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Decenas de pasajeros quedaron varados en Europa por los pasajes “fantasma” vendidos por Karyna


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El “Ponzigate aéreo” ya no es solo una estafa con epicentro en Buenos Aires: su onda expansiva alcanzó a Europa, donde decenas de pasajeros quedaron varados sin pasajes de regreso y sin respuestas, tras confiar en la supuesta operadora Karyna —identificada como Karina María Alvarado Ríos, una mujer ecuatoriana de 55 años— quien vendía boletos aéreos a bajo costo con códigos internos de Iberia que resultaron ser inválidos.


La estafa, que afecta a más de 200 personas según estimaciones preliminares, incluye tanto a quienes nunca llegaron a viajar como a los que sí lo hicieron, pero ahora están atrapados sin pasaje de vuelta. El perjuicio económico estimado supera los 300.000 dólares. “Un conocido mío, que también fue estafado por Karyna, me dijo que encontró a más de 70 víctimas varadas en el Aeropuerto de Barajas, Madrid. Estaban desolados”, relató uno de los damnificados en diálogo con LA NACION.


Una red que prometía "beneficios internos"


La operatoria de Karyna y su socia —identificada como Agustina B.— se basaba en la supuesta capacidad de acceder a tickets internos de Iberia, con tarifas especiales reservadas para empleados. Los precios de esos boletos rondaban entre los 900 y 1200 dólares, y eran vendidos de forma directa, en efectivo y sin factura. Varios testimonios aseguran que la transacción se realizaba en persona en un departamento de la calle Posadas.


La confianza en el “servicio” se construyó en parte por experiencias previas exitosas. Así lo relata G., uno de los damnificados que viajó con su familia en marzo a España: “Hasta ese momento la experiencia con ella había sido buena; incluso la recomendamos a mi cuñada y a un amigo que iba a venir para el Día del Amigo. El lunes pasado empezó todo a desmoronarse, porque mi amigo no recibió ni los pasajes ni la devolución del dinero”.


G., que vive con su familia en España, explicó que su hija tenía vuelo de regreso para el 20 de diciembre y que su esposa y su hijo pensaban regresar en marzo de 2026. “Ahora no tengo los pasajes de vuelta. Me enteré por lo que salió a la luz, de lo contrario hubiera descubierto todo en el aeropuerto”, agregó. El daño total en su entorno: 10.200 dólares.


La estafa en Barajas


Los testimonios desde el aeropuerto de Madrid son cada vez más dramáticos. Muchos argentinos quedaron literalmente a la deriva, durmiendo en salas de espera, sin dinero para hoteles o nuevos boletos. Algunos se vieron forzados a endeudarse para comprar pasajes a precios exorbitantes o a recurrir a la ayuda de familiares y desconocidos. El impacto no es solo económico, sino también emocional: reencuentros familiares frustrados, vacaciones canceladas, y la amarga sensación de haber sido víctimas de una red fraudulenta.


Una de las afectadas, identificada como L., relató cómo se enteró de la estafa un día antes de su viaje. “El 17 de julio, un día antes de salir hacia Barcelona, nos dimos cuenta de que Karyna no tenía los pasajes. Nos dijo que había problemas por un paro y que compráramos la ida por nuestra cuenta, que ella nos pasaría los códigos de regreso”, contó.


La familia terminó pagando cinco boletos por Air France a último momento. “Ese día, antes de volar, la estuvimos ‘apretando’ a Karyna para pedirle esos códigos, ya que para salir con pasaporte argentino nos pedían el pasaje de vuelta. Finalmente, cuando estábamos yendo a Ezeiza, nos envió cinco capturas de pantalla con supuestos códigos para las vueltas. Pero una vez en la puerta de embarque verificamos en la web de Iberia y los códigos no existían”, explicó.

En Barcelona, Iberia confirmó la sospecha: “Llamamos a la aerolínea, muy amablemente trataron de ubicar ese supuesto código de reserva por varias formas. Pero nos dijeron que no existía. Rabia e impotencia es lo que sentimos. Fue muy duro”, dijo L. El impacto económico fue brutal: más de 18.000 euros en total para poder viajar, entre los pasajes comprados por su familia y la ayuda de familiares.


Una estafa con múltiples niveles


En paralelo, Iberia ya inició una investigación interna. La compañía detectó que al menos uno de los pasajes “fantasma” había sido emitido por una agencia de viajes, lo que sugiere que hubo complicidad o negligencia por parte de terceros. “Iberia tiene que hacerse cargo, al igual que las agencias de viajes que emitieron los pasajes. Estas últimas trabajan habitualmente para Karyna y su gente. No son improvisados, sabían, o al menos sospechaban, con quién estaban operando”, reclamó G.


Por ahora, Agustina B. —considerada socia de Karyna— ha devuelto parte del dinero a algunos damnificados. “Está pagando de su propio bolsillo”, aseguraron. En cuanto a Karyna, se presume que sigue internada en una clínica, aunque nadie ha logrado contactarla. No atiende llamadas, y se desconoce qué hizo con el dinero.


G. está convencido de que Karyna no actuó sola: “Creo que tiene una socia —Agustina— y que debe haber más involucrados. No pienso que Karyna tenga todo el dinero en su poder. Esto no quita que sea el eslabón principal de la estafa, pero seguro hay más gente arriba de ella”.


Hacia una acción penal colectiva


Los damnificados han comenzado a organizarse en grupos de WhatsApp para compartir información y coordinar acciones legales. Varios evalúan presentar una denuncia penal colectiva. “Queremos justicia y que nos devuelvan lo que nos robaron. No es solo una cuestión de dinero, es el daño emocional y la impotencia de ver cómo un viaje soñado se convierte en una pesadilla”, coincidieron.


L. también se suma al reclamo: “No es posible que nadie haya detectado esta maniobra antes. Queremos que esto se sepa. Karyna no puede salir impune. Nos arruinó los planes, destruyó nuestro presupuesto familiar y todavía hay personas varadas sin solución”.


A la espera de avances en la investigación, el caso sigue sumando damnificados. El sueño de viajar barato se convirtió, para cientos de personas, en una trampa costosa, emocionalmente devastadora y legalmente incierta.


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