Este martes 27 de mayo de 2025 quedará grabado a fuego en la memoria de Estudiantes de La Plata, del fútbol argentino y también de la ciudad de General Madariaga: Juan Ramón Verón, ídolo eterno del Pincha, falleció tras atravesar un complejo cuadro de salud. Tenía 81 años.
“La Bruja”, como se lo conocía popularmente, había sido internado en abril por un cuadro de deshidratación e insuficiencia renal. Su recuperación había traído alivio a su entorno y a los fanáticos, luego de que su hijo, Juan Sebastián, compartiera una foto de él tomando mates en su casa. Sin embargo, el deterioro fue progresivo y este martes se confirmó la noticia que nadie quería recibir.
La leyenda del Pincha
Verón fue uno de los grandes íconos del Estudiantes multicampeón de Osvaldo Zubeldía. Brilló en el equipo que conquistó el Torneo Metropolitano 1967, y luego dominó el continente con tres Copas Libertadores consecutivas: 1968, 1969 y 1970. También fue clave en la obtención de la Copa Interamericana 1969 y alcanzó la gloria mundial con la Copa Intercontinental 1968, cuando le marcó un gol histórico al Manchester United en Old Trafford, dándole al León el empate 1-1 en la revancha tras el triunfo en Buenos Aires.
Su imagen celebrando con los brazos en alto, tras ese frentazo inolvidable, quedó sellada para siempre en la historia grande del fútbol sudamericano.
Su paso por Madariaga: el último capítulo como jugador
Lo que pocos recuerdan fuera de la región es que Juan Ramón Verón volvió a jugar al fútbol en 1985, a los 41 años, en General Madariaga, dejando una huella tan trágica como entrañable.
Convencido por la dirigencia de Juventud Unida, el ex delantero platense fichó para disputar un torneo completo en la Liga Madariaguense, acompañado por otros futbolistas de La Plata como Camilo Aguilar, Roca, Wagner, Casanueva y Rivero.
“La Bruja” desplegó su jerarquía hasta la última fecha, cuando ocurrió lo inesperado: en un cruce con El León, un rival —de apellido García, refuerzo de Mar del Plata— le aplicó un planchazo desleal que le provocó la fractura de la pierna izquierda, justo cuando el partido y el campeonato ya estaban por terminar. “Me sonó la canilla como una madera”, recuerdó el fallecido periodista Hugo Fleming, del diario Tribuna de nuestra ciudad y testigo presencial del episodio.
Verón lo definió años después como “la única lesión grave de mi carrera”, que lo obligó a estar 90 días enyesado. Pese a ello, no rompió su vínculo con el club ni con la ciudad: se quedó como entrenador de Juventud Unida, dirigiendo incluso en partidos frente a Olimpo de Bahía Blanca y Santamarina de Tandil. Su relación con la comunidad madariaguense se mantuvo viva por décadas.
Un juicio con precedente en AFA
Aquel hecho también tuvo impacto fuera de la cancha. La falta de atención por parte de El León llevó a Verón a iniciar una demanda judicial, que ganó. Al club de la calle Sarmiento le exigió unos 15.000 dólares. El caso sentó precedente en AFA en cuanto a la responsabilidad de los clubes ante lesiones graves en torneos regionales.
“Fue un juicio justo. No se preocuparon por ver qué me había pasado”, había dicho Verón con firmeza, pero sin rencor. Porque para él, el fútbol siempre significó otra cosa: juego, pasión y familia.
La herencia en la Brujita
El destino quiso que su hijo, Juan Sebastián Verón, siguiera sus pasos. Y también que, años después, sufriera una lesión al volver a jugar profesionalmente. Aquella vez, el padre dejó un mensaje inolvidable:
“Lo más lindo del fútbol es jugarlo. Y volver a intentarlo, siempre”.
Hoy, mientras Estudiantes llora a uno de sus máximos emblemas, en Madariaga también se encienden velas por un hombre que dejó marca en cada rincón donde estuvo: por su talento, su humildad, y por haber sido —como futbolista y como persona— una leyenda viva del fútbol argentino.




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