La noche del 20 de agosto de 2010, Érica Soriano, embarazada de dos meses y en pareja con Daniel Lagostena, desapareció para siempre en el partido de Lanús.
El cuerpo de la mujer, que entonces tenía 30 años, nunca fue
encontrado. Sin embargo, con el tiempo salió a la luz una historia de
violencia, malos tratos y celos obsesivos que, aun sin la prueba más
comprometedora, permitió demostrar que Lagostena la había asesinado y
condenarlo a 22 años de prisión por el crimen.
Pero además, la investigación llevada a cabo por el
comisario mayor de la policía bonaerense Julio Di Marco y el fiscal Gerardo
Loureyro destapó la existencia de una red clandestina de cremaciones en el sur
del conurbano, donde la impunidad y la falta de controles facilitó que
desaparecieran cuerpos sin dejar rastro.
Para la Justicia, uno de esos cuerpos fue el de Érica Soriano.
El expediente judicial incluyó una serie de escalofriantes escuchas telefónicas
que revelaron cómo operaba esta red y fueron claves también para sellar la
condena contra la pareja de la víctima.
“Érica fue cremada en la casa funeraria de un amigo de
Lagostena”, indicó a TN una fuente cercana a la investigación. Y apuntó: “Hay
una escucha telefónica en la que uno de los empleados (del crematorio)
manifiesta que el libro de registros del mes de agosto se había perdido, en
coincidencia con la fecha de la desaparición de la víctima”.
Si bien quedó claro que Érica había sido víctima de un
femicidio, todavía no existía esa figura cuando ocurrió el hecho. En 2018, el
TOC N° 9 de Lomas de Zamora condenó a Lagostena por los delitos de homicidio en
concurso ideal con aborto.
El mismo tribunal en las últimas horas rechazó un segundo
pedido de prisión domiciliaria que fue presentado por la defensa de Lagostena
alegando problemas de salud. De esta manera, seguirá en la cárcel hasta el 1 de
octubre de 2037, fecha en la que agotará la pena.
Por la “mafia de los crematorios”, en cambio, no hay nadie
preso.
El infierno de Érica: control, violencia y obsesión
Aquel 20 de agosto, hace 15 años, después de una visita al
obstetra en Capital Federal, Érica y Lagostena volvieron a su casa sobre el
Pasaje Coronel Santiago 1433 de Lanús y ella desapareció.
Más adelante, una amiga contaría que ese mismo día habló con
Érica por teléfono y la escuchó discutir con su pareja.
A ese testimonio se fueron sumando el de otros amigos y
allegados a la mujer desaparecida que fueron dando cuenta de los conflictos que
atravesaba con Lagostena por los celos y la desconfianza del hombre.
“Si mi hermana llegaba 10 minutos tarde, Daniel la tenía en
vela toda la noche reprochándole eso”, contó oportunamente a TN una de las
hermanas de Érica. Y agregó: “Él le ha hackeado los mails, ha revisado sus
mensajes de una manera sumamente obsesiva. Tremendamente celoso”.
El recelo de la familia sobre Lagostena iba creciendo a
medida que pasaba el tiempo sin tener noticias de Érica. En paralelo, las
pruebas en contra del hombre se acumularon hasta que ya no quedó lugar para las
dudas.
De hecho, el fallo del TOC 9 sostuvo: “Quedó evidenciado que
luego de una discusión que mantuvo el imputado Héctor Daniel Lagostena con su
pareja Érica Soriano, ante la falsa creencia del primero de que la nombrada le
estaba siendo infiel y lo iba a dejar, le causó la muerte”.
Lagostena nunca negó la discusión que tuvo con su mujer
previa a la desaparición. Pero, con la misma firmeza, aseguró siempre que tras
la pelea Érica se fue de la casa rumbo a lo de su madre en Villa Adelina.
Sin embargo, no hay registros que muestren a la víctima
salir de su casa en Lanús la noche que desapareció. Cuando la mamá de la joven
llamó a su exyerno para preguntarle dónde estaba Érica, él le dijo: “Se debe
haber perdido”.
Si bien el cuerpo nunca apareció, los peritos que buscaron
rastros en la casa que compartía la pareja encontraron con sorpresa la chimenea
encendida, aunque ese día hacía 24 grados, y restos de poliéster que se
correspondían con una bombacha, por lo que se presume que el imputado quemó
allí la ropa de la víctima.
También se encontró la cartera de Érica en el lugar y una
mancha de sangre debajo de una mesita ratona que fue detectada con el reactivo
Luminol, pero como había sido lavada solo se pudo determinar que era de mujer.
El expediente está lleno de detalles sobre el calvario que
vivió Érica. Los peritos describieron a Lagostena como una persona con
“personalidad psicopática y rasgos narcisistas”, que ejercía un control
absoluto sobre su pareja.
“Respecto al hijo que esperaba con la víctima, era solamente
un objeto más de control, esta vez desde dentro de Érica”, señalaron los
informes psicológicos.
“La obligaba a acreditar, mediante fotos, la identidad de
las personas que la acompañaban. Debía exhibir el horario del boleto para
demostrar los tiempos de regreso a su casa. Lagostena irrumpía en la casilla de
mail o exigía que el celular estuviera a la vista para ver quién la llamaba”,
reconstruyeron los investigadores.
El peritaje psicológico fue clave también para definir la
condena.
Una condena que sigue firme y una familia que no baja los
brazos
El TOC N° 9 de Lomas de Zamora, integrado por Victoria
Ballvé, Darío Bellucci y Juan Manuel Rial, concluyó en 2018 que Lagostena mató
a su pareja y logró hacer desaparecer el cuerpo gracias a la complicidad de funerarias
y crematorios.
La sentencia a 22 años de prisión quedó firme en 2021,
cuando la Corte Suprema de Justicia de la Nación rechazó el recurso de la
defensa. Después, la Cámara de Casación bonaerense determinó que la condena
expiraba en 2037.
Mientras tanto, la familia de Érica Soriano nunca dejó de
buscarla. En distinas notas con TN, su mamá explicó que la única forma de
seguir adelante para ellos fue “aceptar que las cosas que suceden no se pueden
modificar”.
“Aceptar no es resignarse”, aclaró, sin embargo, María Ester
Romero. Y agregó: “Siempre dije que hasta el último minuto de mi vida yo iba a
buscar a mi hija”.
En el mismo sentido, en otra entrevista la mamá de Érica
expresó: “Las ausencias duelen, pero duele mucho más no saber. Cómo es posible
que alguien se desvanezca en el aire..”. Y concluyó: “Yo lo que quiero es la
verdad, quiero llegar a la verdad”.



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