Iñaki Bohn Rioboo tendría hoy 20 años. Qué estaría haciendo no se sabe, pero lo más seguro es que lo verían corriendo detrás de una pelota de fútbol. Iñaki murió cuando tenía 11 años, de una manera trágica y absurda: salió de la pileta de uso común de un country en Hudson cuando rozó una farola con una pierna y se electrocutó.
Ocurrió poco antes de las nueve de la noche del 22 de febrero de 2017 en el barrio cerrado Altos de Hudson II, ubicado en la colectora de la autovía 2, del partido de Berazategui. Pasaron más de ocho años y su familia sigue esperando por justicia.
Este lunes 3 de noviembre debía empezar el juicio en los tribunales de Quilmes contra tres imputados, pero se postergó para el martes 11.
Por "homicidio culposo" están acusados el contador Santiago Domingo "Chavo" Collavini (53), administrador y responsable del barrio cuando se registró la tragedia; Rubén Daniel "Beto" Bentolila Levy (57), electricista matriculado; y Alejandro Héctor Lucero (57), de la empresa encargada del mantenimiento de las instalaciones eléctricas y espacios verdes en el barrio.
En un juicio anterior, el arquitecto Guillermo Marcial Franco (66) y el electricista Enrique Rodrigo Rocha (50) recibieron una leve pena de un año de prisión en suspenso e inhabilitación por cinco años para ejercer.
"Está comprobado que no había disyuntor colocado ni en la farola, ni en el pilar, ni en la pileta, ni en el SUM, al momento de la tragedia. El robo de la luz de la vía pública. Esa omisión le costó la vida a nuestro hijo. Y ellos lo sabían", advirtió su mamá, Magdalena Rioboo (47), en un grupo creado en Facebook, donde insistió en que la muerte del nene se dio por "negligencia".
También se corroboró que la columna donde se encontraba la farola no contaba con jabalina de puesta a tierra ni conductor de protección. Además, los cables internos estaban sin ninguna protección mecánica y, peor aún, se los visualizó empalmados con cinta aisladora, operación de unión prohibida por la reglamentación de columnas.
Al momento del hecho, Iñaki estaba en lo de su padre, Gastón Bohn, en un dúplex que le había alquilado a Collavini en el country. El hombre estaba separado de la mamá del nene desde hacía cinco años. Había formado una nueva pareja, con Anabel Liguori, y tuvieron a Valentín, hoy de 11 años, los mismos que Iñaki cuando ocurrió la tragedia.
Esa noche, el nene estaba con unos amiguitos en la pileta. Era pleno verano y hacía mucho calor. Cuando salió a buscar la pelota con la que estaban jugando en el agua, rozó la farola y cayó fulminado.
Un vecino que es médico intentó reanimarlo y una ambulancia llegó para asistirlo, pero no funcionaba el desfibrilador. Igual ya no podían hacer nada.
"Él quería ser futbolista. Era fanático de Independiente, jugaba en su categoría en el barrio", le dijo a Clarín su padre, quien se mudó luego de lo ocurrido a unas diez cuadras.
Gastón es comerciante. Magdalena trabajaba como vendedora de Arcor, aunque renunció y también se fue del barrio Marítimo, en Berazategui.
El hombre, de 43 años, cuenta que en el barrio tuvieron que cambiar 120 farolas, ya que "no estaban aptas". Además, ya había denunciado problemas eléctricos, como que saltaba permanentemente la térmica del SUM, aunque nunca lo solucionaron.
Según señaló, la pandemia de COVID-19, la muerte del primer juez del caso y "las artimañas de los abogados" defensores demoraron la realización del juicio.
A Gastón lo representa la abogada Marina Ameal. A Magdalena, su par Carlos Zimmermann. Pero en los últimos días se sumó el estudio de Fernando Burlando, quien advirtió que la carátula de "homicidio culposo" debería agravarse a la de "homicidio simple con dolo eventual", que prevé una pena de 8 a 25 años de cárcel.
"No hay persona que, se dedique a lo que se dedique, no razone y no se represente la idea de la muerte cuando hay corriente de por medio y no se toman todos los recaudos para evitar cualquier tipo de situación donde corra riesgo la vida humana. Esta farola fue una trampa mortal", sostuvo.
El abogado Gustavo Frasquet, defensor de Collavini, pidió recusar -sin éxito- a la jueza Sandra Martucci, a la que en 2003 había denunciado penalmente y ante la Procuración de la Suprema Corte, por su actuación como fiscal en la causa por malversación de fondos donde fue detenido el entonces intendente de Quilmes, Fernando Geronés.
En su declaración, Collavini aseguró que su función en el barrio privado era "administrar, recaudar los fondos y hacer los pagos", pero no tenía que ver con las instalaciones eléctricas o instalaciones sanitarias.
El día de la tragedia, el administrador llamó por teléfono a Bentolila Levy y le dijo: "Venite ya que hay un quilombo con una farola". El "quilombo" era el nene muerto.
Cuando el electricista midió con el tester la farola, comprobó que estaba descargando 220 voltios.
En su requerimiento de elevación a juicio, la fiscal Karina Santolin consideró que "la impericia, negligencia y desidia por parte de Collavini queda acreditada".
Según lo dispuso Martucci, del Juzgado Correccional N° 5 del Departamento Judicial de Quilmes, el juicio empezará el próximo martes 11 a las 10 y el fiscal será Carlos Squeo. Se estima que habrá audiencias también el 17, el 18, el 24 y el 25 de noviembre.
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo
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