanzar la santidad.
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo

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