Las Copas del Mundo no solo son recordadas a lo largo de la historia por los acontecimientos que suceden dentro del campo de juego, las figuras que forman parte del torneo o el equipo que se consagra campeón. Un cúmulo de situaciones y hechos se suman a un todo que delimita el impacto de cada campeonato en los libros dorados del fútbol. Y el Mundial de Clubes de 2025 se está desarrollando con muchos condimentos para meterse de lleno como uno de los torneos más recordados del deporte rey.
Más allá de que es la primera edición con tantos
participantes, uno de los ítems más fuertes con los que cuenta es la icónica
canción “Freed from Desire”, de la cantante pop italiana Gala Rizzatto. El hit
oficial consolidó su estatus como himno futbolístico entre aficionados de
clubes y selecciones en todo el mundo. Y se pegó como un sticker en la mente de
cada fanático, que la tararea sin querer desde que la pelota comenzó a rodar.
El tema se confirmó de manera oficial como himno del
certamen en septiembre de 2024, junto con el lanzamiento de la campaña “Muestra
al mundo tu pasión”, una iniciativa que invita a los seguidores a compartir
aquello que hace especial al club que apoyan en sus respectivos países. La
elección de este tema no solo responde a su popularidad en las gradas, sino
también a la historia y el mensaje que encierra la canción.
Gala Rizzatto, conocida artísticamente como GALA, compuso
“Freed from Desire” en 1996, cuando tenía apenas 20 años y residía en Nueva
York. La artista, nacida el 6 de septiembre de 1975 en Milán, Italia, incluyó
la canción en su álbum debut “Come into My Life”, junto a otros éxitos como
“Let a Boy Cry” y el propio “Come into My Life”. La letra de “Freed from
Desire” expresa una rebelión contra la presión capitalista por el dinero y el
poder, y reivindica valores como el amor, la libertad y la mente por encima de
las posesiones materiales. Este mensaje, según la letra oficial, ha resonado en
distintas generaciones y contextos, convirtiendo la canción en un clásico del pop
de los años 90.
El tema, que en español significa “Liberado del Deseo”, ha
experimentado un resurgimiento gracias al actual torneo en Estados Unidos,
donde los hinchas de equipos la entonan tanto en las tribunas como en las
calles de Norteamérica. La melodía acompaña la previa de cada partido en los
estadios estadounidenses y tendrá un papel destacado en la gran final del
domingo 13 de julio. La presencia de la canción en el certamen intercontinental
no es nueva: antes de este torneo, “Freed from Desire” ya había sido parte de
los festejos de títulos de equipos y selecciones en pleno campo de juego.
La verdadera fama mundialista de la canción llegó gracias a
los hinchas de fútbol, quienes la adoptaron como canto de tribuna. En
Inglaterra, por ejemplo, se reversionó con letras dedicadas a jugadores, y su
explosión se produjo durante la Eurocopa 2016, cuando los seguidores de Irlanda
del Norte la convirtieron en un himno espontáneo para animar a su selección y,
en especial, para el delantero goleador Will Grigg.
Desde entonces, el tema ha estado presente en momentos clave
del fútbol global. En el Mundial de Qatar 2022, selecciones como Inglaterra,
Suiza y Polonia la utilizaron para celebrar goles. Además, sonó en la final de
la Eurocopa femenina 2022 en Wembley y formó parte de las ceremonias de
apertura y clausura de los Juegos Olímpicos de París 2024, consolidando su
lugar como símbolo musical del deporte.
La elección de la FIFA responde a la combinación de
nostalgia de los años 90, energía festiva y un coro pegadizo que invita a
cantar en masa. En las redes sociales, proliferan videos de aficionados
emocionados y usuarios que destacan la fuerza y la contagiosidad del tema. “La
música demuestra una vez más su poder para unir a las personas y darle un
espíritu único al deporte rey”, afirman muchos seguidores en plataformas
digitales.
La historia de la canción va más allá del fútbol. A lo largo
de los años, se ha utilizado en protestas, marchas y manifestaciones en
diferentes partes del mundo, aunque su lugar definitivo parece haberlo
encontrado en las tribunas de los estadios y entre los propios jugadores
durante celebraciones deportivas. Según el periódico británico The Guardian,
“fue un éxito masivo en toda Europa durante el verano de 1996”, lo que explica
su arraigo en la memoria colectiva de los aficionados.
La propia Gala ha compartido detalles sobre el origen de la
canción. Mientras vivía en Nueva York y estudiaba fotografía, se inspiró en su
entorno artístico para incursionar en la música. “Me metí en la música porque
fotografiaba bailarines, músicos y DJs”, afirmó la cantante, quien actualmente
tiene 49 años.
Su tiempo en Estados Unidos influyó en que la mayoría de sus
canciones sean en inglés, aunque siempre ha manifestado su amor por Italia.
Gala estudió en diversas escuelas de arte estadounidenses y ha recibido premios
en su país natal, entre ellos el reconocimiento como “Mejor cantante femenina
del año en Italia” por la revista Música e Dischi.
La carrera de Gala no se limita a la música. Ha tenido
apariciones esporádicas como actriz en países europeos como Francia y Alemania.
En 1998, durante una interpretación de “Let a Boy Cry” en el programa Taratata,
conoció a Steve Fargnoli, manager de Prince, quien comenzó a representarla. Ese
mismo año, firmó contrato con Universal Records en Italia. Tras el
fallecimiento de Fargnoli por cáncer en 2001, Gala rompió su vínculo con la
discográfica y regresó a Nueva York.
A lo largo de su trayectoria, la artista ha vendido más de
seis millones de discos a nivel global. Su conexión con el deporte trasciende
el fútbol: ha cantado en vivo en estadios durante los Juegos Olímpicos de
invierno en Sochi (Rusia) 2014 y en los de verano de París (Francia) 2024. En
esta última ocasión, apareció minutos antes de la final del fútbol femenino por
la medalla de oro entre Estados Unidos y Brasil.
El ritmo eurodance de Gala vuelve a sonar en los estadios, y
la canción, que casi tres décadas después de su creación sigue vigente,
acompaña a una nueva generación de aficionados. La historia de “Freed from
Desire” ilustra cómo una melodía puede trascender fronteras, idiomas y
contextos, convirtiéndose en un himno universal que une a millones de personas
en torno a la pasión por el fútbol.




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