La docente y directora Sheila Anzelone brindó un informe en AM750 en las últimas horas en donde advierte que, en Pinamar, ya hubo más de 10 suicidios de adolescentes en lo que va del año. En Madariaga hay intentos, autolesiones”, advirtió.
Aclaró que no es experta en salud mental, pero que desde las
escuelas trabajan para prevenir y acompañar. “Como educadores trabajamos las
políticas de cuidado, trabajamos previniendo porque hay señales todos los días.
En otro momento había algún alumno, pero no como ahora, que son muchísimos en
las escuelas secundarias”.
Anzalone aseguró que se trata de un fenómeno extendido, que
no se limita a la zona: “Hay un montón de variables, está pasando en todo el
mundo, en Latinoamérica. Los jóvenes no pueden transitar su dolor y toman esas
decisiones”.
También describió un profundo desencanto entre los
adolescentes con respecto a la política y al futuro: “Los jóvenes no fueron a
votar. Así como en 2023 tuvieron una gran ilusión porque se vieron seducidos
por las promesas de campaña, ahora el comentario es que votar no sirve para
nada”.
En su mirada, la crisis tiene raíces sociales profundas.
“Desde la observación creo que son dos distritos donde la desigualdad es
escandalosa y la ven y la viven sobre todo los jóvenes y adolescentes más
vulnerables. No se los cuida en el ámbito del trabajo. Hay una gran
frustración, desesperanza”, señaló.
Desde las aulas, docentes y directivos intentan contener lo
que Anzalone define como “un dolor que no se puede poner en palabras y se pone
en el cuerpo”.
“Las autolesiones son un dolor muy tremendo que no se puede
poner en palabras y no se pone en el cuerpo”, explicó, insistiendo en la
necesidad de abrir espacios de escucha y diálogo: “Desde la escuela lo que
hacemos es ayudar, prevenir, apoyar, abrir espacios de debate y escucha. Hablar
del suicidio y de salud mental es muy necesario”.
Finalmente, Anzalone advirtió sobre las condiciones
laborales que enfrentan muchos adolescentes en la región, especialmente durante
la temporada de verano: “En Pinamar los hacen trabajar, los explotan. Trabajan
12 horas y no paran nunca. No tienen jornada semanal de trabajo. Los sueldos
son de hambre. Y después llega el invierno donde viven un dolor inmenso que no
saben cómo tramitar”.
Con preocupación, remarcó que detrás de los casos hay un
patrón de abandono social: “Hay una sociedad que no los ve, no los escucha. En
esta región lo laboral y habitacional es muy tremendo para los adolescentes y
jóvenes más vulnerables”.
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo
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