La tranquilidad de la tarde del viernes en el barrio La Perla de Mar del Plata se vio alterada por un hecho que despertó curiosidad, desconcierto y temor en partes iguales. Un vecino aseguró haber visto cómo un grupo de personas vestidas con túnicas blancas ingresaba a la casona abandonada conocida como Villa Titito, llevando consigo cinco corderos vivos. El episodio, que ocurrió en la esquina de 3 de Febrero y Santiago del Estero, generó una denuncia policial y reavivó las historias y leyendas que envuelven a esta propiedad centenaria.
El testigo, que prefirió no dar su nombre por razones de seguridad, relató que todo sucedió alrededor de las 17. Mientras estaba en un café ubicado frente a la plaza, observó cómo dos camionetas se detenían frente a la casona y, tras abrir el portón, varias personas descendían portando largas túnicas blancas. Su apariencia, sumada al hecho de que minutos después otro vehículo llegó con los animales atados, le hizo sospechar que se preparaba algún tipo de ritual.
“Vi que las mujeres llevaban canastas con hojas, ramas y flores. Los hombres ayudaban a bajar los corderos. Todo parecía muy organizado. Me dio la impresión de que iban a sacrificar a los animales y eso me hizo llamar al 911”, señaló el denunciante.
El misterioso ingreso y la rápida retirada
Según el relato, el grupo ingresó al interior del predio y se ubicó en un sector de la casona protegido de la vista desde la calle. La escena duró apenas unos minutos hasta que, en lugar de llegar la policía, apareció una mujer que entregó un teléfono celular a uno de los presentes. Tras una breve conversación, los animales fueron nuevamente cargados en los vehículos y el grupo se retiró sin realizar ninguna acción visible.
El testigo aseguró que se quedó con una sensación ambivalente: por un lado, alivio al no ver que se concretara el sacrificio; por otro, inquietud por lo que podría haberse estado preparando. “Quizás me metí en algo que no era asunto mío, pero sentí que debía avisar. Después pensé que tal vez solo era un evento privado y que yo lo malinterpreté, pero la escena fue extraña”, admitió.
Villa Titito: historia, leyendas y abandono
La casona fue construida en 1888 por el doctor Norberto “Titito” Fresco y su esposa Delia Peralta Ramos, descendiente de una de las familias fundadoras de Mar del Plata. Se levantó sobre los terrenos del antiguo cementerio de la ciudad, lo que desde el inicio alimentó todo tipo de relatos sobre presencias y sucesos inexplicables.
Durante el siglo XX, Villa Titito funcionó como residencia familiar, hospedaje y, en los años ‘90, como pub. Sin embargo, los relatos de mozos y clientes sobre ruidos extraños, vasos que se movían solos, cambios bruscos de temperatura y pasos en pasillos vacíos hicieron que el lugar se ganara el apodo de “La Casa de los Fantasmas”.
Hoy, la propiedad permanece deshabitada, con una fachada marcada por grafitis, ventanas tapiadas y un jardín descuidado con un aljibe en el centro. Existe un proyecto para construir un complejo de torres manteniendo la fachada original, pero hasta ahora no se concretó. Vecinos señalan que, en su estado actual, el predio suele ser blanco de intrusos, curiosos y grupos que, en distintas ocasiones, intentaron realizar ceremonias.
Antecedentes de rituales en Mar del Plata
No es la primera vez que se denuncian prácticas religiosas o rituales con animales en la ciudad. En los últimos años, hubo reportes de gallinas decapitadas, cabras y corderos sacrificados en descampados, playas y viviendas particulares. En la mayoría de los casos, las autoridades no lograron identificar a los responsables, aunque se presume que algunos estarían vinculados a religiones afrobrasileñas como el Umbanda o el Candomblé, donde el sacrificio animal forma parte de determinadas ceremonias.
Un vecino de La Perla, que vive a pocas cuadras de Villa Titito, comentó:
“A veces aparecen gallinas o restos de animales en la playa o en plazas. No siempre se sabe quién lo hace, pero hay gente que practica sus creencias de esa manera. No sabemos si es magia negra, blanca o qué. Solo que lo hacen en lugares apartados o escondidos”.
Marco legal y libertad de culto
En Argentina, la Constitución y diversas leyes garantizan la libertad de culto, pero el Código Penal prohíbe el maltrato y la crueldad hacia los animales. Esto genera un punto de tensión cuando determinadas prácticas religiosas incluyen el sacrificio animal como parte de sus ritos. La jurisprudencia ha oscilado entre el respeto a la libertad religiosa y la aplicación de la ley de protección animal, dependiendo de las circunstancias de cada caso.
La casona de Villa Titito cuenta con vigilancia privada, aunque vecinos afirman que no siempre es suficiente para evitar el ingreso de personas. Algunos sostienen que, por su historia y su aspecto, el lugar se ha convertido en un imán para grupos interesados en realizar ceremonias esotéricas o espirituales.
La mirada de un especialista
Para comprender el significado de estas prácticas, dialogamos con el doctor en Antropología Social César Iván Bondar, especialista en religiones y ritos vinculados a la muerte.
“El sacrificio animal, en algunos cultos, no es un acto de violencia gratuito, sino un ritual cargado de simbolismo. Se considera un acto sagrado que ordena el mundo espiritual, ya sea para agradecer, pedir protección, curar enfermedades o iniciar a una persona en una nueva etapa de su vida”, explicó.
Bondar precisó que animales como el cordero, el cabrito o la cabra tienen un papel especial en los ritos de paso. “Su sacrificio puede simbolizar pureza, renacimiento o la entrega de algo valioso para obtener una bendición. Sin comprender el sistema simbólico de la religión, desde afuera puede interpretarse como un acto cruel, pero para los creyentes es una ofrenda profundamente respetuosa”, indicó.
El especialista también advirtió sobre los prejuicios que rodean a estas creencias:
“El Umbanda, el Candomblé o incluso prácticas populares como las devociones al Gaucho Gil o San La Muerte han sido históricamente marginadas. Se las asocia con delitos, violencia o magia negra, lo que muchas veces no tiene sustento real. Estos estigmas son aprendidos y reproducidos, y tanto los científicos como los medios debemos actuar con cuidado para no reforzarlos”.
La incógnita sobre lo que realmente ocurrió esa tarde en Villa Titito permanece. Para algunos, solo fue un episodio aislado; para otros, la señal de que las viejas historias y el halo de misterio que rodea a la casona siguen vivos.



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