Ser víctima de una estafa suele generar pudor y hasta vergüenza. En San Pedro, muchos vecinos prefieren no hablar del perjuicio que les dejó “La China”, la voz que cada tarde sonaba en sus teléfonos para recomendarles qué criptomoneda comprar a través de la plataforma RaimbowEX. La ilusión terminó en octubre de 2024, cuando la empresa desapareció y cientos de ahorristas descubrieron que habían sido parte de una de las primeras estafas piramidales masivas con cripto en la Argentina.
El caso, que sacudió a la ciudad, se convirtió en una obsesión para las fiscales bonaerenses María del Valle Viviani y Verónica Marcantonio. Con el apoyo de equipos de ciberdelito, lograron lo que parecía imposible: rastrear la ruta del dinero digital y congelar 3,5 millones de dólares en criptomonedas. Ahora el desafío es otro: encontrar un mecanismo legal para que ese dinero vuelva a las víctimas.
La burbuja de RainbowEx
En un principio, pocos se animaron a denunciar. La mayoría de las víctimas trataba de olvidar lo ocurrido, sobre todo quienes habían invertido sus ahorros en los últimos meses de funcionamiento, cuando la estructura piramidal ya se derrumbaba. Se estima que hubo más de 1000 inversores, pero solo 57 se presentaron en la justicia. Sus testimonios fueron clave para reconstruir cómo funcionaba el entramado.
RainbowEx simulaba ser una plataforma de intercambio de activos digitales, pero en realidad era una pantalla cerrada, diseñada para mostrar movimientos ficticios y hacer creer a los usuarios que estaban generando ganancias. Las señales llegaban todos los días por Telegram, en mensajes enviados por “La China”. Prometían un rendimiento imposible: hasta un 2% diario.
El sistema se sostuvo gracias a los aportes de los nuevos inversionistas y a la confianza que generaba entre vecinos. En San Pedro, llegaron a organizar reuniones de captación en bares como el pub Berlín, y usaron hasta donaciones a comedores y escuelitas de fútbol como estrategia de legitimación.
Los organizadores y la puesta en escena
Detrás de la maniobra estaban, entre otros, Luis Alberto Pardo —exempleado de Papel Prensa—, Maximiliano Braga y Alexis Pan, hoy detenidos junto a otros 17 imputados. Para reforzar la ilusión de solidez, incluso llegaron a organizar un evento en el Hotel Emperador de Buenos Aires en septiembre de 2024, con actores extranjeros que se hicieron pasar por ejecutivos. La trama tenía conexiones con Singapur, Malasia y China, lo que añadía un halo de sofisticación que convencía a los más incrédulos.
En San Pedro, la burbuja se hizo sentir. Comerciantes recuerdan que las ventas de motos, salidas gastronómicas y consumos en general crecieron de manera inusual. La fiebre de las cripto, impulsada por RainbowEx, se instaló como un fenómeno social.
La caída y el rastro del dinero
La ilusión se derrumbó en octubre de 2024. “La China” dejó de enviar mensajes y la plataforma se esfumó. Desde entonces, las fiscales lograron identificar once billeteras virtuales vinculadas a RainbowEx en distintas blockchains, como TRON y Ethereum. En algunas de ellas se detectaron movimientos millonarios: una billetera recibió más de 4,6 millones de USDT en apenas cuatro meses; otra superó los 11 millones de dólares entre 2023 y 2024.
Cuando el sistema colapsó, los administradores intentaron un último ardid: pedían a los usuarios transferir 88 USDT para “liberar” los fondos congelados. Solo unos pocos cayeron en la trampa.
El avance de la investigación permitió a las fiscales pedir a Tether Operations Limited —emisora de la stablecoin USDT— la inmovilización de dos billeteras que acumulaban más de 3,2 millones de dólares. Se trata de la primera vez que la justicia argentina logra congelar fondos de este tipo, un paso histórico en el combate contra delitos financieros digitales.
Lo que viene
El desafío ahora es mayúsculo: transformar ese congelamiento en una incautación efectiva y, sobre todo, encontrar un canal legal para que el dinero regrese a quienes fueron engañados.
Mientras tanto, en San Pedro aún se habla en voz baja de la estafa. Los vecinos recuerdan cómo, durante meses, “La China” parecía marcar el pulso económico de la ciudad. Hoy, la voz desaparecida es un recordatorio de que, detrás de la promesa de ganancias fáciles, muchas veces se esconde un esquema destinado a colapsar.



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