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EE.UU. pide consenso político y dejar el swap chino a cambio del paquete de ayuda económica


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El regreso de Javier Milei desde Nueva York dejó más que fotos y reuniones: trajo consigo un mensaje político que promete sacudir la estrategia del Gobierno. Washington no solo ofreció un paquete de ayuda económica inédito, sino que también bajó línea sobre dos condiciones que, aunque no figuren en ningún papel oficial, resuenan en los pasillos de Balcarce 50: lograr consensos internos y despegarse de China.


El acuerdo, todavía en etapa de borrador técnico, se presenta como un salvataje que permitiría a la Argentina enfrentar los vencimientos de deuda de enero y julio de 2026 por unos US$8500 millones. Sin embargo, detrás del respaldo de Donald Trump aparecen expectativas concretas. En el plano interno, el Tesoro norteamericano quiere ver señales de gobernabilidad: acuerdos con la oposición para aprobar reformas estructurales. En el frente externo, la Casa Blanca busca que el país deje de “jugar a dos puntas” y reduzca la dependencia con Beijing, con foco en el swap de monedas entre el Banco Central argentino y el Banco Popular de China.


Cerca de Milei intentaron despejar cualquier lectura de condicionamientos. “Que Estados Unidos pidió algo es falso. Si hay condicionalidades todavía no se pusieron encima de la mesa. El mensaje fue claro: lo que necesitemos va a estar”, sostuvo un funcionario con acceso directo al Presidente antes de que el avión oficial tocara suelo argentino.


Pero lo cierto es que el propio ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, reconoció públicamente parte del reclamo. “Fue lo único que me dijo: ‘Trabajen en la gobernabilidad, Toto’”, reveló sobre su encuentro con el secretario del Tesoro, Scott Bessent. Y agregó: “Nosotros tenemos un set de reformas, tributaria, laboral y previsional, que van a ayudar a destrabar enormemente la economía. Pero necesitás mayoría simple en el Congreso para poder pasar esas reformas. Hay que recomponer la confianza”.


Funcionarios, intermediarios y testigos de las charlas en Washington coinciden en que la principal preocupación de la administración Trump es comprobar si Milei puede “zurcir” acuerdos parlamentarios. La mirada está puesta en la capacidad del Gobierno de tejer alianzas que garanticen previsibilidad a los inversores y al mismo tiempo aseguren el pago de la deuda. “No es un tema de número. Es que ciertos temas los podamos consensuar”, resumió un ministro argentino que participó de la gira.


El monitoreo será constante, la comitiva libertaria recibió un mensaje claro: Estados Unidos evaluará la fortaleza política del oficialismo después de las elecciones legislativas de octubre, más allá del porcentaje obtenido. Y en los pasillos del Departamento de Estado sobrevuela otra hipótesis: que un eventual regreso del peronismo en 2027 implicaría un cambio en la alineación que Milei prometió a Trump.


El FMI, mientras tanto, celebra el respaldo de Washington. La directora gerente del organismo, Kristalina Georgieva, no dejó lugar a dudas en una entrevista televisiva. “Lo que queremos es ver a la Argentina manteniendo el rumbo hacia la estabilización macroeconómica y manteniendo buenas políticas durante el tiempo suficiente para que sean irreversibles”, advirtió. Y recordó: “Estados Unidos es el mayor accionista” del Fondo, en un guiño que refleja la sintonía entre ambos tableros de poder.


Con este panorama, la ayuda norteamericana aparece como un salvavidas financiero, pero también como una cuerda que exige firmeza política. Milei deberá no solo convencer a la oposición de acompañar sus reformas, sino también despejar las dudas sobre la relación con China. La pulseada ya no se juega únicamente en las cuentas fiscales: también se libra en el tablero geopolítico.


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