Un informe del think tank Colossus Lab, impulsado por el diputado del PRO Martín Yeza, reveló que durante el último año y medio entre el 70% y 85% del tiempo de las sesiones en la Cámara de Diputados fue destinado a homenajes, cuestiones de privilegio y disputas políticas, y no a discutir proyectos de ley. El análisis cubre 19 sesiones entre el 31 de enero de 2024 y el 2 de julio de 2025.
Según los datos procesados, solo entre el 15% y el 30% del tiempo total en el recinto se destinó a debatir proyectos legislativos de fondo. El resto se utilizó en cuestiones procedimentales, disputas personales, mociones de orden, críticas al Poder Ejecutivo y manifestaciones políticas ajenas al temario formal.
Cómo se mide la ineficiencia parlamentaria
El estudio identificó más de 160 horas de debate en el período relevado, de las cuales alrededor de 120 se usaron para intervenciones ajenas al temario de cada sesión. Esas intervenciones incluyen:
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Cuestiones de privilegio y ataques personales
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Críticas al reglamento o a la organización del debate
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Reacciones ante represión o situaciones sociales fuera del Congreso
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Quejas por la falta de presupuesto nacional
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Discursos generales sobre la situación política y económica
“Esta ineficiencia no es solo un problema operativo o coyuntural. Es un reflejo de un diseño institucional que no está orientado a resultados ni al seguimiento del impacto legislativo”, sostiene el informe.
El recinto como escenario para redes sociales
La diputada radical Karina Banfi señaló que “el recinto es un teatro, no se discuten leyes, se plantean posiciones y se vota”. Según su experiencia, el tratamiento de los proyectos realmente se da en comisiones, cuando “hay trabajo serio” y acuerdos previos.
Para Banfi, el fenómeno tiene otra explicación: “Los legisladores se dieron cuenta de que la difusión de estos discursos en redes sociales les sirve para su trabajo, entonces ahora todos quieren hablar”. Y agregó: “Fanáticos del clickbait”.
A su vez, denunció una degradación del funcionamiento institucional: “Antes se trabajaba en comisiones, pero ahora no funcionan porque los legisladores no van”. Para ella, la llegada masiva de outsiders sin experiencia política “es lo peor que le pasó a la democracia: se cagan a trompadas, no saben debatir”.
Cuando el Congreso deja de debatir ideas
Desde Unión por la Patria, la diputada Cecilia Moreau también alertó sobre la decadencia del debate: “Antes, aunque fuera acalorado, se mantenía el respeto. Hoy se habla desde el odio y el resentimiento”.
Moreau también criticó al Gobierno nacional: “Desde el Ejecutivo hay un constante ninguneo y maltrato al Congreso”, y denunció que el uso sistemático de decretos de necesidad y urgencia (DNU) busca “cercenar los debates parlamentarios”.
El diputado Nicolás del Caño, del Frente de Izquierda, coincidió en que la baja frecuencia de sesiones ordinarias hace que los diputados usen cualquier instancia para hablar de lo que no está en agenda: “Si hay pocas sesiones y pocos temas incorporados, no podés limitar la palabra”. Además, propuso que las sesiones sean más regulares y con menor duración continua: “No podés prestar atención 24 horas seguidas”.
¿Limitar las cuestiones de privilegio?
Una de las principales conclusiones del informe de Colossus Lab fue que la mayoría del tiempo “perdido” se concentra en las cuestiones de privilegio. A través de una simulación estadística (Montecarlo), el equipo sugirió establecer un límite de ocho cuestiones por sesión para evitar que el 10% del tiempo legislativo se desperdicie.
Sin embargo, Cecilia Moreau rechazó la idea: “No se pueden limitar las cuestiones de privilegio, porque son una herramienta legítima de los diputados. Son expresiones permitidas cuando sienten que se afectan sus fueros o su rol legislativo”.
Según el informe, el bloque de Unión por la Patria –que tiene 98 diputados sobre 257– fue responsable del 36,1% de las cuestiones de privilegio en lo que va del 2025. Le sigue el Frente de Izquierda, con solo dos diputados nacionales, que solicitó el 13,9%.
Quiénes están detrás del informe
El informe fue elaborado por Colossus Lab, un grupo de trabajo interdisciplinario fundado por el diputado Martín Yeza, exintendente de Pinamar. El espacio nació tras una convocatoria abierta en redes sociales a personas interesadas en mejorar el sistema político con tecnología y nuevos enfoques institucionales.
“Pudimos ponerle número a la sensación de ‘nadie habla del tema que me importa’”, dijo Yeza. Y agregó: “Entre grandes interpretaciones sobre la crisis de la democracia, hay algo más concreto: necesitamos medir la performance política con criterios que no sean solo encuestas de imagen”.
En sus palabras, el Congreso necesita más que debate: necesita enfocarse en los temas que promete discutir. “No tengo problema con el debate. Pero una democracia de calidad también se construye sobre la base de que los políticos hablen de lo que ellos mismos pusieron en la agenda”, concluyó.




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